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Los mileuristas de la ruta

Los ciclistas españoles se ven obligados a emigrar o a aceptar contratos de subsistencia

Ricardo García ha encontrado en Japón el lugar para seguir siendo ciclista.
Ricardo García ha encontrado en Japón el lugar para seguir siendo ciclista.Hideaki

"Además de ciclista, soy masajista, soldador y emprendedor”. Ricardo García, de 26 años, se quedó sin equipo al desaparecer el Euskaltel y decidió mantener dos de sus profesiones: ciclista y emprendedor. Lo de masajista o soldador quizá llegue más adelante. “Tenía dos opciones: emigrar o quedarme aquí en malas condiciones. Podía quedarme, pero elegí la aventura”. Y la aventura se llama Japón, donde corre para el Team Ukyo, un equipo que tiene entre sus principales objetivos correr en Europa el próximo año. Su historia, aparentemente novedosa, no tiene nada de excepcional entre los ciclistas españoles. Ricardo García ha encontrado en Japón el lugar para seguir siendo ciclista. Óscar Puyol o Mancebo, en Dubái; Renobales, en Filipinas; Víctor de la Parte o Prades, en Portugal. Y así un largo suma y sigue. La razón es sencilla: en España solo hay un equipo profesional de máximo nivel (Movistar), uno continental profesional (Caja Rural) y dos continentales (Euskadi y Burgos BH). En total, apenas 80 puestos de trabajo que hay que compartir con los ciclistas extranjeros que militan en equipos españoles. Entre 2004 y 2013 han desaparecido 14 equipos españoles de categoría profesional. Y la cosa aún puede empeorar: el equipo Euskadi, que tras la desaparición del Euskaltel recogió su espíritu original (jóvenes mayoritariamente de la tierra), “puede echar la persiana en septiembre u octubre si no aparece un patrocinador. Así es imposible resistir”, asegura Miguel Madariaga, manager del equipo. La espiral es lógica: menos dinero, menos equipos, menos carreras... menos ciclistas y peores condiciones de trabajo.

Los jóvenes ciclistas tienen que emigrar y la clase media del pelotón se ha empobrecido hasta amenazar con su desaparición. Nada desconocido en España, nada nuevo bajo los nubarrones. “Los ciclistas aceptan esas condiciones por el afán de correr, de llegar a ser ciclistas profesionales y demostrar que pueden militar en un equipo potente. Se la juegan un par de años o tres y, si no hay suerte, pues a buscarse la vida de otra manera”, afirma José Luis Santos, presidente de la Asociación de Ciclistas Profesionales.

Entre 2004 y 2013 han desaparecido 14 equipos españoles de categoría profesional

Desde luego, la mayor parte de los ciclistas profesionales españoles no corren por dinero, sino por ser ciclistas y estrujar al máximo su pasión por la bici. Según la normativa española, un ciclista de equipo World Tour debe tener un salario mínimo de unos 32.000 euros al año; el de un equipo continental profesional (la segunda división), unos 25.000, y un equipo continental (la segunda B), de 22.000 si ha corrido antes en profesionales y de 12.000 euros al año si viene del campo amateur. Sin duda, las cifras reales son mayores en el primer nivel (Movistar) e incluso en muchos casos del Caja Rural. En el extranjero, cada cual se rige por su normativa laboral e incluso hay países en los que existe la figura de ciclista autónomo, que debe costearse su seguridad social, aunque en esos casos el salario mínimo es mayor.

Sin embargo, que eso sea así no significa que ocurra así. “A veces los ciclistas asumen ingresos inferiores a lo estipulado y sin cobrar, contentos”, recuerda Ricardo García. “En España no hemos tenido este año denuncias por impagos, aunque hay que esperar a que termine para saber si nos llegan incidencias”, señala Santos (ACP).

“Hasta el momento”, asegura García, “puedo vivir de la bici, no sé por cuánto tiempo. Aquí se mueve bastante dinero en el ciclismo, hay proyectos emergentes y además he ganado una etapa y soy líder del Tour de Japón. Pero nunca se sabe. De momento me animó la aventura, conocer una cultura nueva, aunque la transición fue muy dura”. García ha corrido el Tour, el Giro, la Vuelta con el Euskaltel, y ahora vuelve a empezar. “La mayoría exprime hasta el final el deseo de ser ciclista. Agotar todas las posibilidades, por escasas que sean, hurgar la última oportunidad”, asegura José Luis Santos.

El ciclismo es consciente de que su situación es agónica, aunque sea dispar en cada país. “En España tiene un rejón”, afirma Madariaga. La UCI (Unión de Ciclistas Internacional) ha puesto en marcha una reforma del ciclismo profesional “que ya veremos lo que da de sí”, explica Santos. Quizá les obliguen a los equipos de primera a tener un equipo de segunda, aunque ni eso se sabe si será para bien. Hay muchos ciclistas en el mundo, pocos equipos y pocas carreras. La gloria de la profesión se ha visto afectada por la crisis y por la mala imagen del dopaje continuado, que ha alejado a algunos patrocinadores de la esponsorización de este deporte. La inversión no es segura. La calificación socioeconómica del ciclismo se acerca en algunos casos al bono basura. “Y, sin embargo, las cunetas se llenan de gente, las audiencias de las grandes pruebas aumentan y la fidelidad a los ídolos (Contador, Froome, Purito, Nibali, Valverde o Nairo Quintana) crece”.

Lo bueno es que en Japón no te enteras de nada. Corres tu circuito, intentas integrarte y sobrevives García, ciclista emigrado

Por detrás, el desierto tiene pocos oasis. El último campeonato de España profesional apenas contó con 34 profesionales. Había deudas económicas pendientes por parte de la federación española del campeonato anterior que, aunque se solventaron a última hora, intimidaron a los “emigrantes”. El Movistar barrió la carretera y eligió a su campeón, Jon Izagirre, mientras Valverde aprovechaba el trazado para entrenar el próximo campeonato del mundo que se celebrará en septiembre también en Ponferrada. Era un campeonato con ganadores sin rival, un espejo del ciclismo español, donde cada vez se sufre más por menos.

“Lo bueno es que estando aquí, en Japón, no te enteras de casi nada. Corres tu circuito de carreras, intentas integrarte, sobrevives y las noticias te llegan despacio. Y, de momento, no piensas más que en el presente a miles de kilómetros de distancia de tu hábitat natural. Luego ya veremos”. Y mientras, el ciclismo se llena de mileuristas. La imagen de los forzados de la ruta permanece casi intacta (solo afectada por el dopaje), pero la recompensa ha cambiado.

A otros les ha ido peor. Algunos no han cobrado lo prometido. Otros han sido contratados por equipos inexistentes, como el de Chile, que se iba a montar en España y encandiló a algunos exprofesionales y neoprofesionales que finalmente se quedaron sin equipo. Oroz, ex del Euskaltel, fue una de las víctimas que arremetió contra el promotor. Hoy corre en el Burgos BH tras haberse lucido en la élite del profesionalismo. “Esperemos que Fernando Alonso monte para el próximo año su equipo”, afirma José Luis Santos, “y que eso no solo amplíe el mercado español, sino que sirva de señuelo para inversiones presentes y futuras. Hoy por hoy es el asidero mayor que tenemos para un cambio de ciclo”. No obstante, Alonso ya se retractó de adquirir el extinto Euskaltel la pasada campaña por desavenencias entre “empresas”. Pero se da por hecho que el piloto de fórmula 1 aparecerá en escena para la próxima temporada. Si no ocurriera, el mazazo sería brutal. Hasta el mileurismo ciclista estaría en juego, y la emigración, más que una aventura, sería un estado límite de necesidad. Algo así como los ingenieros españoles del ciclismo, forzados, no de la ruta, sino de la emigración forzosa. Todo por correr, por cumplir una pasión, por “vivir de la bici”, como recuerda Ricardo García, mientras sea posible, “antes de volver a ser masajista o emprendedor o soldador, si hay un hueco para ello, que no es nada fácil tampoco”.

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