Ni pistolero ni caníbal, liberado Luis Suárez vuelve a la celeste
El ariete del Barcelona regresa a la selección de Uruguay tras cumplir sanción por morder a Chiellini en Brasil 2014
“¡Qué lindo! Extrañaba el mate, el tarro de dulce de leche, las charlas con Cavani, Ríos, Coates”. Luis Suárez se propone conquistar América después de ganar la Copa de Europa. El expediente del 9 del Barça ya no destaca por sus faltas y sanciones sino que sobresale por sus títulos y por sus goles: 43. Ha reaparecido la versión del clásico Pichichi, la que le permite competir por el trofeo de máximo goleador en cualquiera de las ligas que dispute, incluso por la Bota de Oro —compartió el galardón con Cristiano en 2014— y comparece ahora también un jugador de equipo, miembro del tridente azulgrana, uno de los mejores del fútbol —Messi, Suárez y Neymar—, aspirantes a revalidar el triplete del ejercicio 2014-2015
Los tres no solo mezclan en el campo sino que se llevan bien en las calles de Barcelona, Gavá y Castelldefels. Las familias de Messi y Suárez comparten ratos de ocio y el 9 calienta siempre con el 11, con quien se ha apostado una hamburguesa en el Brasil-Uruguay. A Suárez solo le pueden llamar El Gordo sus amigos del Barça. La excelente puesta a punto del charrúa fue capital para entender la buena marcha del equipo azulgrana, privado dos meses de Messi, en la primera vuelta de la Liga. Suárez no pudo viajar por sanción a su país y concentró sus esfuerzos en el Barça. Al igual que la temporada pasada, el 9 no paró de meter goles en la Liga, la Copa y la Champions.
Vestido de azulgrana, Suárez regresó al campo del Ajax y a la Premier, compitió en París y fue decisivo para tumbar a la Juve en Berlín. Ahora ya no se habla de El Caníbal por su mordisco a Chiellini en el Mundial de 2014 —antes también clavó los dientes a Bakkal e Ivanovic—, ni tampoco de El Pistolero sino que se elogia al ariete que descerraja las porterías de la Liga y la Copa de Europa y triunfa con el Barça de Messi y Neymar. Nadie ha respetado más a Suárez que Messi. El 10 regresó a la banda y le cedió el puesto de delantero centro, su puesto natural, el mismo del que no pudieron disfrutar Eto’o, Ibrahimovic o Villa. Nadie tiene más motivo para sentirse feliz que Suárez.
Soy el mismo jugador, voy a seguir con la misma actitud, discutiendo, pero ahora trabajo más la ansiedad y el nerviosismo Luis Suárez, jugador de la selección de Uruguay
Así que regresa a Uruguay, casi dos años después de la sanción de la FIFA —640 días—, un jugador igualmente agresivo con la pelota y más maduro que no manso: “Soy el mismo jugador, voy a seguir con la misma actitud, discutiendo, porque es mi forma de ser. La diferencia es que ahora trabajo más la ansiedad y el nerviosismo. Uno aprende con el tiempo”.
Una vez cumplido el castigo de nueve partidos con la selección, obligado a alejarse tanto del fútbol que firmó a escondidas su contrato con el Barça en verano de 2014, Suárez ya no se siente un “delincuente”, la sensación que tuvo cuando en Brasil supo su condena por boca de la FIFA. La vida le cambió porque durante la suspensión supo del interés del Barça y se suspendieron sus negociaciones con el Madrid. Aunque tuvo sus dudas sobre su integración en el Camp Nou, superó el desafío con un juego profundo, arrebatador, generoso y pícaro, propio de la garra de Uruguay. Ahora le queda completar la obra con la selección celeste, de la que puede ser capitán el viernes en Recife por la ausencia por lesión de Godín. Uruguay tiene dos puntos más que Brasil y Suárez quiere cantar victoria en memoria de Walter Ferreira, Manosanta, el fisioterapeuta que cuidó de su lesión en 2014. No será fácil tener un buen control emocional en un hombre de sangre caliente como el 9. Argentina, Brasil y Uruguay aguardan en cualquier caso al Messi, al Neymar y al Suárez del Barça.
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