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Iniesta dirige un recital

Una gran España derrota 2-1 a Uruguay con un soberbio papel del manchego y la excelencia general

José Sámano
Iniesta, rodeado de contrarios.
Iniesta, rodeado de contrarios. Felipe Trueba (EFE)

No hay equipo más cautivador que España cuando saca los violines. Lo hizo en su estreno en las Confederaciones y en la mayor parte de su reto con Uruguay se dio una fiesta de fútbol, de ese fútbol lírico que la ha encumbrado. Al frente, Iniesta, que es en sí mismo una oda a este deporte. En tiempos remotos hubiera sido brasileño. Con el baile que le caracteriza con la pelota cosida a la bota, el manchego fue el principal protagonista de la rotunda puesta en escena del equipo de Del Bosque. No fue la España retórica de algunas ocasiones, la que se anestesia con el juego horizontal. Esta vez fue ese conjunto que abanica el balón con mala uva, a la búsqueda de una rendija que le enfile al gol. Poética casi toda la noche, especialmente en el primer tiempo, solo le faltó evitar el desvelo final, cuando Uruguay, sin dictado toda la noche, encontró, con un gol de Luis Suárez, una vía de consuelo que no esperaba cuando ya bajaba el telón. Hasta entonces, el campeón del mundo fue el gobernador absoluto del juego, por más que en el segundo tramo se concediera un respiro y más espacios. Primero bordó el fútbol, luego lo controló. El marcador no fue agradecido con el juego. La única tacha para España.

ESPAÑA, 2 - URUGUAY, 1

España: Casillas; Arbeloa, Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba; Busquets; Pedro, Xavi (Javi Martínez, m. 76), Cesc (Cazorla, m. 64), Iniesta; y Soldado. No utilizados: Valdés, Reina; Azpilicueta, Monreal, Albiol, Silva, Navas, Mata, Villa y Fernando Torres.

Uruguay: Muslera; M. Pereira, Lugano, Godín, Cáceres; Gastón Ramírez (Álvaro González, m. 46), Gargano (Lodeiro, m. 63), Diego Pérez (Forlán, m. 69), Cebolla Rodríguez; Luis Suárez y Cavani. No utilizados: Castillo, Silva; Coates, Scotti, Aguirregaray, Á. Pereira, Ríos, Eguren y Hernández.

Goles: 1-0. M. 20. Disparo desde la frontal de Pedro que supera a Muslera tras rebotar en Lugano. 2-0. M. 32. Soldado, a pase de Cesc.2-1. M. 88. Luis Suárez, de falta directa.

Árbitro: Yuichi Nishimura (Japón). Amonestó a Cavani, Piqué, Lugano y Arbeloa.

Arena Pernambuco: 45.000 espectadores.

El despegue español fue contundente. Por momentos, con 11 uruguayos en su trinchera, hasta los cuatro zagueros españoles invadieron el territorio charrúa. Durante la primera media hora no hubo más partido que el que se jugó en la finca celeste. La posición de Cesc como escolta de Soldado dio profundidad a la Roja. Iniesta, Busquets y Xavi encontraron en su compañero otra estación hacia la portería adversaria. Cesc, indetectable para el radar de los de Tabárez, abrió muchas líneas de pase con su movilidad. Y pocos pasadores son tan agradecidos como los mediocampistas españoles. Cada vez resulta más evidente que en Cesc se ha impuesto su alma de delantero, no su pasado como volante.

Con Uruguay a punto de dimitir ante Iniesta, exquisito en su doble vertiente de asistente y regateador, fue el propio Cesc quien a los 10 minutos estrelló la pelota en el poste derecho de Muslera tras un servicio del manchego sin tocar el balón, dejándole correr entre sus piernas. Fue la antesala del gol de Lugano en propia puerta tras un disparo de Pedro desde fuera del área. El broche al estupendo arranque español. España era voraz también para el quite y en la periferia del área de Muslera, lo que ahogaba aún más a Uruguay, que no encontró alivio hasta que ya en el segundo tiempo el grupo de Del Bosque manejó el marcador a mayor distancia de la meta rival.

No fue La Roja retórica de otras veces, sino la que abanica el balón con mala uva

Sometida a un calvario, Uruguay se activó ligeramente por las bravas. Un codazo de Cavani a Ramos, otro del Cebolla Rodríguez a Alba, uno posterior de Lugano a Soldado… Los españoles no cayeron en el campo de minas. Demasiado encogida, la selección de Tabárez se desenchufó por completo de Luis Suárez y Cavani, sus señas de distinción. Ambos deben buscarse la vida por su cuenta y solo se encontraron una vez. En los minutos del zafarrancho sudamericano, el jugador del Liverpool —que dejó huella con su gran gol— conectó con su compañero en una jugada estratégica. Cavani apenas despeinó el balón, manso en las manos de Iker Casillas. De regreso a la competición oficial, el capitán español casi ni pudo entrenarse. Se lo impidió un rival inerme, sin espinas ni aguijones, pese a la merecida reputación de sus dos delanteros y por mucho que al final encendiera la mecha. Solo Luis Suárez, con el postrero gol uruguayo, puso en alerta al meta español en una ejecución soberbia de una falta para la que ningún guardameta hubiera tenido respuesta. Al tedio de Casillas también contribuyó la defensa española, sin fisuras. Un notable general y un sobresaliente singular, el de Arbeloa, magnífico en los auxilios, en los cierres oportunos, siempre bien posicionado y sin artimañas. Conviene no olvidar que los grandes títulos de esta España se han producido con el candado en la portería. No es solo un equipo sutil en ataque.

La infinita superioridad española quedó certificada con el segundo gol, obra de Soldado. Una doble excelente noticia para Del Bosque: la propia diana y su autor. Hace tiempo que España precisa señales de humo de alguno de sus arietes. El seleccionador intuye que es el momento de Soldado. Le concedió la titularidad y respondió no solo con la eficacia que se le reclama a un delantero. El capitán del Valencia (el único club español que aporta jugadores a esta selección salvo Barça y Madrid) ofreció muchas soluciones al juego.

Demasiado encogida, la selección de Tabárez se desenchufó de Suárez y Cavani

Soldado se mueve muy bien como ancla de los centrales contrarios, se maneja de espaldas y no fueron pocas las veces que dio continuidad a las jugadas con paredes o toques delicados y precisos. Su conexión con Cesc en el segundo tanto fue expresiva. Tiró el desmarque al sitio adecuado y resolvió como el goleador que es. Quizá España haya encontrado en él la ficha que le faltaba. Como ha encontrado en el caso Casillas la vuelta a la normalidad. Resultó elocuente ver cómo tras el pitido final, inmediatamente la mayoría de sus compañeros fueron a abrazar al capitán. A ese Casillas que, como ayer, ya se alineó como titular junto a Ramos, Xavi e Iniesta el 10 de junio de 2008. Los cuatro repitieron foto inicial en Recife, como en aquel duelo con Rusia en Innsbruck en la Eurocopa de Suiza y Austria. Allí empezó el ciclo celestial que España aún quiere prorrogar en Brasil, la gran patria del balón.

El partido, en datos

  • El 'once' inicial de Del Bosque estuvo integrado al completo por jugadores de clubes españoles. Ninguno de los 9 'extranjeros' de la convocatoria fue titular, circunstancia que no se daba en La Roja desde el 26 de mayo de 2012 en un amistoso ante Serbia.
  • El 1-0 de Pedro, su primer gol desde fuera del área con la selección, suponía el 11º tanto del canario con La Roja en lo que va de temporada. Villa mantiene el récord con 13 en la 2008-09 y también marcó 11 en la 2009-10.
  • El 2-0 fue el sexto tanto de Soldado en 10 partidos con España y supuso la 15ª asistencia de gol de Cesc en la era Del Bosque (las mismas que Silva). Solo Xavi, con 17, les supera.
  • Del Bosque se convirtió en el primer seleccionador en dirigir a España en cuatro torneos: un Mundial, una Eurocopa y dos Copas Confederaciones.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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