Maverick Viñales, el favorito que se esfumó
El endurecimiento de la goma delantera en junio y un menor desarrollo de la electrónica explican el peor rendimiento de la Yamaha del 25
Maverick Viñales, el chico que parecía llamado a protagonizar la batalla por el título esta temporada, parece, a ratos, rendido. Llega a Phillip Island derrotado de antemano. Y es uno de sus circuitos preferidos. Apenas recupera la sonrisa tras salir a la pista en los primeros libres, cuando comprueba que en un escenario amigo no está tan mal como ha estado los últimos días. “Estoy contento, aunque la moto todavía necesita mejorar en algunos puntos. En el último sector nos falta tracción; además, en invierno tenía mejor estabilidad con el tren delantero y giraba mejor”, decía este viernes en referencia al test del pasado febrero.
Japón, donde terminó 14º sobre el asfalto mojado y se confesó desilusionado por descolgarse de la pelea con Márquez y Dovizioso, acabó con las pocas esperanzas que le quedaban. Entre otras cosas porque hay previsión de lluvia para este domingo y en esas condiciones no ha hecho un buen resultado en todo el año, salvo el cuarto de Misano. Y porque no gana desde Le Mans, el quinto gran premio. Por todo eso, aunque está a 41 puntos del liderato y quedan tres carreras, él ya no se sitúa entre los candidatos al título.
“El Mundial ya no está en mis manos ni siquiera aunque ganara carreras; no me vale si ellos hacen segundos y terceros puestos, tendrían que cometer algún error y eso va a ser difícil. En toda la temporada Dovizioso no ha cometido ni uno y Marc no lo va a hacer ahora, es bastante inteligente”, declara. Si bien, como demostró este viernes, cuando terminó con el quinto mejor tiempo a solo una décima del más rápido, Aleix Espargaró, en su box siguen trabajando para ganar. “Desde el primer día trabajamos siempre gran premio a gran premio. Solo puedes trabajar pensando en el Mundial cuando ya lo has ganado. Del mismo modo, hasta que matemáticamente no lo tienes perdido, se trabaja exactamente igual. Nuestro objetivo, pues, es ganar esta carrera”, certifica su ingeniero de pista, Ramon Forcada.
Él empieza a tener claro por qué la candidatura de su piloto, el favorito (optimismo que confirmó al ganar las dos primeras carreras del año), se ha ido desinflando poco a poco. Y sobre una certeza elabora una hipótesis. Lo que saben es que la Yamaha funciona peor en condiciones de poco agarre y ese mal rendimiento se agrava si llueve. Lo que deducen es que los cambios en el reglamento que obligaron a la implantación de una misma electrónica para todas las fábricas y el cambio de Bridgestone por Michelin han tenido un efecto negativo en el desarrollo de la nueva Yamaha. La fábrica japonesa ha hecho probar a sus pilotos (que se sepa) hasta seis chasis distintos mientras Honda y Ducati se centraban en mejorar el programa electrónico. Y el rendimiento de la M1 cayó en picado al introducir Michelin en junio una goma delantera más robusta a petición de algunos pilotos, entre ellos el mismo Valentino Rossi.
“Algo estamos haciendo mal, pero nos cuesta mucho identificar el qué, porque no somos los únicos que sufrimos en mojado o que tenemos problemas de agarre. Desde que existe la electrónica única tenemos menos margen de maniobra, porque ya no se trata de nuestra electrónica, que nos hacía de todo. Ahora necesitamos que el piloto aprenda con el gas a jugar con el neumático. Y a eso te acostumbras o no te acostumbras”, explica Forcada.
Viñales parecía superior a los demás en las primeras carreras. Sus rivales tenían problemas para conservar los neumáticos hasta el final de la carrera y en cambio el rendimiento de sus gomas no decaía. Hasta que Michelin intervino y cambió el neumático delantero, pues algunos pilotos se quejaban de su estabilidad en plena curva. “Teníamos una tracción buena mientras tuvimos un tipo de neumático. Cuando nos cambiaron el neumático delantero, tuvimos que cambiar la moto para adaptarla a ese neumático. Y por eso perdimos la tracción trasera. Además, cambiar la moto implica un cambio de pilotaje porque la moto es diferente: el piloto tiene que aprender y nosotros asimilar una puesta a punto distinta. Además, Michelin ha cambiado la carcasa del neumático trasero como unas once veces. Así es todo muy complicado”, resume Forcada.
Viñales tiene, pues, argumentos para no creer. Pero podría aferrarse a su buen inicio de fin de semana para confiar, al menos, en darse una alegría. “Este circuito me trae siempre muy buenas memorias”, dice.
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