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Cita con la historia

Esta madrugada, el austriaco David Göettler y el polaco Tomasz Mackiewicz lanzarán su ataque a la cima del Nanga Parbat para apuntarse su primera ascensión invernal, mientras Simone Moro renuncia por problemas físicos

Trazado de la ruta schell.
Trazado de la ruta schell.

Suena La Primavera de Vivaldi desde el ordenador de Simone Moro mientras el italiano y su compañero de expedición, David Göettler preparan sus mochilas. Segundos antes sonaba el himno nacional ruso, cosas del gusto musical de Moro, un tanto disperso. La previsión meteorológica servida desde Europa anuncia para mañana sábado un día sin apenas viento y soleado en el Nanga Parbat (8.125 m), así que aunque fuera de la tienda ruja el viento y no se distinga ni el contorno de la montaña, los alpinistas han decidido enfrentarse a una contrarreloj para estar en la mejor disposición posible esta noche. Moro y Göettler llevan semanas compartiendo campo base con un equipo polaco, funcionando de forma autónoma en la montaña pero más que dispuestos a ayudarse si deciden atacar juntos la cima. Y esto es justo lo que ha ocurrido hoy: Simone Moro se ha visto forzado a renunciar tras pasar una noche de perros vomitando en el campo 2 (6.100 m).

Tienda en el campo 2.
Tienda en el campo 2.

Desde ahora, el polaco Tomasz Mackiewicz y David Göettler forman pareja, mientras que el también polaco Pawel Dunaj se ha instalado en el campo 3 para apoyar la retirada o el descenso de la cima de sus compañeros. El tercer escalador polaco, Jacek Teler se encuentra en el campo 2, también como apoyo, y espera que Moro se recupere y pueda unirse a él para reforzar el equipo de apoyo. Su idea es escalar lo más alto posible y aguardar el regreso del dúo de cabeza para ayudarles en su regreso al campo base. Así funcionan las cosas en las grandes montañas: los menos rápidos o los menos fuertes tratan de asegurar el descenso de los elegidos para pisar la cumbre.

Ambos equipos sabían que coincidirían en la montaña durante el ataque a cima, máxime cuando las ventanas de buen tiempo son tan infrecuentes. La de mañana puede representar el último cartucho a cara o cruz para cerrar 25 años de intentos infructuosos. De entre las 16 expediciones que han intentado escalar en invierno el Broad Peak, solo dos habían logrado alcanzar la cota de los 7.000 metros. Mackiewicz y Göettler son los terceros y se mueven prácticamente en estilo alpino acarreando una diminuta y ultraligera tienda, sacos de dormir, hornillo, gas y comida. Por delante observan un terreno desconocido, una travesía por la vertiente Diamir de la montaña cuyas condiciones son una incógnita, un viaje extremadamente largo de algo más de 1.000 metros de desnivel. Ahora, mientras derriten nieve y se hidratan en su tienda, el viento es flojo y se despide un día soleado. Mañana se anuncian condiciones idénticas justo antes de un cambio brusco del tiempo que traerá nieve y viento. Mackiewicz y Göettler partirán en la madrugada (hora local, 4 horas menos en España), probablemente sin haber podido identificar el mejor itinerario posible para alcanzar la vertiente Diamir desde la Arista Mazeno.

Polonia, que ha conquistado los dos últimos ‘ochomiles’ invernales en el Karakorum (Broad Peak y Gasherbrum 1), en línea con una enorme tradición de himalayismo invernal retomada por el propio Simone Moro, no podía faltar a su cita con la historia.

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