El Valladolid llega a la meta
Un tanto de Javi Guerra consolida al Valladolid una temporada más en Primera y compromete peligrosamente a los gallegos que siguen anclados en los puestos de descenso
Llegó a la meta el Valladolid, la misma que el Deportivo comienza a perder de vista. Seguirá en Primera División el equipo que prepara Miroslav Djukic, referencia en el primer Super Dépor, hoy técnico emergente, capaz de extraer lo mejor de un plantel de meritorios en el que además Ebert, su mejor futbolista durante un buen tramo de la temporada, ha desaparecido. Ni así ha decaído el Valladolid.
El Deportivo, alicaído media campaña, redivivo en el último tramo, se complica hasta el punto de que necesita dos victorias y un empate en los tres partidos que quedan (Espanyol y Real Sociedad en casa, Málaga en La Rosaleda) para alcanzar la cota de los 39 puntos, donde se supone que puede estar la línea de una salvación a la baja. Llega a este punto tras perder su primer partido después de siete invicto, lo que da una idea de la rémora que lleva encima, del déficit de una primera parte de la temporada desastrosa. En el Nuevo Zorrilla encaró una cita definitoria y salió al campo como se supone que tiene que salir un equipo que lleva tras sí a cinco mil espectadores, buscó la pelota, se hizo con ella y la gestionó. Mandó y hasta sorprendió al Valladolid, que por momentos sintió como si el partido se jugara lejos de su estadio, sometido en el campo y en el graderío. Ya se sabe que un desplazamiento masivo ayuda a multiplicar la pasión. Los futbolistas del Deportivo la sintieron desde que pisaron Valladolid, desde que en el trayecto hacia el estadio sintió que el corazón, el alma y hasta el cuerpo de una ciudad estaba con ellos. Pero el fútbol no es un juego de voluntades, ni siquiera vale con exponer y proponer. Hay que querer y saber y al Deportivo le faltó fútbol para plasmar su superioridad inicial en llegadas a la meta de Jaime. No lo logró tampoco porque el Valladolid supo sufrir atrás. Y a partir de esa capacidad agonística fue creciendo hasta encontrar su lugar en el partido. Se orientó el equipo de Djukic hacia la contra, a una respuesta rápida que encontró más lucidez por el flanco de Larsson que por el de Ebert, impreciso en el toque y en el pase.
Valladolid 1 – Deportivo 0
Valladolid: Jaime; Rukavina, Marc Valiente, Jesús Rueda, Balenziaga; Ebert, Álvaro Rubio (Sastre, m. 57), Víctor Pérez, Óscar (Baraja, m. 86), Larsson (Bueno, m. 74); y Javi Guerra. No utilizados: Dani, Sereno, Peña y Manucho.
Deportivo: Aranzubía; M. Pablo (André Santos, m. 86), Aythami, Zé Castro, Silvio; Juan Domínguez (Jesús Vázquez, m. 85), Álex Bergantiños (Nelson Oliveira, m. 63); Bruno Gama, Valerón, Pizzi; y Riki. No utilizados: Lux, Kaká, Ayoze y Camuñas.
Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó a Álvaro Rubio, Rukavina, Javi Guerra, Nelson Oliveira
Goles: 1-0, m. 48. Javi Guerra
Nuevo Zorrilla. 21.239 espectadores.
Porque fue Larsson el que encendió la primera alerta para el Deportivo cuando encontró a Manuel Pablo en el uno contra uno y habilitó una volea de Óscar en la frontal. El equipo de Vázquez se había volcado con generosidad para destaparse más de lo debido sobre todo cuando Pizzi o Bruno Gama dejaron de encontrar los caminos del repliegue. Así que de pronto, con media hora de ir y venir el partido estaba donde había empezado. El Deportivo había quemado su fragor inicial sin ni siquiera probar al meta rival y el Valladolid comenzaba a sentir que su momento se acercaba. Llegó ese punto con el inicio de la segunda parte, con el gol. Marcó Javi Guerra en un gol inexcusable para la zaga coruñesa, que vio pasar de largo un saque de esquina botado por Ebert. La pelota entró hasta el corazón del área pequeña y allí Javi Guerra definió de tacón en un fantástico epílogo para una acción mal defendida.
Al Deportivo, que empezaba a sentir que el empate igual no era mal negocio, le descolocó el tanto en contra. Se recompuso a base de meter más madera, con Nelson Oliveira por Álex Bergantiños y Valerón para sacar el balón desde atrás como mediocentro, por detrás de Juan Domínguez. Vázquez buscaba concreción, llegada. Y nadie como el portugués para encontrar la portería, un tipo que desde antes de recibir la pelota siempre tiene la idea de engatillar. Fue el primero en probar al meta Jaime, en estirar a un equipo en el que las ganas estuvieron muy por encima del fútbol, al que el orgullo y la vergüenza torera le invitaron a dejar un último arreón. Allí golpeó Bruno Gama para revelar que el portero local no era una garantía. Marcó Oliveira en fuera de juego. Quiso el Deportivo, pero no le llegó siquiera para sacar un empate en el campo del Valladolid, cuya gente que gritó al final, plenos de orgullo, que son de Primera.
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