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Guardado, el capitán reinventado

El centrocampista, orgulloso de sus raíces, ha encontrado su mejor juego en Holanda tras pasar por España y Alemania

Andrés Guardado, en un entrenamiento
Andrés Guardado, en un entrenamientoAFP

Nueve años después de llegar al fútbol europeo, Andrés Guardado mantiene orgulloso el vínculo con su tierra. “Soy de Jalisco, la tierra del tequila y de los mariachis”, apunta el centrocampista, de 29 años. El tiempo no ha sepultado sus raíces, pero ha matizado su mirada tras pasar por tres países. En Holanda se maneja en inglés, ha aprendido el idioma y se siente querido por una afición que le idolatra. No encontró ese espacio ni en el Deportivo, ni en Valencia ni mucho menos en el Bayer Leverkusen. Guardado es el faro del PSV Eindhoven porque ha sabido reiventarse y de carrilero zurdo devino en mediocentro. México se beneficia de ese carácter dúctil ahora que ejerce además como capitán.

“Guardado tiene un espíritu amateur, siempre quiere jugar”, detalla el seleccionador, Juan Carlos Osorio. Con la selección mayor va camino de las 130 internacionalidades y valora la opción, casi descartada porque su club se resiste a darle permiso, de acudir a los Juegos Olímpicos como uno de los refuerzos mayores de 23 años. “Me debo al PSV y entiendo sus reticencias”, se resigna el jugador.

Eindhoven es especial para Guardado. Allí le cantan Cielito Lindo en el estadio y la gente llegó a cubrir el graderío del estadio con un mosaico con los colores de la bandera mexicana. “Lo más bonito que me pasó en una cancha”, agradeció el futbolista. Ese destino estaba escrito en su destino, era el que estaba asignado en el verano de 2007 para que diera el salto desde el Atlas tapatío, el club en el que se integró con apenas siete años y al que representó con 19 en el Mundial celebrado en Alemania. Tras aquel torneo intentó hacerse con sus servicios el Real Madrid, que quiso llevarlo para reforzar al Castilla bajo un contrato de cesión con opción a compra. Atlas no aceptó, pero ya sabía que el jugador quería probarse al máximo nivel. “Si me interesara solo el dinero me hubiera quedado en México, quería asumir retos”, explica.

La mejor oferta llegó desde Eindhoven, pero se cruzó el Deportivo, una de esas memorables negociaciones nocturnas del presidente Augusto César Lendoiro y un traspaso por seis millones de euros, la última gran operación del veterano dirigente gallego. “Los holandeses se fueron a la cama pensando que lo tenían fichado y cuando se levantaron ya era del Depor”, apunta Lendoiro cuando recuerda aquel pasaje.

Vuelta al Atlas

La expectativa superó el rendimiento del mexicano en su paso por A Coruña, de donde salió ovacionado tras contribuir al regreso del equipo a Primera División, en una campaña en la que el equipo batió el récord de puntos en la categoría de plata. Antes hubo más de un sinsabor, no ya por el descenso, sino por la falta de continuidad debido a frecuentes lesiones musculares. Cumplidos los cinco años de contrato, y tras rechazar Lendoiro la opción de un traspaso al Sporting lisboeta que suponía para el club recuperar la inversión al final de la cuarta campaña, se fue con la carta de libertad al Valencia. Allí fue a menos y sin brillo ni minutos buscó acomodo en el Bayer Leverkusen. Tampoco resultó.

En ese momento apareció de nuevo ante su puerta el PSV, un déja vu que le ha dado vida de la mano de Phillip Cocu, un técnico con pasado futbolístico en la medular que le ha evangelizado en su cambio de rol. “Fue muy bueno en esa posición, así que no puedo tener mejor maestro”, asume Guardado, que ahora desde posiciones más interiores pone al servicio de sus compañeros ese aire dinámico e industrioso que nunca le ha abandonado.

Sin haber cumplido los 30 años (lo hará el próximo mes de septiembre), con tan larga trayectoria, todo apunta a que el capitán de la selección mexicana tiene todavía muchos kilómetros que correr. Subyace un deseo, que late en el destino sin que sepa si podrá cumplirlo: que sean con la camiseta de su querido Atlas.

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