Reto, Rato y Messi
13/10. Lunes
Comienzo la semana interesándome por el llamado Proyecto 1.59.59 del que escribe Carlos Arribas en esta misma web. El record mundial conseguido hace un par de semanas por Dennis Kimetto (2.02:57) ha impulsado la carrera hacia ¿lo imposible?. No lo creo. El mundo del deporte y su especialidad más pura, que es el atletismo, ha estado lleno de imposibles que finalmente han sido derribados, desde los diez segundos en cien metros a los seis metros en pértiga o records supuestamente imbatibles como los 8,90 de Bob Beamon en longitud o los 19,32 de Michael Johnson en 200 metros. Ni hay mal que cien años dure ni tampoco marca que resista un siglo. Según cuenta Carlos, ya corren rumores de grupos de entrenamientos con esa marca en mente y donde están involucrados corredores ilustres como Gebrselassie o Alberto Salazar.
Independientemente de esta carrera que al parecer se ha instaurado para ser el primer hombre en bajar de las dos horas, hito al que sólo le falta saber el cuando, no sé si nos hacemos idea de lo que significa correr esta colosal distancia de más de cuarenta y dos kilómetros a esas velocidades. Tomadas distancias y tiempos completos, las referencias son difusas y sólo al alcance de aquellos que han corrido un maratón y saben lo que es eso. Pero cuando te dicen que para bajar de dos horas hay que hacer 422 esprines de 100 metros a ¡17 segundos cada uno! es cuando empiezas a flipar. Porque casi todos en un momento dado, hemos corrido esa distancia. Y para hacerla una vez en 17 segundos, hay que ir ligerito. Lograrlo 422 veces seguidas, hay que ser un superhombre.
Había un entrenamiento de preparación física que solíamos practicar bajo el mando del gran Paco López que consistía en ir haciendo diagonales (más o menos 100 metros) en la parte central del campo de atletismo del INEF (había hierba) subiendo poco a poco la velocidad. Corríamos la diagonal y descansábamos el ancho. Las primeras eran en plan trote, luego más rápido y finalmente a toda pastilla. La referencias eran los ritmos de las diferentes carreras atléticas, empezando por el maratón, luego 10.000, 5.000, 1.500 y 800. Bueno, esa era la intención, porque llegar al ritmo de los 800, aunque solo fuese en una diagonal, era una heroicidad (yo me solía quedar en los 1.500 como mucho). Porque si la media en maratón es de 17 segundos por cada cien metros, en los 10.000 baja a 15,7 (y hacerlo cien veces seguidas) en 5.000 15,1 (50 veces) 13,7 en 1.500 (15 veces) y ¡12,5! en 800 (8 veces). Solo cuando intentas correr al menos una vez los 100 metros a estas velocidades y multiplicas, te das cuenta de lo que suponen estas estratosféricas marcas y hasta qué punto han llegado estos atletas superlativos.
14/10 Martes.
Escucho en la radio a un sicólogo que intenta explicar las artimañas mentales que suelen utilizar las personas metidos en asuntos turbios para poder dormir por la noche. Es una pregunta que seguramente nos hemos hecho todos alguna vez y ahora, con el escándalo de las tarjetas de Cajamadrid, vuelve a ser pertinente. No es la única ¿Se creerán sus autojustificaciones? ¿Qué contestarán a sus hijos cuando les cuenten que en el colegio Fulanito ha dicho "tu padre es un chorizo"? ¿Qué cuerpo les quedará cuando vean llorar de desesperación en la tele a los damnificados por las preferentes? ¿Ya sólo salen a cenar con otros supuestos corruptos para no sentirse incómodos?
A mí de todos los implicados en este caso, el que me produce la mayor animadversión es Rodrigo Rato, por lo que espero que el juez en algún momento le haga estas preguntas aunque solo sea por saciar mi curiosidad. Y es que no sé si le damos la suficiente importancia, pero estamos hablando de un personaje que estuvo en un tris de ser ¡Presidente del Gobierno! Quién puede olvidar aquellos tiempos de la libreta de Aznar, al que por cierto, la cara y el verbo se le está agriando día a día, y mira que era difícil. Sí, Aznar, que tenía a otro artista como Blesa de amiguísimo suyo. Si es cierta esa frase de por sus amigos le conoceréis....
La famosa terna de Rajoy, Rato y Mayor Oreja fue tema de debate durante un tiempo, y finalmente fue elegido el gallego inmutable. Ver y saber como vemos y sabemos en estos días (e intuíamos hace tiempo) que la catadura moral de Rato es, como poco, bastante dudosa, me hace pensar en cómo fue posible que dicho ser humano ocupase puestos de máxima responsabilidad en el gobierno de nuestro país, hasta el punto de quedarse a centésimas de ser la máxima autoridad del Estado, anacrónicos reyes aparte. Da escalofríos pensarlo.
Eso si, hay que agradecer a Rodrigo Rato que esté desmontando por completo una excusa habitual de ciertos políticos a la hora de defenderse de las acusaciones. "Yo ganaría más si fuese registrador de la propiedad" dijo una vez Rajoy. "Yo tengo la vida resuelta" soltó por esa boquita suya el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, que, manda huevos, sigue en su puesto. "Dinero ya tenía antes" expuso el exhonorable Pujol en su inaudita comparecencia en el Parlament. Pues bien, ahí está Rato, otro con el riñón perfectamente cubierto por cuestiones familiares pero que no le ha impedido hacer uso de la tarjeta para "fines representativos" sacando dinero de 1.000 en 1.000 euros cuando Bankia estaba a punto de explotar. O sea, que dejen de utilizar estas coartadas porque el mangoneo no entiende de estas cosas.
Las tarjetas opacas han compitiendo en las primera páginas con la crisis del ébola y las noticias sobre el nuevo infectado en EEUU. Veis, nos dicen ahora, en otros países muy avanzados también pasan estas cosas. Versión castiza de "nosotros lo hemos hecho muy mal, pero mirad, mirad aquellos". Vamos, el y tú más de toda la vida.
En el universo deportivo lo más destacable ha sido la inesperada derrota de los Sub 21 ante Serbia, que de golpe y porrazo nos deja sin Europeo 2015 y Juegos Olímpicos 2016. Lo que nos faltaba. Los mayores buscando su reinvención y los pequeños pifiándola a lo grande. Si es que yo ya sabía, desde que cambiamos la raza por el toque, la testosterona por el estilo, que esto iba a terminar pasando (sí, es ironía).
15/10 Miércoles
Hoy comienza la Euroliga de baloncesto. Esa competición que poco a poco va fagocitando a las ligas nacionales, de donde por cierto, vienen sus equipos. Y claro, cuando hay que defender intereses, Real Madrid, Barcelona, Unicaja, Laboral Kutxa y este año Valencia, tienen que estar en misa y replicando. Lo que yo sé, pues me lo dijeron mis padres muchas veces, que es imposible. Reflexionando un poco sobre pasado y futuro, me asaltan dos ideas contrapuestas. Por un lado pienso que el éxito de las competiciones europeas se basa en su excepcionalidad. Tomando como ejemplo la Champions, se celebra una fase previa de seis partidos y directamente se va a la eliminatoria directa. Aquellos que llegan a la final juegan trece partidos y unos cuantos alrededor de diez. Esto convierte cada encuentro en un acontecimiento, sobre todo a partir de octavos de final. Por otro lado, me parece sorprendente que por el Bernabéu, Camp Nou o Vicente Calderón, vayan a pasar, si llegan lejos en la competición, sólo tres o cuatro equipos de relumbrón al año, con la consiguiente merma económica.
Entre esas dos posibilidades, la Euroliga ha optado por el modelo de jugar muchos partidos, que va en contra de la excepcionalidad pues puede hacer que dos equipos se enfrenten hasta en siete veces en una temporada, pero por otro permite que a lo largo del año veamos a casi todos contra casi todos. Tampoco renuncia a la emoción de la Final Four, lo que produce el, para mí, el contrasentido de que después de un fase previa de diez partidos, un Top 16 de catorce y un playoff a cinco, el título se resuelva en dos partidos en un fin de semana. No hay modelo perfecto, pero tampoco es posible coger lo mejor de cada uno y hacer un Frankenstein. Quiero liga, quiero playoffs, quiero Final Four. Lo quiero todo. Sé que no me van a hacer ni puñetero caso, pero yo me cargaría el Top 16 y la Final Four. Primera fase de cuatro grupos de seis (de octubre a diciembre), dieciséis se clasifican y a partir de ahí, formato playoff hasta la final (de febrero a mayo). Más sencillo, menos partidos, más emocionante, más entendible, más justo.
16/10 Jueves
Se cumplen diez años del primer partido de Messi en nuestra liga, motivo por el que se producen nuevas revisiones sobre su figura. De entrada deberíamos todos felicitarnos por haber podido asistir tan cerquita a su excepcional carrera que, recordémoslo, a sus 27 años se encuentra todavía en su parte central. Con motivo de este aniversario, me sumaré a un debate que nunca llega a nada. El de quién es el mejor futbolista de la historia. Hasta la llegada de Messi, el cuarteto formado por Di Stefano, Pelé, Cruyff y Maradona componían el Olimpo futbolístico. Por razones que se me escapan, existe cierta corriente que se resiste todavía a colocar al argentino como quinto componente. Es que no ha ganado nunca un mundial, suelen argumentar, cuando ni Di Stefano ni Cruyff lo hicieron. Es que sin Xavi o Iniesta no hubiese sido lo mismo, como si los demás hubiesen jugado solos.
Por encima de esto, a mí hay una cosa que coloca a Messi en un nivel superior. Una vez que en cuestiones de calidad estamos hablando de cinco genios, es el momento de evaluar la cantidad. Y ahí Messi ofrece una hoja de servicios espeluznante. El número de partidos jugados de forma extraordinaria es enorme, y entre ellos muchos de los que hacen ganar títulos. Hasta la temporada pasada, Leo podía jugar 30 partidos al año de los de quitarte el sombrero, llenos de magia y contundencia. Así año tras año durante unos cuantos y en un fútbol hipercompetitivo. Ni Cruyff ni Maradona, los dos que yo he podido ver con regularidad, alcanzaron esta promiscuidad en la excelencia.
Pero bueno, ya decía al principio que este es un debate interminable en el que todas las opiniones caben y al que cada uno da a cada aspecto a tener en cuenta el peso que quiera. Lo que no cabe duda es que Messi es un regalo para todos los que amamos el deporte por encima del color de las camisetas y que esperamos disfrutarlo unos cuantos años más.
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