Cuevas consume a Nadal
El uruguayo remonta en las semifinales al español (6-7, 7-6 y 6-4, después de tres horas y 28 minutos), plano en el juego y que sigue sin conseguir despejar el escepticismo en este primer tramo del curso
Venció quien más propuso, quien más lo mereció. Ese fue Pablo Cuevas, que tras derrotar por primera vez en su carrera a Rafael Nadal, en la treintena ya el uruguayo, hincó la rodilla izquierda sobre la arena y lanzó un rugido al cielo negruzco de Río de Janeiro. El charrúa, 45º en el ranking mundial, superó al español en un pulso ciclotímico que se prolongó hasta las tres horas y 28 minutos: 6-7, 7-6 y 6-4. De este modo, Cuevas disputará este domingo la final del torneo brasileño (ATP 250) frente al argentino Guido Pella, que terminó con la racha victoriosa del austriaco Dominic Thiem: 6-1 y 6-4.
Tras haber un paso adelante, parece haber haber regresado a una realidad similar a la de hace 12 meses
En apenas dos semanas, Nadal se ha quedado en dos ocasiones a las puertas de una final. Titubeante en Buenos Aires, tampoco consiguió el de Manacor despejar el escepticismo en la superficie carioca, en la que hace un año también se quedó en el penúltimo peldaño. Desde entonces hasta ahora, la cosecha ha sido menor –títulos en Buenos Aires (2015), Stuttgart, Hamburgo– y su rendimiento describe una parábola decreciente. Sorteada la ansiedad y el nerviosismo, ofreció señales positivas en el último tercio del curso pasado, pero el arranque de 2016 no invita para nada al optimismo.
Apeado en la primera ronda del Abierto de Australia por Fernando Verdasco, tampoco ha cogido vuelo en las dos citas posteriores, Buenos Aires (caída ante Thiem) y Río. Es decir, después de dar un paso adelante, el número cinco parece haber dado uno hacia atrás y haber vuelto a una realidad competitiva muy similar a la de hace 12 meses. No hay cabida para el reproche, puesto que Nadal no negocia con el deseo ni el esfuerzo –en palabras suyas, trabaja "más que nunca"–, pero actualmente está lejos de la Santísima Trinidad del circuito, de los Novak Djokovic, Andy Murray o Roger Federer.
La realidad es otra hoy día. Y así lo reflejó el duelo con Cuevas, el constante querer y no poder contra el uruguayo. Nadal se llevó el primer parcial, pese a que después de disponer de un 3-0 de arranque su rival replicase y condujera la suerte hacia el tie-break; ahí, el español se sostuvo (8-6). No así en la segunda manga, dilucidada en términos muy parecidos, con Cuevas a la iniciativa y él a remolque en el juego (de 5-2 a 6-6); pero, esta vez, el sudamericano tuvo mayor temple en la serie decisiva (7-3). Y en el set definitivo, la inercia guio a Cuevas hacia la victoria, pese a que Nadal lograse sortear previamente dos bolas de partido.
Desordenado y sin alternativas, plano y previsible, concluyó extenuado y desbordado
Fue la recompensa justa a lo expuesto por uno y otro. El charrúa percutió con una derecha potente (10 aces) y aún más con su revés a una mano; dominó los intercambios desde la línea de fondo. El de Manacor, mientras, flaqueó de nuevo con la velocidad en los segundos servicios y firmó 16 tiros ganadores menos que su adversario (32 por 48). Pero, por encima de todo, pecó de no materializar más que dos de las 13 opciones de rotura de las que dispuso. Nadal, desordenado y sin alternativas, plano y previsible, concluyó extenuado y desbordado, consumido por el cansancio y la humedad que envolvió la noche de Río.
Así cerró la gira latina el español, cuyos tropiezos comienzan a transformarse en una desagradable rutina. Avista a corto plazo el cemento norteamericano, Indian Wells (del 10 al 20 de marzo) y Miami (del 23 al 3 de abril). Allí, la situación exige una vuelta de tuerca. La voluntad no es suficiente.
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