La fuerza de la educación
Costa Rica se apoya en el orden y la capacidad intelectual de sus jugadores
Celso Borges es el cerebro de Costa Rica. Esto tiene mérito porque Costa Rica, la gran revelación del Mundial, es el equipo más cerebral del campeonato. El país destaca en el entorno latinoamericano por la calidad de la educación pública, reflejada en sus futbolistas. Según una encuesta del diario ‘El Nacional’ entre todos los jugadores de la Primera División costarricense, el 60% completó los estudios secundarios. Este punto es importante para mejorar la calidad de un juego eminentemente social en el que es preciso saber comunicarse con los compañeros y resolver problemas complejos. “Claro que la educación nos ayuda”, dice Borges, un espigado mediocentro de dicción elegante. “Los futbolistas necesitamos que la información que recibimos y trasladamos sea eficaz. Mientras más estudias más aprendes a analizar las cosas, a entender funcionamientos e instrucciones. El estudio es sumamente importante para ser jugador de fútbol. En nuestra selección hay tan buen entendimiento en el campo porque hay gente que es muy cognitiva. Gente siempre muy alerta. Dispuesta a aprender. El estudio nos ayuda a interiorizar la táctica”.
Borges es hijo de Alexandre Gimarães, el centrocampista que se distinguió en la primera selección costarricense en clasificar para un Mundial, en 1990. Aquel equipo pasó a segunda ronda después de derrotar a Suecia. Sus sucesores han conseguido mucho más. Alineados en el Grupo D con Inglaterra, Italia y Uruguay, tres campeones mundiales, derrotaron a Italia (1-0) y Uruguay (3-1), empataron con Inglaterra (0-0) y se clasificaron primeros. Lo hicieron practicando un fútbol prolijo y desenvuelto apoyándose en sincronizaciones precisas. Las maniobras de Costa Rica destacan por la compenetración de los jugadores. Un orden matemático con el que compensaron el desequilibrio teórico con sus rivales. Costa Rica es un país pequeño (4,5 millones de habitantes) sin gran tradición futbolística, pero ha sabido explotar al máximo sus recursos.
Cuanto más estudias más aprendes a analizar las cosas y a entender funcionamientos" Borges, jugador de Costa Rica
El seleccionador, el colombiano Jorge Luis Pinto, saca pecho con un hilo de voz. Está ronco de tanto dar órdenes: “En los ocho Mundiales en los que he estado estudiando equipos nunca vi esta línea de juego, estos movimientos tácticos. Yo en eso soy muy italiano. El concepto de la zona ‘pressing’ y de los bloques es muy italiano. Lo aprendí a lo largo de los seis Mundiales que seguí a Italia. Pero nosotros hemos dado un paso más allá”.
Las prácticas de Pinto en Costa Rica son exhaustivas, exigentes, y didácticas porque siempre se ejercitan principios del juego. “Yo”, dice, “desde el calentamiento trabajo táctica. Yo desde hace 15 años sigo la metodología de la periodización táctica de la que hoy habla Mourinho. Trabajamos muy analíticamente las expresiones tácticas. Trabajamos el espacio reducido con conceptos en defensa y ataque. Para mí la posesión de pelota pasó de moda. Hoy hay que hablar de creación colectiva. ¡La posesión de pelota no es nada!”.
Pinto tiene un punto exaltado. Parece un iluminado que encontró la tierra prometida: los jugadores más receptivos a su doctrina. “Hace dos años que trabajamos con el mismo grupo”, dice Borges, “y dentro de la cancha aunque uno no pueda oír todo, nos pasamos el partido comunicándonos constantemente. Los movimientos se repiten tanto que uno juega casi de memoria. Uno ya sabe qué pasa si uno tiene la bola del otro lado y Bryan viene acá, sabe que Gamboa está pasando al otro lado y entonces ya hay dos opciones, y si nos bloquean por ahí está Yoel, y si no… Es automático”.
“Lo más importante”, apunta Borges, “fue descubrir que los esfuerzos colectivos maximizan prestaciones individuales. El grupo trabaja diferente porque es consciente. Todo el mundo está haciendo trayectos y doblajes en los costados, y presionando, porque sabe que hay gente a los costados y atrás que te está respaldando”.
El laboratorio de Pinto, con todas sus dosis de psicología, táctica y verbalización, no funcionaría sin el combustible imprescindible: los frijoles con arroz
El empleo del psicólogo es otra de las particularidades de Costa Rica. Ahí, Pinto vuelve a jactarse: “Yo introduje el psicólogo hace 20 años. Los que no aceptan el trabajo mental sobre el comportamiento humano en un grupo competitivo están fuera del fútbol. El psicólogo está totalmente integrado. Tiene su mensaje y convive con nosotros”.
El psicólogo se llama Jaime Perozzo. Es un señor orondo, de gafas, muy serio, que cuando acabó el partido contra Italia, en plena euforia por la clasificación, reunió a los jugadores como si fuera el entrenador y les dijo que ahí no había nada que festejar porque el Mundial no había concluido y quedaba mucho por hacer. Marco Ureña, el delantero que le marcó el último gol a Uruguay, destaca la labor de Perozzo: “Nos ayuda a miramos un poco hacia adentro y a sacar toda esa fuerza que tenemos adentro, que no te das cuenta que la tienes ahí”.
El laboratorio de Pinto, con todas sus dosis de psicología, táctica y verbalización, no funcionaría sin el combustible imprescindible: los frijoles con arroz. Más de un fisiólogo deportivo se ha llevado las manos a la cabeza al conocer la dieta repetitiva del equipo de Costa Rica. Pero eso no se negocia. “Los frijoles con arroz no pueden faltar”, dice Ureña. “Usted le quita a un costarricense el arroz y los frijoles y no va a correr ni va a dormir bien. Es algo cultural. Los tomamos en el desayuno, el almuerzo y la cena. Siempre. Todos comemos lo mismo y el organismo funciona. Ahora estamos rindiendo con arroz y frijoles. Empezamos el día con arroz, frijoles, huevo, queso… Es muy fuerte, pero es la comida más importante que tenemos. En el almuerzo comemos arroz y frijoles con pollo y ensalada. Y en la cena otra vez”.
Frijoles Don Pedro, el patrocinador de Costa Rica, ha transportado 200 kilos de arroz y frijoles a São Paulo, donde se concentra el equipo. Hoy se miden a Grecia por los cuartos de final.
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