El ‘soccer’ suspira por hacerse grande
La llegada de estrellas internacionales a la liga de Estados Unidos abre una nueva era
El español David Villa abrió la veda hace un año. Le siguieron el brasileño Kaká y el inglés Lampard. Y en las últimas semanas los anuncios de incorporaciones se suceden: el británico Gerrard, el italiano Pirlo y el mexicano Dos Santos.
El desembarco de estrellas supone el inicio de una nueva era en la liga de fútbol de Estados Unidos, la MLS. Recuerda al fenómeno vivido en los años setenta con la llegada de astros de la talla de Pelé, Cruyff y Beckenbauer. Entonces, la popularidad del soccer —como se denomina en este país— y la audiencia se dispararon. Pero fue un éxito fugaz. Ahora se busca un auge duradero.
La llegada de grandes figuras europeas y latinoamericanas a la MLS —el español Raúl juega en su segunda división— confluye con la creciente popularidad de las selecciones masculina y femenina estadounidense, y la consolidación del fútbol como un deporte muy extendido entre niños y adolescentes, entre otros motivos por ser menos peligroso que el fútbol americano.
En un país en que deporte y dinero son un binomio inseparable, las audiencias televisivas son el mejor termómetro del crecimiento del soccer. La victoria, hace tres semanas, de Estados Unidos ante Japón en la final del Mundial femenino fue el partido de fútbol más visto en televisión en la historia de EEUU. Con una audiencia combinada en las narraciones en inglés y español de 26,7 millones de telespectadores, superó el seguimiento de la final del Mundial masculino de 2014, y las últimas series finales —compuestas de varios partidos— de las ligas de baloncesto NBA y de béisbol MLB. Tras lograr su tercer Mundial, las jugadoras fueron aclamadas en un desfile por las calles de Nueva York.
No se podrá saber qué audiencia habría movilizado la selección masculina en caso de llegar a la final de la Copa Oro de la Concacaf, que disputaron la noche del domingo en Filadelfia los equipos de Jamaica y México. Presumiblemente, la ansiada final entre EEUU y México hubiese sido un éxito televisivo, pero el combinado local y defensor del título cayó sorpresivamente ante Jamaica en semifinales. Ese partido se jugó en un repleto estadio para 71.000 asistentes en Atlanta. Sin embargo, los cuartos de final ante Cuba en Baltimore registraron alrededor de media entrada.
Mark Trayvor y Josh Cramp, de 21 años, presenciaron, ataviados con la camiseta de la selección estadounidense, la victoria en la Copa Oro de México. Compraron las entradas hace un par de meses, convencidos de que EEUU llegaría a la final, como sucedía desde 2003. Trayvor considera que la derrota ante Jamaica es “dolorosa” por ser un equipo supuestamente inferior, pero señala que el impacto sería mucho mayor en un Mundial o Copa Confederaciones. Cramp vaticina que hacen falta entre 10 y 20 años para que el soccer se consolide como un deporte de masas, hasta que irrumpan estrellas locales que hayan estado jugando desde niños.
El papel de la selección
En cambio, Andy Markovits, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Michigan y erudito de la sociología del deporte, sostiene que la eliminación de EEUU suavizará el crecimiento del interés por el soccer. Esgrime que la selección masculina tiene que ser la punta de lanza para que el fútbol se acerque a la popularidad de los llamados big four: las grandes ligas masculinas de fútbol americano, baloncesto, béisbol y hockey sobre hielo.
Pero Markovits, autor de ensayos futbolísticos, es optimista. Cree que en 10 años la MLS será igual de competitiva que la liga española si se excluyen el Barcelona y el Madrid. Y que no tardará mucho en igualar la popularidad de la NHL de hockey. “Lleva tiempo”, dice en una entrevista telefónica, en que vaticina que el interés sería mayor si las reglas fueran más americanas, es decir menos rígidas. Que un partido acabe en empate es algo incomprensible para muchos estadounidenses.
Entre los factores que hacen presagiar un boom en EEUU: el extenso mercado, el músculo económico de los clubes, la llegada —a diferencia de los años setenta— de estrellas que todavía tienen años de buen fútbol por delante —Beckham fue precursor en 2007— o el creciente interés de anunciantes y televisiones (las ligas europeas se siguen en EEUU).
Las bases están asentadas. La MLS es la séptima liga del mundo en promedio de asistentes a partidos, por detrás de las grandes europeas pero por delante de la argentina, según los datos recopilados por el portal World Football. También supera en promedio a la NBA y la NHL. Los partidos de gira este mes de equipos europeos, como el Barcelona, han agotado el papel. EEUU fue el país que compró más entradas para el Mundial de Brasil 2014, en el que cayó en octavos de final.
La eliminación en semifinales de la Copa Oro desató duras críticas en los medios de comunicación al seleccionador estadounidense Jurgen Klinsmann, que lleva cuatro años en el cargo.
El columnista deportivo Adam Kilgore escribía el viernes en el diario The Washington Post que los reproches a Klinsmann son, sin embargo, un reflejo positivo: “Están repletos de pasión y representan la creciente conexión emocional de América con el fútbol”. Las críticas, alegaba, son las mismas que recibiría un seleccionador europeo y latinoamericano por una derrota inesperada, pero hace unos años solo las hubiesen hecho los “aficionados más radicales” y no los medios tradicionales.
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