Un abismo entre Euskadi y EUSKADI
Peligra la subvención del Gobierno vasco al Euskaltel, que no acepta cambiar su logotipo de la Fundación por el del organismo político
Entre escribir en un maillot de ciclista Euskaltel Euskadi y Euskaltel EUSKADI no hay más diferencia que la caja, baja o alta, de la segunda palabra, pero, sumada a una variación tipográfica, es, o parece ser, motivo suficiente para que el equipo fundado por Miguel Madariaga en 1994 se arriesgue a dejar de percibir una subvención del departamento de Turismo del Gobierno Vasco que ascendería a 900.000 euros para los dos próximos años. Lo que significa, sutilezas aparte, que entre Euskadi y EUSKADI hay más distancia de la que a primera vista salta.
Es como si quisieran quitar el escudo del pecho al Real Madrid… Miguel Madariaga, fundador
Mientras Euskadi, en caja baja, tipografía vasca y letras de color verde, es el logotipo de la Fundación que, después de una suscripción popular puso en marcha al equipo, EUSKADI, en caja alta, tipografía sin serif y color blanco, es el logotipo, la imagen institucional, del Gobierno Vasco, la marca de una institución sin cuyo apoyo económico habría sido imposible el crecimiento del conjunto naranja hasta convertirse en uno de los mejores del mundo. Por ello, para promocionar la marca de quien paga, un patrocinador más que exige su logo en el maillot de su equipo, en el pliego de condiciones para el patrocinio del equipo, inversión justificada “con el fin de promocionar Euskadi como destino turístico”, se incluye una cláusula por la que se considera “esencial para el cumplimiento del contrato” el que en todas las competiciones a partir de abril de 2012 (el lunes 2 comienza la Vuelta al país Vasco, la competición capital del equipo) se incluya en maillots y culottes el logo EUSKADI. Si no se cumple la exigencia, avisa el pliego, “el contrato será resuelto sin derecho a indemnización”.
En los vehículos, además, deberían rotular el lema turístico íntegro: “Euskadi, Saboréala”. Y Madariaga, en nombre del equipo, no parece estar muy dispuesto, según fuentes del Gobierno Vasco, a cambiar los maillots. Y sin esa subvención, casi el 10% del presupuesto total, la supervivencia del equipo también peligraría.
“No es que no queramos”, dice Madariaga, “es que nos lo pidieron en enero, cuando ya está todo confeccionado y no podemos cambiar la ropa. Sería un gran gasto económico, porque también habría que rotular 15 vehículos, entre coches, autobuses, caravanas y camiones. Si nos pagan los gastos en serigrafía, lo haremos”, promete Madariaga, quien tras varias negociaciones epistolares lo hará en directo con el Gobierno en una reunión el 22 de marzo.
El Ejecutivo de Vitoria
Sin embargo, detrás de esta aparente nimiedad —los gastos en rotulación no supondrían ningún problema para el Gobierno Vasco, afirman, ni la indemnización al fabricante de la ropa por la que le devolvieran—, Madariaga añade que, en el fondo, hay algo más, que el Gobierno vasco ha recortado la subvención general —cobra de tres departamentos, Cultura, Turismo y Agricultura, por un total, incluido IVA, cercano a los 800.000 euros este año— en un 40% y que eso es lo que está en juego. Eso, y las razones sentimentales, que, como intangibles que son, no tienen valor para el alma del equipo. “Este Euskadi en verde es el escudo de la Fundación. Es como si quisieran quitar el escudo del pecho al Real Madrid… Llevamos 18 años siendo los embajadores de Euskadi”.
No es el primer conflicto entre Madariaga y el Ejecutivo de Vitoria. El año pasado renegaron en el equipo cuando les indicaron que al lado del Pays Basque que figura en sus culottes cuando corren el Tour debería figurar Espagne, para evitar hacer promoción turística del País Vasco francés, que son la competencia.
El pulso, como el recientemente vivido entre los organizadores de la Vuelta al País Vasco y la Clásica de San Sebastián con el mismo Gobierno vasco, disputas nacionalistas aparte, es también un reflejo de cómo la crisis económica saca a la luz las contradicciones inevitables que surgen en un modelo económico en el que el deporte profesional, al que se quiere adornar con un halo mítico, sobrevive en muchas ocasiones gracias enteramente a la subvención pública.
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