_
_
_
_
_

La sonrisa imborrable de los ticos

Los aficionados en Costa Rica se despiden del Mundial con festejos y orgullo por el desempeño de sus nuevos héroes

Alajuela (Costa Rica) -
Un aficionado costarricense, vestido de Superman.
Un aficionado costarricense, vestido de Superman.Esteban Félix (AP)

Ya se estaban acabando los ritos festivos y las alabanzas para Keylor Navas, el nuevo santo ‘tico’ en los altares del fútbol. Ya la sorpresa del Mundial estaba perdiendo sorpresa en su territorio porque los aficionados también se lo estaban creyendo. Se sentían con el derecho de ver a sus nuevos héroes en la seminales acabando de recolectar piropos del mundo futbolero. Se la creían y cantaban “sí se puede, sí se puede” desde horas antes más como una constancia que como un anhelo. En Costa Rica pensaban que la travesura global del deporte global podía continuar.

Así se prepararon para el juego contra la potente Holanda, pensando que sí podía y con centenares de vehículos sonando sus bocinas un poco por celebración previa y otro poco para animarse, porque nadie olvidaba que, al fin y al cabo, Holanda es una potencia y porque el desempeño de Costa Rica ya había roto las expectativas hacía rato. Era raro. La posibilidad de acceder a semifinales se mencionaba entre dientes y con una sonrisa nerviosa en cada esquina.

La población costarricense parecía preparada para cualquier resultado. De cualquier manera iban a brindar y salir a las calles para alabar a sus nuevos héroes. Esto fue lo que ocurrió dos horas y media después, cuando estos en Brasil quedaron descalificados por la ruleta de penaltis, después de resistir 120 minutos de futbol holandés con un 0-0 atribuible en mucho al arquero Navas. Con menos bulla y menos alcohol, menos baile y más cordura, miles acudieron igual a la rotonda La Hispanidad , al este del casto central de San José. Alguna cimarrona (grupos de música popular), algún petardo y algunas fiestas caseras también escuchaban desde la calle.

“Alguien se tiene que beber todo esto y hay que brindar por esos maes las veces que sea necesario”, decía Francisco, un joven de la provincia de Alajuela, mostrando una caja de 24 cervezas para él y sus dos amigos. Estaban zambullidos en el teléfono móvil porque les urgía un dato de vida o muerte, decía su compañero. “¿Cuándo llega la Sele?”, era la pregunta de ellos y miles en las redes sociales. Se informó de que llega el martes y “el recibimiento tiene que ser bárbaro”, exclamó.

Para muchos, los futbolistas de la Sele son héroes tanto como el director técnico Jorge Luis Pinto, el colombiano al que hace un mes miraban con escepticismo y ahora los diputados le ofrecen la ciudadanía de honor. La Asamblea Legislativa programó un homenaje desde antes de este juego, los ayuntamientos ya los han declarados “hijos predilectos” y aumentó en el Registro Civil la escogencia de nombres de los más mimados. Keylor, Bryan (por el volante Ruiz), Joel (por el delantero Campbell) y Celso (por el espigado marcador de zona media) van ya como homenaje en los recién nacidos. No son nombres castizos ni usuales, pero ya son nombres de héroes.

Dentro de 20 años, estos bebés sabrán contar una historia hasta hoy inverosímil para un pueblo que era muy aficionado al fútbol, pero que hoy está poseído por el orgullo nacional. Patria, Dios y futbol se han mezclado en torno al equipo liderado por Navas, un futbolista que se persigna y apunta al cielo cada vez que brilla en una jugada, que son muchas. Ha dicho que hay ángeles a los costados de su marco y ellos le ayudan a defenderse. El pueblo en su mayoría católico, puede creerlo, pero para otros más paganos el ángel es el mismísimo Navas.

Los seleccionados de Costa Rica, esos que hicieron trizas pronósticos y apuestas el quedar primeros en el “grupo de la muerte” se van invictos de Brasil. Anotaron cinco goles y solo les anotaron dos, resistieron con un hombre menos ante Grecia en octavos de final y ante Holanda con un Robben endiablado como era de esperar. “No somos una potencia; trabajamos con lo que tenemos y jugamos excelente”, decía Pinto y la imagen televisada lo mostraba lloroso. Aquí en Costa Rica también lloraban y las palabras “orgullo” y “grandeza” y “dignidad” eran lugares comunes este sábado.

Los ticos se relamen con el ego. Pendientes siempre de qué dicen de su país pequeño, en este caso su Selección los ha satisfecho. Que si Maradona dijo, que si Menotti alabó o si los programas deportivos mexicanos (tan criticados como vistos) han reconocido el papel de la “Sele”. Artistas hispanos como Alejandro Sanz, Jorge Drexler, Juan Luis Guerra y René (Calle 13) han dado el apoyo en sus cuentas en Twitter, además de personalidades de Centroamérica, donde han respaldo a los futbolistas costarricenses como suyos. Como en los reinados de belleza el título de “miss simpatía” equivale a una corona para quien no aspiraba a tanto.

Al término del partido, no se pudo. Los futbolistas costarricenses fueron mareados por la posesión de la pelota de los holandeses y dejaron en Navas mucho de su futuro, tanto que acabó como el mejor jugador del encuentro, según FIFA, por tercera vez en este Mundial. Los ticos se soñaban traviesos en semifinales del Mundial, pero la novela se acabó con ellos metidos entre los mejores ocho de la Copa, eliminados en el desempate por penaltis. Así nace una nueva leyenda deportiva con connotaciones mayores. “Todo un país los abraza, muchachos, son leyenda”, decía el presidente Luis Guillermo Solís.

Como en los mejores placeres, al final queda una sonrisa y no un lamento. En el caso de Costa Rica, aún es pronto para saber qué pasará con sus nuevos héroes o con su fútbol, pero ya la inyección de optimismo es evidente. “Ya estoy pensando en Rusia”, ha escrito en su perfil de Twitter el delantero Álvaro Saborío, lesionado días antes de comenzar este Mundial cuando su noticia alimentaba el escepticismo y hacía impensable la fiesta de hoy. Era la noche del sábado y no había rastros de tristeza.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_