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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una nueva justicia

El sistema construido por Rusia para hacer desaparecer los positivos de sus mejores atletas no es ya sofisticado, como dijo el presidente de la USADA del ciclista Lance Armstrong; es directamente “alucinante”

Manuel Jabois
Vista del exterior de la sede del Comité Olímpico de Rusia (COR) en Moscú, Rusia
Vista del exterior de la sede del Comité Olímpico de Rusia (COR) en Moscú, RusiaYURI K. (EFE)

El caso ruso, en su pureza, es una exhibición de valores un poco extravagantes que no sé si contradicen el llamado espíritu olímpico, pero sí fundan una nueva justicia, delicada cuando menos. Porque despoja al deportista del derecho a reinserción, revoca el principio de inocencia para instalar el de culpabilidad (todo deportista, si es ruso, es culpable hasta que demuestre lo contrario, como si en lugar de deportistas fuesen presidentes) y en cierta manera decide matar a todo el pueblo y dejar que Dios decida quiénes son los suyos.

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El COI reacciona contra Rusia castigando a todo su atletismo y delegando en las federaciones internacionales la capacidad de veto. Es una buena noticia para Rusia porque se sospechaba la prohibición general, el castigo colectivo que dejaba sin efecto la responsabilidad individual, incluso para ser limpia. “Los deportistas rusos de las 28 especialidades olímpicas tienen que asumir las consecuencias de lo que puede considerarse una responsabilidad colectiva, por lo que no puede aplicárseles el principio de presunción de inocencia. Pero también tienen derecho a la justicia individual, lo que significa que todos los deportistas tendrán la posibilidad de demostrar su inocencia para descargarse de la responsabilidad colectiva”, dice el COI.

Arribas lo resumió en este periódico con una frase transparente: “La ausencia de un positivo, en este sentido, no se considera prueba de limpieza suficiente si se es ruso”. Hay más: Yelena Isinbayeva considera que se ha enterrado al atletismo. Es una frase, ésta, matizable. El sistema construido por Rusia para hacer desaparecer los positivos de sus mejores atletas no es ya sofisticado, como dijo el presidente de la USADA del ciclista Lance Armstrong; es directamente “alucinante”. Ni en una película se consigue llegar a semejante idea de puro consumo propio. Como explicaba este diario, en las grandes competiciones celebradas entre 2011 y 2015 los espías rusos (la FSB, antes KGB), levantaban un edificio adjunto al laboratorio antidopaje. “Esta construcción estaba comunicada mediante un agujero, no mayor que una madriguera de ratón, con el cuarto en el que Rodchenkov realizaba el reparto de las partes alícuotas de la orina para los controles en horario de día. Las madrugadas las dedicaba a pasar a través de la ratonera los frascos de muestras de deportistas que el ministerio le había comunicado que se habían dopado al cuarto de la FSB”.

Pero ni esa depurada industria del mal y la trampa debe condenar a quienes no participaron de ella, o sea no se drogaron, y a los que de repente se les priva de lo más grande, los Juegos, víctimas de paso de una norma que no existía y que se aplica de forma retroactiva. Al menos muchos hemos descubierto la figura del “atleta neutral”, que compite sin bandera ni himno, y que no se representa más que a sí mismo. Apúntenme.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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