En el Madrid haces historia o te la hacen
Sobre Gareth Bale se ha depositado la lupa del Bernabéu, utilizada normalmente los días de sol para abrasar ídolos
Javi Gómez Santander describía ayer en Papel el prestigio de la derrota en la narrativa. “En vez de irse al pasado a morirse mansamente, los derrotados se agarraron a la subsistencia en el subjuntivo. En vez de en un fue, permanecen en un qué hubiera sido”. Hay muchos cantares a la victoria y a la derrota, pero el empate es un lugar al que no se suele ir a menudo, y cuando se va es para presentarlo peor que un fracaso. No me refiero a los empates del Madrid, que son siempre derrotas y que se preocupe el Madrid si algún día no lo son, sino de esos jugadores que no llegaron a triunfar pero tampoco a fracasar: no puede decirse de ellos un ‘qué hubiera sido’ pero tampoco exactamente un ‘qué fue’.
Gareth Bale, que ha completado fases espectaculares en el Madrid y tuvo estrella el primer año (“el Madrid paga pastones por jugadores que marquen en finales, de los otros ya tenemos”), está en el momento ‘aurea mediocritas’ de su vida madridista, algo un tanto raro porque es un jugador que suele oscilar entre el cero y el cien: nunca se había detenido en el 50. El problema de Bale es que es un jugador tan descomunal, con tal superioridad física sobre el resto, que su empate en el campo es como los empates del Madrid: valen para poco. Un delantero explosivo sin mecha es un mal delantero; la fortuna va y viene (Bale tuvo mala suerte ante el Levante) pero sin mecha todo lo que sigue es el monólogo insoportable de una narrativa conocida y poderosa: siempre atrae más el qué hubiera sido, porque aporta ficción, que el qué fue.
Gareth Bale ha pasado de conseguir sitio en el Madrid de Benítez (aquella mediapunta probatoria con la que Bale se movía con libertad por todo el frente, y que duró lo mismo que los resultados) a ser utilizado como parche en el 9, lugar vacante en el Madrid que siempre está de moda: cuando Benzema tiene suplente de garantías y cuando no. Sobre el galés se ha depositado la lupa de Bernabéu, utilizada normalmente los días de sol para abrasar ídolos: el que sobrevive a esa lupa tiene media carrera hecha. La duda sobre Bale, que cumple cuatro años en el Madrid, no es si ha logrado ser un jugador más completo sino si ha conseguido mantener el nivel que tenía en los Spurs. Para eso tendrá que matar su propia narrativa, la que le están escribiendo fuera, la del chico al que se espera o deja de esperar. En el Madrid si no se hace historia, te la hacen.
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