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Un seleccionador habla con Fuentes

Una escucha de una conversación muestra la relación del técnico nacional de pista y medallista olímpico en AtenasJosé Antonio Escuredo con el principal acusado

Carlos Arribas
José Antonio Escuredo, en el podio olímpico de Atenas, donde fue plata en keirin.
José Antonio Escuredo, en el podio olímpico de Atenas, donde fue plata en keirin.MIGUELEZ (Cordon Press)

Durante el juicio, Eufemiano Fuentes no se separa de una agenda con tapas marrón clarito en la que de vez en cuando se le ve escribiendo mientras de fondo suenan las citas con las grabaciones de sus llamadas telefónicas intervenidas en mayo de 2006. “Es mi forma de abstraerme”, cuenta en un receso. “Yo apenas escucho lo que se dice, yo me concentro en escribir, porque he empezado a escribir un libro”, añade, y muestra una página, un día cualquiera en su agenda, encabezada en mayúsculas con el título “Mi verdad sobre la Operación Puerto”. Bajo él, líneas y líneas de escritura en su caligrafía clara, sin un tachón.

Quizás haya que esperar a su publicación en años para conocer, en efecto, no su verdad sino toda la verdad, pero hasta que llegue ese momento habrá que conformarse con interpretar lo que se pueda de lo escuchado en la sala, mal que les pese a quienes salgan malparados sin posibilidad de defensa. Como José Antonio Escuredo, uno de los pistards españoles de más éxito (varias platas mundiales y una olímpica, en Atenas 2004, en keirin) a quien se identifica como un interlocutor teléfonico de Eufemiano, quien le anuncia: “Lo que tú me habías encargado ha llegado ya”. Como un par de conversaciones antes, Ignacio Labarta, su socio, le había anunciado, y descrito, que el paquete de Actovegin y Synacthene encargado a su proveedor alemán Marcus Choina le había llegado ya, no parecía desatinado inferir que Escuredo quería hacerse con uno de esos productos dopantes. Y que por eso, tras la conversación, le envió un SMS a Eufemiano con una dirección de envío, la de la empresa familiar Jamones la Jabugueña.

“Le había encargado melatonina para el ‘jet lag’, pues viajaba a Japón”, dice Escuredo

Conclusión errónea, según Escuredo, quien acaba de regresar de Minsk, donde trabajó como provisional seleccionador español en el Mundial de pista. “Yo conozco a Fuentes, y ya lo declaré en 2006, cuando erróneamente la Guardia Civil me adjudicó la programación de otro ciclista”, dice Escuredo. “Le conozco desde hace mucho, a través de mi padre, que estuvo a punto de entrar como patrocinador en el Kelme y me decía que Fuentes era un gran médico deportivo y que le podía consultar de vez en cuando. Y eso hacía, le llamaba de año en año, y de esa conversación en concreto no me acuerdo, pero como le digo que me voy a Japón el 8 de junio, sería seguramente porque le había encargado melatonina para el jet lag y que él me podía conseguir en Andorra. Pero no era para nada por una cosa dopante”.

El presidente de la federación española, José Luis López Cerrón, ya escuchó los argumentos de Escuredo, y seguramente los añadirá a la discusión que preceda a la decisión de su junta directiva de nombrarle o no seleccionador de forma definitiva. “No me preocupa tanto que a raíz de esto no me den el trabajo, pues tengo otras cosas para vivir, como el que haya vuelto a salir esto, que se manche mi imagen”, dice Escuredo, de 42 años. “¿Cómo demuestro ahora que no tengo nada que ver?”

Otros negocios de Fuentes aparecieron más nítidos en las grabaciones, como iluminados por un foco de luz desnuda: sus relaciones con los hermanos ciclistas Osa, Unai (el mismo que en su declaración jurada como testigo negó conocer siquiera a Fuentes o haber hablado nunca con él) que está en el Giro, y recibe instrucciones para prepararse un “yogurcito” con polvos de una sustancia no declarada y medio litro de suero salino, y su hermano Aitor, que se acuesta con las gallinas en el caserío; o cómo el hermano ciclista Ignacio se encargó de llevarle “un zumo de naranja pasado por el baño María” (una bolsa de sangre descongelada) a su hermano José Enrique Gutiérrez, que está en el Giro peleando con Birillo (Basso: ambos clientes de Fuentes terminaron primero y segundo la carrera italiana); o cómo le tuvo que “cortar el pelo” (extraerle una bolsa de sangre) de urgencia al ciclista colombiano Santiago Botero, para barle el hematocrito, pues se había presentado con 52 a la salida de la Volta y el máximo permitido era 50; o cómo Yolanda Fuentes participaba en los negocios de la familia —en la que Labarta, según se pudo escuchar, mandaba más de lo que parecía—, suministrando productos a ciclistas que los precisaran, como el mismo Botero, que necesitaba en la Volta, “rotus” e “I3” (hormona de crecimiento e insulina).

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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