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Gareth Bale, duda para San Mamés

El galés no acabó con las mejores sensaciones en su regreso y en estos momentos la idea del club, extremedamente cauteloso con su retorno, es reservarle frente al Athletic

Bale, en el encuentro frente al Fuenlabrada
Bale, en el encuentro frente al FuenlabradaJuanjo Martín (EFE)

Tras una reaparición fugaz y esperanzadora en la noche del martes en Copa, Gareth Bale y el Madrid planean un parón en su hoja de retorno, con la idea de que el jugador no viaje a San Mamés el sábado. 63 días después de unos calambres en Dortmund que desembocaron en un calvario muscular envuelto por el misterio, el Madrid y el galés entendieron el duelo contra el Fuenlabrada como el mejor escenario para su vuelta a la actividad. Bale, recién recuperado de una rotura fibrilar en el aductor de la pierna izquierda y con el eterno problema del sóleo, terminó satisfecho. Pero, según afirman desde el club, las sensaciones al finalizar su primera prueba tras más de dos meses de inactividad no fueron las mejores. Por eso, la decisión a día de hoy tras los 30 minutos de Copa es reservarle de cara a una cita de máxima exigencia como es la del Athletic.

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Si la carrera de futbolística del atacante de 28 años se ha convertido en una trayectoria cuando menos anómala, su retorno será también particular. Atendiendo a los precedentes, en el Madrid van a ser extremadamente cautelosos con su reaparición. Afirman desde Chamartín que Bale irá entrando de forma progresiva y atendiendo a sus propias sensaciones en el día a día. "La travesía no ha terminado todavía. No está al 100 % ni mucho menos. Hay que ir poco a poco", apuntan. No quieren correr y aseguran que irá poco a poco tanto en los entrenamientos como en sus apariciones con el equipo.

Bale regresó a la rutina hace menos de una semana, el pasado viernes. Con solo una sesión completada, Zidane, los médicos y el propio jugador decidieron no precipitarse frente al Málaga. Estimaron que un buen escenario para su primera aparición podía ser una cita aparentemente tranquila como la del Fuenlabrada. En un entorno poco habitual para él, rodeado de canteranos y secundarios, su actuación en la media hora que disputó fue tan determinante como inesperada. En poco más de 35 minutos el galés no solo libró a Zidane de un incendio que pudo ser mayúsculo, sino que también abrió al técnico una rendija de esperanza para poder dar una vuelta de tuerca al juego de un Madrid plano y previsible en su primera unidad y con poco repertorio de soluciones en el banquillo.

Atraviesan horas bajas en Chamartín y un par de detalles de muchos quilates de galés, que pusieron a salvo la continuidad del Madrid en la Copa, fueron motivos más que suficientes para que el público reaccionase a su regreso con un júbilo desmedido. Una asistencia maravillosa con el exterior de su privilegiada pierna izquierda y un control con la espuela que desembocó en el doblete de Mayoral espolearon al equipo e inyectaron una dosis extra de fe a una parroquia últimamente poco entusiasmada con su estrella. No atravesaba precisamente Bale un momento idílico con el público. Un tipo reservado y poco empático, sus continuas lesiones y su escasa incidencia en el último año terminaron por desesperar a una afición que no reparaba en pitos hacia el atacante.

El martes no hubo rastro de ellos en las gradas. Aplausos desde que asomó su característico moño por el banquillo y sensación de exaltación tras una fugaz y positiva reaparición que, parece, sufrirá un frenazo en San Mamés. 

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