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Benítez alimenta su leyenda en Anfield

El Newcastle araña un empate ante el Liverpool en un partido en el que el técnico español acaparó aclamaciones

Rafa Benitez aplaude a la grada de Anfield.
Rafa Benitez aplaude a la grada de Anfield.Phil Noble (REUTERS)

Rafael Benítez alimentó su leyenda en Anfield, donde se presentó con un Newcastle de medio pelo y rescató un empate que es oro en su carrera por la permanencia en la Premier League. Así lo entendieron los aficionados de su equipo que se quedaron en la grada de Anfield bastantes minutos después del partido cantando su alegría. A un punto del Norwich, que ha jugado un partido menos e igualado con el Sunderland, que deberá jugar dos partidos más, el Newcastle alberga la esperanza de llevar la salvación a un tope situado en los 37 o los 39 puntos, algo así como ganar los dos próximos partidos (Crystal Palace en casa y el ya descendido Aston Villa a domicilio) y llegar con vida a la jornada final contra el Tottenham Hotspur. “El empate es bueno para nosotros”, resumió Benítez.

En esa matemática el punto de Anfield tiene además para el Newcastle el valor de haberlo obtenido ante un rival muy superior y que se puso dos goles por delante en el marcador. La secuencia inicial fue la siguiente: el estadio cantó en pie y con fervor habitual el “You’ll never walk alone” mientras los focos apuntaban hacia Benítez, seis temporadas entrenador en ese feudo entre 2004 y 2010. Nada más acallarse las voces, comenzó a rodar la pelota y de inmediato la grada comenzó a corear el nombre del entrenador español, que respondió con un tímido saludo. Mientras se desarrollaba ese ejercicio de afecto mutuo, Sturridge envió la pelota a la red para adelantar al Liverpool. Todo en tres minutos.

El gol envió de vuelta a Benítez a su dura realidad. El Newcastle, redivivo tras empatarle el pasado martes al Manchester City y golear tres días antes al Swansea, es un equipo que atesora carencias en todas sus líneas. El Liverpool las expuso por más que Jürgen Klopp guardase a algunas de sus mejores piezas de cara a la semifinal de Europa League que le espera el jueves contra el Villarreal. “Respeto las críticas de Norwich o Sunderland, pero llevamos jugados veinte partidos más que el Newcastle”, había apuntado en la víspera. Además, horas antes del partido el club decidió apartar del equipo al zaguero Mamadou Sakho tras recibir la notificación de la UEFA sobre un posible positivo en un test antidopaje. Pero al Liverpool le sobró para controlar al Newcastle. Marcó a la media hora por mediación de Lallana el segundo tanto y apenas recibió agobios hasta que en el descanso Benítez maniobró en la caseta, retiró a Ayoze Pérez, dio cancha a Wijnaldum y nada más regresar al campo Cissé fue capaz de acertar tras un grosero error del meta belga. Luego empató Coldback y dejó sobre el tapete una extraña certeza: el Newcastle había enjugado una desventaja de dos goles jugando a la contra. Con casi media hora para intentarlo y el balón en sus pies el Liverpool buscó el triunfo, pero se encontró con las dificultades de un oponente que ya estaba a cubierto.

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Benítez se fue de Anfield contento. Le agradó el resultado -“cuando uno está abajo en la tabla y puede ver espíritu de lucha en sus jugadores es para estar satisfecho”, apunto- y el recibimiento. Al final del partido, aficionados de ambos equipos corearon de nuevo su nombre. “Los minutos previos al partido fueron muy emotivos y ahora tengo a geordies y scousers (apelativo, respectivamente, de los habitantes de las zonas de Newcastle y Liverpool) de mi lado. Es para estar contento. Ojalá el Liverpool pueda ganar la Europa League”, afirmó el técnico español.

En el Etihad Stadium, el Manchester City tuvo una plácida velada previa a su cita del martes con el Real Madrid, dominador ante el Stoke (4-0), al que fulminó con goles de Fernando y Agüero antes del descanso y otros dos después, obra del joven Iheanacho, que descargó de minutos a De Bruyne, a resguardo en el banquillo. Con el partido sentenciado, Pellegrini también guardó a Silva, al Kun y a Fernando de un once en el que tampoco participaron Fernandinho y Kompany, otros dos indiscutibles para el técnico chileno, que se fue satisfecho, pese a que Yaya Touré acabó con problemas musculares: “Fue el partido perfecto, una buena forma de prepararse para la Champions. Para nosotros era importante hacer rotaciones”.

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