“Me duele todo el cuerpo”
Laia Sanz (Corbera de Llobregat, 1985) está siendo una de las motoristas más regulares del Dakar, una carrera que lleva la mente y el físico a situaciones extremas. Las secuelas, visibles algunas de ellas, no impiden que la piloto de Honda mantenga la concentración aunque le falte tiempo para desconectar. En su quinta participación, tiene claro lo que quiere, y de momento lo está logrando.
Pregunta. ¿Es cierto que le da miedo volar?
Respuesta. No me gusta nada. De los viajes es lo que menos me gusta porque paso miedo en el avión. Si no se mueve y eso.., todavía, pero si hay turbulencias lo paso fatal.
P. Podría proponer hacer todos los traslados en moto.
R. No sería una buena idea. Son demasiados kilómetros, tocará aguantar.
P. ¿Qué es lo que lleva peor del día a día del Dakar?
R. No tener ni tiempo ni medios para desconectar. Cuando llegas al vivac tienes que hacer todo a contrarreloj para irte a dormir deprisa. Lo único que hago es escuchar música cuando preparo el roadbook (libro de ruta) e intentar dejar la mente en blanco cuando estoy sobre la camilla de masajes.
P. ¿Qué grupos le gustan?
R. Coldpay. Aunque tengo una lista de Spotify con música de todo tipo.
Lo que peor llevo es no tener ni tiempo ni medios para desconectar”
P. ¿Duerme bien?
R. No es que sea una persona de dormir mucho, pero aquí vamos muy cansados. Sin hacer nada, cinco o seis horas de sueño son suficientes, pero con el desgaste que tenemos dormir tan poco es duro. Y luego encima al día siguiente te meten unas palizas de enlaces por la mañana que vaya tela.
P. ¿Se siente cómoda tantos días dentro de una caravana?
R. Es genial, me gusta mucho, es la casa de las carreras. Es la misma que uso durante el Mundial de enduro. Es como estar en casa, lo coloco todo igual.
P. ¿Qué echa de menos?
R. A mis gatitas, las tengo desde hace poco y me da cosilla no estar con ellas. También a mi familia por supuesto.
P. ¿Habla con ellos a diario?
R. Sí. Mi madre siempre me envía un mensaje al principio y al final del día. Me dice que no corra mucho y que esté tranquila. Se fija en qué cara tengo cuando salgo por la tele y si me ven cansada se preocupa.
Para cruzar los Andes, nos pegábamos sustos los pilotos para no dormirnos”
P. Le va bien entonces la vida del camping.
R. No está mal del todo, aunque con lo que más harta acabo es con la comida porque es siempre la misma.
P. ¿Qué es lo primero que hace cuando se levanta?
R. Vestirme. La noche antes dejo la ropa preparada y lo hago antes de desayunar. Me pongo los pantalones del mono, la chaqueta, el camelbag... Para ganar 15 minutos de sueño ahora desayuno en la caravana y no en el comedor.
P. ¿Qué parte del cuerpo le duele más?
R. ¡Buff! (Ríe). ¡Estoy toda jodida ya! Me duele todo el cuerpo. Estos últimos días noto los brazos muy cansados, los antebrazos y las manos. También me empiezo a notar un poco cargada de estrés.
P. ¿Está bien diseñado el Dakar?
R. Podría mejorar. Este año encuentro que está siendo una carrera muy al esprint, al contrario que el año pasado. Me gustó mucho, fue muy autentico, teníamos un problema de media hora y no era definitivo y este año se va a un ritmo en el que nadie falla y estamos todos ahí. Ahora está siendo una carrera muy rápida en la que no hay navegación y tendría que haber más. Tampoco hay dunas, sólo 100 kilómetros de un total de 4.000 cronometrados, es muy poco. Ocurre por el hecho de que hay que tocar estos tres países. Es un tema de negocio.
Noto los brazos muy cansados, los antebrazos y las manos”
P. Parece que la victoria se la jugarán Barreda y Coma.
R. Ganará el que esté más concentrado y no cometa errores.
P. ¿Es supersticiosa?
R. Llevo una medalla que me regaló mi abuela, de Sant Antoni, que me la dieron en el primer Dakar y una pulsera de mi padre. Van conmigo siempre.
P. ¿Le sorprende lo bien que le está yendo en la primera parte del Dakar?
R. Sí, hasta ahora había logrado buenos resultados en la segunda semana cuando la carrera está más rota y a la gente le pasan más cosas. Estar cada día entre los 20 primeros es mucho más de lo que me había imaginado.
P. ¿Siente que los demás pilotos la observan?
R. Puede ser. El año pasado di un paso muy importante y la gente ya empieza a tenerme en cuenta. Ahora notan que he dado otro más.
P. ¿Qué siente sobre la moto?
R. De todo, hay momentos muy chulos en los que va bien la etapa, vas encontrando los way points, llevas un buen ritmo y te sientes genial. Pero hay otros muy duros, por ejemplo el segundo día, en el que los últimos 30 kilómetros no acababan nunca. Cruzar los Andes con frío y sueño fue difícil.
Hay momentos chulos sobre la moto en los que te sientes genial”
P. ¿Qué hizo para no dormirse?
R. Fui mucho rato con Helder (Rodrigues, compañero en Honda) y nos íbamos pegando sustos de broma con otros pilotos. Es fácil, te pones al lado y das un golpe de gas. Hay momentos en los que empiezas a pensar cosas, a imaginar, a cantar. Lo chulo sería escuchar música pero no se oye, he probado a llevar cascos, pero no la oigo, la intuyo.
P. ¿Ha pensado en qué haría si gana una etapa?
R. No, porque no va a pasar. Sería un sueño, pero no va a pasar.
P. Ni le pregunto entonces por ganar el Dakar.
R. ¿En coches? Algún día, quién sabe, ojalá.
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