Chile-Perú, una semifinal de litigios vecinales
Los conflictos jalonan la relación histórica de los dos países, que se jugarán una plaza en la final de la Copa América
Litigan sobre la tierra, el mar, así que no podía esperarse otra cosa que lo hiciesen también sobre el césped, que con un balón por medio Chile y Perú encuentren puntos de fricción y protagonicen duelos de alto voltaje. Ambos países se jugarán el próximo lunes (ya en la madrugada del martes, hora española) una plaza en la final de la Copa América en un clásico del Pacífico que trasciende a lo futbolístico porque ni tratados ni convenios ni resoluciones de altos tribunales acaban de ponerles de acuerdo sobre sus fronteras, cuanto menos sobre la pelota.
El último episodio acabó con una victoria peruana. Su cancillería presentó en marzo de 2009 documentación ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya para reclamar casi 35.000 kilómetros cuadrados de soberanía marítima en la zona limítrofe entre ambos países. Básicamente se trataba de dilucidar si la linde debía avanzar desde el último punto terrestre en línea recta o en diagonal, siguiendo el curso de la frontera. En enero de 2014 hubo fallo y éste satisfizo a los peruanos, que obtuvieron finalmente 21.000 kilómetros cuadrados que durante siglos habían sido chilenos, una zona de estimable valor pesquero. Fue el último episodio de una rivalidad larvada también en tierra, donde durante décadas estuvieron en disputa las tierras que albergan las ciudades de Tacna, la más cercana de Perú a sus vecinos, y Arica, ya en territorio chileno, reminiscencias de la Guerra del Pacífico que entre 1879 y 1883 dejó a Bolivia sin salida al mar y sacudió a Perú, cuya capital, Lima, llegó a estar ocupada por las fuerzas chilenas, peripecia sobre la que el gobierno de Michelle Bachelet trató de poner punto final hace ocho años al devolver casi 4.000 libros que habían sido incautados en los saqueos de aquel conflicto.
La rivalidad llegó obviamente al fútbol, terreno en el que se enfrentan desde 1935 y en el que discrepan en asuntos aparentemente tan triviales como el de determinar quiénes fueron los primeros en golpear el balón en lo alto mientras estaban suspendidos con la espalda hacia el suelo. Para unos es la chilena, para otros la chalaca. Eduardo Galeano documenta en “Fútbol a sol y sombra”, que la acrobacia tiene origen chileno y un delantero de Colo Colo la exhibió en España durante una gira en 1927, pero una investigación de Jorge Barraza, un erudito historiador del fútbol sudamericano, sitúa el origen de la cabriola en el puerto del Callao a finales del siglo XIX.
El devenir futbolístico situó a Chile y a Perú frente a frente en todo tipo de instancias. Los primeros dejaron a los segundos fuera del Mundial de 1974, pero les devolvieron la moneda en 1978. Eran años dorados para el fútbol peruano, que se había alumbrado tras llegar a cuartos de final en 1970 y plantar cara a la mejor Brasil de la historia e iniciar una década en la que fueron campeones continentales. Chile había sido tercera en su Mundial (1962), pero acumuló decepciones durante años. En el global de los duelos directos salen victoriosos y ahora parecen un paso por delante de su secular rival. La historia muestra a Perú con dos títulos de la Copa América (1939 y 1975, en una edición sin sede fija que resolvió contra Colombia en un desempate disputado en Caracas). En Chile duele no haber alzado jamás un trofeo. “Los que se quejen que miren por su país, que no tienen ningún título”, escribió en twitter el uruguayo Luis Suárez ante los lamentos del anfitrión tras el duro partido del pasado miércoles contra los charrúas. Todo Chile percibe que ésta es la gran oportunidad para cambiar la historia y justo ante la final aparece una nueva edición del clásico del Pacífico. Cuando se jugó el anterior le preguntaron al seleccionador chileno, Jorge Sampaoli, por la importancia del partido. Sólo necesitó dos palabras para ilustrarlo: “Es Perú”.
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