El fracaso en Champions como estimulante de la selección
Los técnicos de España observan que la frustración por los malos resultados en el torneo de clubes motiva buenas actuaciones de los futbolistas en el Mundial
Julen Lopetegui asistió en Wembley, el miércoles pasado, a un hecho novedoso que podría apuntar a un cambio de ciclo: el sometimiento del Real Madrid (3-1) a manos de un equipo inglés. El seleccionador de España regresó el jueves de Inglaterra tras verificar en vivo la clase de dificultades que atraviesan casi todos los equipos españoles en la Champions. Se trata de una situación insólita después de casi una década de dominación. Un hecho que los analistas de la federación examinan con atención, dado el peso que tiene la gran competición de clubes en la criba. De los 25 futbolistas que convocó Lopetegui para enfrentarse a Costa Rica (sábado 11 en Málaga) y Rusia (martes 14) —los primeros amistosos en la serie final de preparación del Mundial de 2018—, 17 disputan la Champions. La mayoría, en equipos que han sufrido golpes duros.
Aparte de Silva (City), De Gea (United), Alberto Moreno (Liverpool) y Piqué, Alba, Busquets e Iniesta (Barça), el resto de los españoles que militan en Champions pertenecen a conjuntos que reman contra el viento: Madrid, Atlético, Nápoles, Bayern y Chelsea han sufrido percances en la fase de grupos. Los equipos más prepotentes parecen prosperar en otras latitudes, con el City y el PSG a la cabeza.
Lopetegui observa el fenómeno con curiosidad científica en previsión de los efectos que pueda tener sobre el Mundial. En el entorno del seleccionador consideran que los datos no son necesariamente malos para los intereses del equipo nacional. Apuntan a factores psicológicos. La Champions es la competición que más entusiasma a los futbolistas y, por ello, la que más energía mental consume. Concluyen que la relación entre rendimiento en Champions y rendimiento en Mundiales de la misma temporada puede ofrecer aristas inesperadas.
La historia desde 1994
Los técnicos señalan que es necesario amoldarse a las circunstancias y gestionar las emociones y las fuerzas según el caso. Y apuntan un dato: por paradójico que pueda parecer, la frustración en la Champions puede convertirse en el mejor estimulante para competir en la Copa del Mundo. Es cuestión de canalizar la energía contenida y el deseo de revancha. La historia dicta que el mejor combustible para un Mundial es el que proporciona el fracaso —o la simple ausencia— en la Champions precedente.
El Mundial de 1994 fue la apoteosis del Brasil de Romario, inesperado perdedor de la final que disputaron Milan y Barça en Atenas, y verdugo en Los Ángeles de los milanistas ganadores de la orejona: Albertini, Maldini, Donadoni, Massaro y Baresi. En 1998 el héroe fue Zidane escoltado por Deschamps, ambos perdedores de la final europea de Ámsterdam, el mes anterior. En 2002 el conquistador de la Copa fue Ronaldo Nazario, que no jugó la Champions precedente, castigado por una lesión que casi lo invalida. En 2006 se impuso Italia, cuyos clubes apenas fueron relevantes en Europa: no hubo italianos en la final de París. España levantó la Copa del Mundo en 2010 después de que el Barça, primer proveedor de la selección, quedara eliminado en semifinales por el Inter. Tampoco hubo españoles en la final del Bernabéu. Exactamente al contrario que en la final de Lisboa de 2014, donde el Madrid y el Atlético animaron la fiesta antes de protagonizar un triste Mundial en Brasil. El triunfo en Maracaná fue obra de Alemania, equipo basado en el Bayern. Sus jugadores arrastraron a Brasil el dolor de la eliminación en semifinales de Champions ante el Madrid, en Múnich: 0-4.
“Es cierto”, dijo ayer Lopetegui, “que a veces la presencia en la selección es un soplo de aire fresco que puede ser bueno para las cabezas de los jugadores; ojalá que eso sea así porque será bueno para España”.
“Obviamente”, matizó el técnico, “las dificultades de los partidos de máximo nivel, que abundan en la Champions, te ayudan a sacar conclusiones un poco más sólidas de la capacidad de cada jugador. Pero nosotros analizamos todo el contexto personal”.
El contexto puede ser favorable. Incluso en la desgracia. Si los equipos españoles compiten con éxito en la Champions no empujarán necesariamente a la selección que acuda a Rusia a disputar el Mundial en junio de 2018.
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