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Todos contra el PSG

La liga francesa abre una temporada en plena expansión económica cimentada por la proliferación de propietarios extranjeros que se oponen al poder parisino

Mbappé y Fabinho, del Mónaco, disputan la pelota a Verratti, centrocampista del PSG durante la Supercopa que ganaron los parisinos.
Mbappé y Fabinho, del Mónaco, disputan la pelota a Verratti, centrocampista del PSG durante la Supercopa que ganaron los parisinos.FRANCK FIFE (AFP)

Más allá de la proa en la que habita el París Saint-Germain la Ligue 1 francesa crece e inicia este fin de semana un campeonato pleno de matices y de puntos de interés, en el que ya operan varios propietarios extranjeros que dotan a sus equipos de músculo económico. Es en todo caso una competición que se beneficia de una política que abona el país de prolíficas academias que cultivan talentos y ejercen como gran vivero del fútbol europeo. Cuatro jugadores forjados en ese entorno (Mendy, Lacazzette, Tolisso y Bakayoko) acaban de dejar la liga tras dejar a sus equipos ingresos superiores a los 40 millones de euros y una inmensa clase media parte cada verano en busca de nuevos destinos, pero la rueda no deja de girar. “Para un entrenador es muy difícil imaginar condiciones mejores a las que nos ofrecen tanto a través de los futbolistas como de los recursos para hacer nuestra tarea”, apuntó Marcelo Bielsa en la presentación del proyecto que le trae de vuelta al fútbol, el del Lille.

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Bielsa se cruzará en el debut de este domingo con Claudi Ranieri, que tras los gozos y las sombras de Leicester ha encontrado acomodo en Nantes. El Lille, con el empresario hispano-luxemburgués Gerard López a la chequera, ha gastado 65 millones de euros en lo que va de verano y una tercera parte de esa inversión la destinó a dos promesas brasileñas, Thiago Maia y Luiz Araújo. Será un volver a empezar para el técnico argentino tras su fugaz experiencia en el Olympique de Marsella, eterno antagonista al poder capitalino en el que intenta florecer la idea de Andoni Zubizarreta, al frente de la dirección deportiva. Un multimillonario norteamericano, Frank McCourt, sostiene un teatrillo en el que el patio de butacas está muy por encima del escenario: con la afición más entregada del país, la que más y con mayor pasión puebla las gradas, el OM apenas ha alzado una liga (en 2010) y tres copas desde los días en los que el dinero y las artes de Bernard Tapie le llevaron a ganar cuatro campeonatos consecutivos entre 1989 y 1992 y, en fin, a la única Copa de Europa que se puede contemplar en las vitrinas de un club galo. McCourt, cuya exmujer acaba de ser nombrada por Donald Trump embajadora en Francia, goza de la bendición de Tapie, siempre referencial en la volcánica Marsella. “Demostrará que con mucho menos que los qataríes puede competir contra el PSG”, apunta. En el último mercado de invierno pagó 31 millones de euros para reclutar de vuelta a Dimitri Payet, que ya goza de la capitanía de un equipo en construcción al que también regresan el extremo Thauvin y el meta Mandanda y se incorporan tipos con experiencia como Luis Guztavo, Germain o el exsevillista Adil Rami.

Con todo, el contrapeso futbolístico en el sur del hexágono galo lo abandera el Mónaco, no por nada el actual campeón, la sorprendente alternativa que amargó el estreno de Unai Emery en el París Saint-Germain, dominador las cuatro anteriores campañas y que apenas engrosó su palmarés el último ejercicio con Copa y Copa de la Liga. A la espera de lo que suceda con Mbappé, el club propiedad del ruso Dmitri Rybolóvlev ha ingresado este verano 168 millones de euros. Mendy, Bernardo Silva y Bakayoko desparecen de un once que se acomoda ahora en torno a Youri Tielemans, una promesa belga que suma más millones de cotización que años, 25 contra 20, y que tiene pinta de que a no tardar generará una nueva plusvalía en el Principado.

No lejos de Mónaco lo intenta el Niza, propiedad en su mayoría accionarial de un consorcio de inversores chinos y estadounidenses. Mantuvo la velocidad de crucero que le llevaba a pelear el título durante gran parte de la campaña pasada, pero sucumbió al final tras ir a rebufo de la aportación de Balotelli, que anotó 15 goles en 23 partidos, lejos en todo caso de los 35 de Cavani o los 28 de Lacazette. El nuevo delantero del Arsenal deja en el Olympique de Lyon 53 millones de euros que unidos a los 41 que pagó el Bayern por Tolisso o los 16 por los que el Zenit ruso se llevó al central argentino Mammana ponen los cimientos para el renacer de un club que ganó siete ligas consecutivas entre 2002 y 2008 para caer después en una profunda crisis económica que le descabalgó de su nivel futbolístico. Allí todavía manda Jean-Michel Aulas, una suerte de Asterix galo que trata de reinventarse ante los inversores foráneos. “Defiendo las causas indefendibles”, sostiene. A Lyon llega el exmadridista Mariano para portar el nueve en un equipo en el que ha adquirido un importante rol el mallorquín Sergi Darder. Su paisano Brandon, en el Rennes, Iván Balliu en el Metz, Jordi Mboula y Álvaro Fernández en el Mónaco y Jesé y Yuri Berchiche en el PSG conforman una colonia española que en los banquillos tenía la única representación de Unai Emery antes de la llegada este verano de Óscar García Junyent y el estilo Barça al histórico Saint-Ettienne.

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