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Nadal, victoria protegiendo la espalda

El número uno, que reafirma la zona lumbar con cuatro cintas de fisioterapia, elimina 6-1 y 6-2 a Montañés y luchará hoy por las semifinales contra el portugués Sousa

Juan José Mateo
Nadal, ante Montañés.
Nadal, ante Montañés.Buda Mendes (Getty Images)

Una a una resbalan las gotas de sudor por el rostro de Rafael Nadal, empapándolo todo. Solo la humedad de la noche brasileña explica esa camiseta ahogada, porque el marcador no aprieta al campeón de 13 grandes en el torneo de Río, primero que disputa desde que perdió la final del Abierto de Australia entre terribles dolores de espalda: Albert Montañés, su rival de segunda ronda, se inclina 6-1 y 6-2 en 1h 14m minutos. El catalán cae frente al mallorquín presa de la misma dictadura inevitable que indica que el agua moja y que el cielo es azul. Juega con revés a una mano, y ese golpe, lo empuñe quien lo empuñe, difícilmente resiste el drive alto del mallorquín. Su destino es la derrota y eso no hay quien lo impida, tampoco esa espalda que el número uno mundial protege con cuatro cintas de fisioterapia cruzadas en forma de almohadilla sobre la zona lumbar.

Nadal, con las tiras en la espalda.
Nadal, con las tiras en la espalda.YASUYOSHI CHIBA (AFP)

El número 72 no es una perita en dulce. A los 33 años, Montañés tiene un bien ganado prestigio de tenista competitivo, capacitado para exprimir sus virtudes, maximizar sus capacidades y esconder sus defectos. Sin ser un gigante (1,75m) ni un peso pesado (70 kilos), ha logrado hacerse un nombre en el circuito, vivió una etapa en la que escuchar su apellido antes de un partido sobre arcilla provocaba escalofríos hasta en el mismísimo Roger Federer (le derrotó en la final de Estoril 2010) y tiene recursos para mantenerse firme en la pelea. Ante Nadal ninguno de sus atajos (la velocidad de piernas, la agresividad en la derecha) le sirvió de nada. Peleó más de lo que dice el marcador: sumó un break en la segunda manga, justo antes de que la grada ovacionara a lo grande a Guga Kuerten, el tricampeón de Roland Garros, presente en la grada, y se procuró otras dos bolas de break.

El mallorquín no se dejó impresionar. Sin alcanzar todavía su mejor versión tras más de tres semanas de inactividad, dio un paso hacia adelante en movilidad y chispa con respecto a su primer partido y abordó cómo y cuando quiso el saque de Montañés. Perdió su servicio en el segundo set y lo recuperó inmediatamente.

Así, Nadal se medirá ahora a Joao Sousa, que derrotó a Albert Ramos 7-6, 2-6 y 6-3, por un puesto en semifinales. Vive su plácido caminar en Brasil acompañado del peso de la responsabilidad por el presente y por el futuro. Solo David Ferrer, también en cuartos, donde le espera el local Bellucci, tiene peso como para discutirle el título; y solo el título, la confianza que da el éxito, la fe que da el triunfo, le permitirá asaltar con la serenidad que necesita la defensa de su éxito de Indian Wells en 2013, sobre cemento y desde la primera semana de marzo. Antes de eso, el español se dio un paseo... con la espalda vendada.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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