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Un centímetro vale el Masters

El australiano Adam Scott gana la chaqueta verde en un loco final de torneo y tras dos hoyos de desempate con el argentino Ángel Cabrera, que rozó la gloria.- Woods es cuarto

Scott posa con la chaqueta verde.Foto: atlas | Vídeo: J. S. (AFP) / Atlas
Juan Morenilla

Y de repente, la locura volvió al Masters. Había estado escondida, agazapada, esperando su oportunidad. El final de la película parecía claro, el sastre retocaba la chaqueta verde para el ganador y el público aguardaba los títulos de crédito para aplaudir. Pero entonces el guionista cambió el escenario y los protagonistas, y hasta el cielo comenzó a jarrear mientras la luz del día se apagaba. El australiano Adam Scott ganó el Masters de Augusta tras dos hoyos de desempate con el argentino Ángel Cabrera, después de que ambos llegaran igualados a la meta con 279 golpes, nueve bajo par. Pero hasta llegar hasta ahí pasaron cosas increíbles.

Clasificaciones

1. Adam Scott (Aus), 279 golpes, nueve bajo par.

2. Ángel Cabrera (Arg), 279. Scott gana el desempate tras dos hoyos.

3. Jason Day (Aus), 281.

4. Tiger Woods (EEUU) y M. Leishman (Aus), 283.

6. Thorbjorn Olesen (Din) y Brandt Snedeker (EEUU), 284.

8. Sergio García, Matt Kuchar (EEUU) y Lee Westwood (Ing), 285.

20. Gonzalo Fernández-Castaño, 289.

25. Rory McIlroy (N.Irl), 290.

50. José María Olazábal, 285.

58. Tianlang Guan (Chi), 300.

Cabrera ya hacía sitio en el armario a su segundo saco verde cuando al inicio de la segunda vuelta mandaba con dos golpes de ventaja. Ya no es el argentino aquel hombre nervioso que se pasó fumando la última ronda del US Open de 2007 porque no soportaba el ansia por ganar su primer grande. Aunque sigue calando el humo de los cigarrillos tras dejarlo algún tiempo, Cabrera es hoy un tipo hecho, abuelo de su primer nieto a los 43 años. No parecía que pudiera pesarle la presión a estas alturas. Pero el Masters es mucho Masters y un bogey en el 13 dio la vuelta al cuento. El también australiano Jason Day comenzó entonces la caza y captura. Birdies en el 13, el 14 y el 15, y ahora era él quien tenía su primer grande en las manos a los 25 años. Hubiera sido un final demasiado sencillo. ¿Un poco más de emoción? Bogey de Day en el 16 y.... birdie de Cabrera luego en el mismo hoyo. Todo otra vez al revés. La historia se escribía ahora en el español de Cabrera, un hombre que se niega a hablar en inglés y lleva un traductor a su sombra.

El thriller fue demasiado para el corazón de Day, que salió de escena con otro bogey en el 17 y con un putt fallado por un suspiro en el 18 que le hubiera dejado con opciones de alcanzar a los de arriba. El chico había tenido un grande en los dedos, y se le escurrió bajo la lluvia. Bajo el paraguas, se quedó pensando en lo que pudo ser. La chica se la jugaban entonces un resucitado Cabrera y Adam Scott. Eran junto a Day dos australianos y un argentino peleando por el triunfo mientras Europa y Estados Unidos miraban envidiosos.

Cuando parecía que el final de la película estaba claro, todo dio un gran vuelco

La bola de Cabrera había pasado un centímetro al lado del hoyo del 17. Definitivamente ha sido el Masters de la mínima distancia. Que se lo digan a Tiger y su golpe a la base del palo de la bandera, un remate que le convirtió en un actor de reparto cuando comenzó la película como protagonista. Acabó cuarto a cuatro golpes en lo que iba a ser el torneo de su regreso al olimpo.

Cabrera abraza a Scott tras el final.
Cabrera abraza a Scott tras el final.David Goldman (AP)

Scott se creía ganador, y con todo el derecho, cuando embocó un sublime putt de seis metros en el hoyo final. Ya está, pensó. Solo un birdie de Cabrera podía igualarlo. El argentino había escuchado el gol desde la otra esquina del hoyo. Sabía que necesitaba toda su inspiración. Miró a su hijo Ángel, que le hacía de caddie, y...

¿Era posible? Scott se había marchado a la caseta y vio el desenlace por televisión mientras entregaba la tarjeta: la bola de Cabrera había aterrizado a un metro de la bandera. El australiano tuvo que salir a mojarse otra vez para jugar el desempate. Era la maravilla del golf, la chaqueta verde cambiando de una espalda a otra, Augusta en pie. Cabrera sabía de qué iba aquello. El sastre ya tenía sus medidas después de que ganara un desempate a Kenny Perry y Chad Campbell en 2009.

Escena siguiente. Hoyo 18. Desempate. Después de dos llegadas cerca de green casi clavadas, las dos bolas mirándose a los ojos, Cabrera la deja... a un centímetro del hoyo. Scott iguala. Van al 10. Y... ¡no puede ser! Otra vez Cabrera a un dedo de embocar. El Masters no era para él. Scott miró al hoyo desde cuatro metros y supo que era su momento. La hora de su primer grande, el 16º en la historia para Australia, el primero desde 2006. Scott, de 32 años, el primer australiano en ganar el Masters, levantó los brazos al cielo y se abrazó con su caddie, Steve Williams, el hombre que antes le llevaba los palos a un tal Tiger Woods.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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