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San Lorenzo de Argentina se consagra campeón de América

El club, uno de los grandes de la nación sudamericana, derrota al paraguayo Nacional para llevarse su primera Copa Libertadores

Alejandro Rebossio
Julio Buffarini celebra el triunfo en la Libertadores
Julio Buffarini celebra el triunfo en la Libertadores J.M (AFP)

San Lorenzo había instalado tribunas extra en su estadio del Nuevo Gasómetro, en el barrio porteño del Bajo Flores, para que más hinchas pudiesen ver en vivo una gesta histórica. Y ese esfuerzo, como el de construir un equipo competitivo, ha cosechado sus frutos la noche de este miércoles. El Cuervo se consagró campeón de la Copa Libertadores de América, la versión latinoamericana de la Champions League, al vencer 1-0 en el partido de vuelta de la final al paraguayo Nacional, de Asunción.

El club con el que simpatiza el papa Francisco era el único de los cinco grandes de Argentina que nunca antes había levantado la Libertadores. De ahí tanta fiesta en el Bajo Flores y en distintos rincones de Buenos Aires y del resto del país sudamericano donde vive el millón y medio de hinchas de San Lorenzo. En el Vaticano, un portavoz del Pontífice había dicho que este miércoles era un “día especial”. Tenía razón. Y ahora los dirigidos por Edgardo Bauza, los defensas Santiago Gentiletti y Emmanuel Mas, el polivalente Julio Buffarini, los centrocampistas Juan Mercier, Néstor Ortigoza, Leandro Romagnoli -que se marcha al Bahía, de Brasil- y Héctor Villalba y el atacante Mauro Matos no se amilanan y hasta sueñan con doblegar al Real Madrid en la Copa Mundial de Clubes en diciembre.

El club con el que simpatiza el papa Francisco era el único de los cinco grandes de Argentina que no había ganado la Libertadores

Nacional sorprendió desde el primer minuto a San Lorenzo. A diferencia de la final de ida en Asunción, en la que el equipo argentino demostró la superioridad de sus jugadores y el paraguayo consiguió el empate 1-1 en el último minuto, en Buenos Aires los que dominaron fueron los dirigidos por Gustavo Morínigo, de solo 37 años y excentrocampista de la selección paraguaya en Japón-Corea del Sur 2002. Los del Tricolor presionaban desde el medio campo hacia adelante, ponían nerviosa a una defensa con escasa capacidad para iniciar una jugada ofensiva. El centrocampista Derlis Orué estrelló en el primer minuto un remate en el palo de Sebastián Torrico. Con toque, rapidez, diagonales, remates desde fuera del área como los del centrocampista Silvio Torales, de 22 años, las proyecciones de David Mendoza al ataque, la recuperación de balones de Marcos Melgarejo y la electricidad de los delanteros Fredy Bareiro y Julián Benítez, Nacional dominaba a San Lorenzo. En el anfitrión fallaban las jugadas individuales de Leandro Romagnoli y Héctor Villalba, de 20 años, que después mejoraron en la segunda etapa. El equipo de Bauza echaba de menos a Ignacio Piatti, que tras la primera final de la Libertadores se fue al Montreal Impact.

Pero a los 34 minutos del primer tiempo Martín Cauteruccio apareció en el partido con una tijera desdibujada, Ramón Coronel saltó con las manos abiertas y cometió penalti. Entonces fue el turno de la robusta estrella de San Lorenzo, Ortigoza, argentino hijo de paraguayo que jugó por la selección de su padre el Mundial 2010, que parece que sufre sobrepeso, pero que con asistencias, una desafiante omnipresencia e inteligencia para ordenar el medio campo conduce al equipo desde abajo hasta arriba. Ortigoza tomó una larga carrerilla, recta hacia la portería, aceleró el paso, desaceleró, engañó al portero argentino Ignacio Don y marcó el 1-0 a los 35 para delirio de las decenas de hinchas que abarrotaron el Nuevo Gasómetro. Fue quizá el único remate peligroso de San Lorenzo a la portería de Nacional en todo el partido. Nunca tuvo el pecho más hinchado Ortigoza que aquellos segundos, cuando mostraba el dorsal de su camiseta donde está impreso su apellido. Acababa de sellar su nombre en la mejor historia de San Lorenzo.

El argentinoparaguayo Ortigoza fue la estrella del campeón al marcar de penalti el gol de la victoria en la final

A partir de entonces, Nacional mantuvo el balón, pero perdió la gracia original. Y en el segundo tiempo el club del Papa comenzó a controlar el juego. Los paraguayos parecían desenchufados después del alto voltaje de los primeros 45 minutos, dejaban de presionar en defensa, apanas dañaban con un tiro libre de Marcos Riveros que buscaba una cabeza en el área a los 11 minutos del segundo tiempo. Era difícil que Nacional empatara. Ortigoza y Juan Mercier empezaron a lucirse a la hora de disciplinar el centro del campo. Así y todo nadie olvidaba que en el último minuto el Tricolor le había empatado al Cuervo en Asunción, que el club paraguayo se había destacado en esta Libertadores por sus partidos fuera de casa. San Lorenzo se acercaba a la portería de Don en búsqueda del segundo gol, aunque con la misma ineficacia que Nacional en los contragolpes a la caza de la igualdad. En el minuto 26, el colegiado brasileño Sandro Ricci no marcó un penalti contra Bareiro. A los 32, el atacante de Nacional volvió a asustar a Torrico con un remate por encima del larguero tras una jugada que vibraba de lado a lado. Pero esta noche de miércoles de invierno porteño debía ser santa y lo fue, pese a los nervios y la falta de control del juego en el último partido.

Fundado en 1908 por un cura, Lorenzo Massa, por eso lo apodan Cuervo, por la sotana negra de los sacerdotes. También lo llaman Santo o Santos de Boedo, su barrio de origen en la capital argentina. Tiene la quinta hinchada más grande de Argentina, con el 3,8% del total de la población, según la consultora Equis. El azulgrana es el cuarto ganador de ligas argentinas, unas 12, la última en 2013, con el hispanoargentino Juan Antonio Pizzi como entrenador, pero nunca había obtenido la Libertadores como los otros grandes: River Plate, Boca Juniors, Independiente y Racing, o como los más modestos Vélez Sarsfield, Argentinos Juniors y Estudiantes, que era el último club argentino que la había levantado hasta este miércoles, en 2009. Bauza, que había consagrado ya campeón de la Libertadores al único equipo ecuatoriano que la ha ganado, Liga Deportiva Universitaria, en 2008, fue quien reemplazó a Pizzi cuando se marchó a Valencia y quien hizo posible esta consagración. También tuvo su mérito el conductor y empresario televisivo Marcelo Tinelli, que como vicepresidente de San Lorenzo desde hace dos años ha puesto dinero y gestión al servicio del club de sus amores. Tinelli había tenido una experiencia infructuosa como dueño del Badajoz en 1998/1999.

Pero esta vez el Club Atlético San Lorenzo de Almagro (CASLA) ha logrado romper con la añosa broma de que su sigla en realidad significaba Club Argentino Sin Libertadores de América. Aquel que antes solo había arribado hasta semifinales de la copa, en esta oportunidad la conquistó. Y no es que no hayan brillado grandes jugadores en sus 106 años de historia: desde el español Isidro Lángara, el atacante del Oviedo que combatió por el bando republicano, emigró a Argentina tras la Guerra Civil y con sus goles entre 1939 y 1942 llevó a que muchos emigrantes de su país simpatizaran por este club argentino, hasta José Sanfilippo, Ricardo Lavolpe, Jorge Olguín, Oscar Ruggeri, Pablo Zabaleta y en los últimos tiempos Ángel Correa, que tras los cuartos de final de esta Libertadores fue transferido al Atlético de Madrid.

Los argentinos siempre se tienen fe en el fútbol y los de San Lorenzo se ilusionarán en los próximos meses con doblegar a los de Cristiano Ronaldo. Sueñan con igualar la gesta de Boca en la final de la Copa Intercontinental de 2000 ante los merengues.

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