Alí Ben Hussein: Príncipe de la oportunidad en la meca del fútbol
Con el escándalo de corrupción en la FIFA, el hermano del rey de Jordania ha pasado de ser un candidato sin opciones a recibir apoyos
Cuando allí por el mes de enero el príncipe jordano Alí Ben Hussein anunció su intención de presidir la FIFA, su candidatura se vio como una nota de exotismo y glamour en la anodina elección del máximo dirigente del fútbol mundial. Pocos le concedieron serias opciones de victoria. No en vano, su adversario, el veterano Joseph Blatter, gozaba de una tupida red de contactos fruto de sus 17 años al frente de la institución, asunto clave en una votación que se decide por el mercadeo de influencias y favores.
Sin embargo, el arresto de siete altos cargos de la organización y la redada de las oficinas la FIFA en Suiza por un escándalo de corrupción, a tan solo unas horas de la votación definitiva, ha otorgado una nueva dimensión a las aspiraciones del joven príncipe Alí Ben Hussein, de 39 años. De momento, ya se ha granjeado el apoyo de varios países europeos, además del presidente de la UEFA, el francés Michel Platini.
Hermano del actual rey de Abdalá de Jordania, el príncipe Alí se ha formado en las más prestigiosas universidades del Reino Unido y de Estados Unidos, como es habitual entre los vástagos de las familias reales árabes aliadas de Occidente. Casado con Rim Brahini, ex periodista de la cadena CNN e hija del célebre diplomático de la ONU Lakhdar Brahimi, es padre de dos hijos.
A la pronta edad de dos años, Alí Ben Hussein, se vio sacudido por una tragedia: su madre, la reina Alia, falleció en un accidente de avión. Ya de niño, le apasionaba el deporte. Destacó sobre todo en la lucha libre, pero acabó optando por hacer carrera en los despachos del mundo del fútbol. Desde 1999, dirige la Federación Jordana de Fútbol. Entre sus principales logros, se cuenta la fundación de la Federación del Asia Occidental y, sobre todo, el levantamiento de la prohibición a las chicas de jugar con el hijab o velo islámico, una decisión ha permitido aumentar el número de niñas que juegan a fútbol en los países musulmanes.
Su perfil y el de Blatter no podrían ser más antitéticos. Blatter, de 79 años, no solo dobla en edad al príncipe Alí, sino que entró en la FIFA en 1975, antes de que naciera. Ben Hussein lleva tan sólo cuatro años ostentando una de las siete vicepresidencias de Federación Internacional de Fútbol. “Conoce perfectamente el funcionamiento de la institución, pero no ha tenido aún tiempo para ser machacado o deformado por ella”, declaró Platini, uno de sus principales valederos, al periódico deportivo l'Equipe.
El reciente escándalo de sobornos no es primero en una institución manchada por la corrupción desde hace años, y que maneja varios miles de millones de euros gracias a la organización, entre otros eventos, de la Copa del Mundo de fútbol. De ahí que el príncipe Alí convirtiera la lucha contra el fraude en el eje de su campaña desde el primer día. Entre sus propuestas figura una reforma radical de las prácticas de la organización, incluida una auditoría exhaustiva, pública y periódico de sus finanzas. Además, también pretende aumentar la dotación que reciben las federaciones de los países más pobres.
La pasada semana, los otros dos aspirantes al trono del deporte rey, Michael Van Praag, presidente de la federación holandesa, y Luis Figo, el ex jugador portugués que militó en las filas del F. C. Barcelona y el Real Madrid, retiraron sus candidaturas y pidieron el voto para el príncipe Alí Ben Hussein. Tras una buena campaña y una oportuna redada de las autoridades estadounidenses, a este presunto descendiente del profeta Mahoma -concretamete, miembro de la generación número 43- hoy necesitará una nueva dosis de fortuna.
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