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Nueva York en tres semanas

Nadal, que vuelve en Montreal tras su derrota a la primera en Wimbledon, vivió el verano pendiente de su rodilla, ya sin vendajes, y entrenándose con Zimonjic, amigo de Djokovic

Juan José Mateo
Nadal, durante su único partido en Wimbledon 2013.
Nadal, durante su único partido en Wimbledon 2013.eddie keogh (REUTERS)

El Abierto de EE UU. Durante seis semanas, el último grande de la temporada (desde el 26 de agosto) apareció como una idea fija en el horizonte de Rafael Nadal y de su rodilla izquierda. Tras caer en primera ronda de Wimbledon, donde jugó sin atreverse a doblar la articulación tanto como exige el bote bajo de la hierba, el mallorquín sudó el verano con la rótula aparatosamente vendada. Este es un tenista que volvió a competir en febrero tras siete meses lesionado; un competidor que desde entonces ha ganado siete de los diez torneos que ha disputado; uno que tras Wimbledon se tomó con calma la vuelta al trabajo para que la “inseguridad” que sintió por sus malos apoyos de Londres no acabara en recaída. Ahora, Nadal ataca la gira americana, que comienza el lunes en el Masters de Montreal, pasa por Cincinnati y culmina en el Abierto de EE UU. Para afrontarla, diseñó un plan de crecimiento de seis semanas que llenó de parones para tratar su rodilla y contó con un aliado inesperado. Nenad Zimonjic, ex número uno de dobles y compañero de Novak Djokovic en la selección serbia.

“Conozco a Rafa desde hace mucho y llevábamos años hablando de hacer esto”, explicó Zimonjic por teléfono. “Entrenamos unas siete veces, pero entre medias a veces hubo periodos de dos o tres días de descanso para que se tratara la rodilla. A veces se movía más, a veces se movía menos, dependiendo de cómo se sintiera, pero siempre se exprimió para sacar lo máximo de lo que podía rendir cada día”, continuó. “Fue impresionante. No es fácil entrenarse con él. No mucha gente puede sostener su ritmo, su nivel, su intensidad, su velocidad de pelota y consistencia. ¡Pude ver que sigo estando en buena forma!”, añadió. “En ese sentido, es un poco diferente a Djokovic en intensidad, aunque los dos tienen en común su concentración y ambición por mejorar cada segmento del juego. Si Rafa me recuerda a alguien entrenándose es a Andre Agassi”.

"Entrenamos siete veces. Llevábamos años hablando de hacerlo”, dice el tenista serbio

Acompañado de Joan Forcades, su preparador físico, el mallorquín puso el acento en dulcificar los impactos en las articulaciones. Así, trabajó la resistencia en una cinta de correr antigravedad que le rodea de cintura para abajo con un plástico que le permite controlar la cantidad de aire alrededor de sus piernas y flotar. En busca de explosividad, se metió en la piscina, donde el agua también actuó como un escudo mientras Forcades servía de contrapeso para sus esprínes sujetándole con cintas elásticas. Utilizó la bicicleta estática. Cuando ya empezó a entrenarse en doble sesión, la pista de cemento de Manacor se convirtió en una especie de templo. Hasta ella fueron peregrinando, además de decenas de espectadores, Guillermo Vilas, campeón de cuatro grandes, y Shamil Tarpishev, histórico capitán ruso de la Copa Davis. Luego, Zimonjic. Finalmente, Nadal, se entrenó con Carlos Moyà, igual que cuando era un niño.

“Un tío como Rafa, que lo ha ganado todo, podría pensar... ‘qué me van a enseñar a mí que no sepa hacer’... pero él no es así”, cuenta Galo Blanco, ex número 40, director de la academia 4Slam Tennis y testigo de esos días de verano. “Esa es muchas veces la diferencia, esa mentalidad, que muchas veces se puede inculcar a los chavales desde muy pequeños. De haber llevado a uno de mis alumnos, le habría aconsejado que observara cómo [Nadal y Moyà] escuchan, cómo comparten cosas entre sí, cómo siempre quieren aprender algo nuevo. Es la única manera de ser mejores cada día”.

El mallorquín puso el acento en dulcificar los impactos en las articulaciones

Ahora, a los 27 años, Nadal vuelve a protagonizar la apuesta que le llevó a la final del Abierto de EEUU en 2010 (campeón) y 2011 (subcampeón), sus últimas participaciones: tras siete semanas sin jugar, llegar descansado pero sin ritmo a los torneos previos al grande y encomendarse a la raqueta hasta que respondan los pulmones.

“Tenística y técnicamente voy a más. Ahora me cuesta menos que antes recuperar sensaciones tras un parón”, dijo en Mallorca. Quienes vieron sus últimos entrenamientos observaron que la rodilla izquierda apareció virgen de esparadrapos. El examen de la pista dura marcará si vuelven los vendajes compresivos y pondrán a prueba el codo que le molesta desde la gira de tierra. El número cuatro afina de cara a Nueva York. “La temporada la afronto con la ilusión de siempre (…) Queda mucho por delante y hay que estar bien preparado”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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