Muniain se suelta
El descaro del extremo sobre el césped ha sido clave en su convocatoria
“No me han hecho nada. No se atreven... Tendré los cinco sentidos puestos. Ya veremos...”. Con ese labio inferior caído y el arete que cuelga de una de sus orejas, que le dan esos aires de pillo barrial, Iker Muniain se soltó en la rueda de prensa para contar que aún no ha sido víctima de novatada alguna. Se le había visto algo encogido en sus primeros momentos de convivencia con la selección absoluta: “Al principio, es normal. A todo el mundo le pasa. Cuando llegas nuevo a un sitio, te cuesta. Pero los compañeros me han recibido perfectamente, con cariño, y me han integrado en el grupo. Solo tengo palabras de agradecimiento para todos. Iker [Casillas] me ha dicho que le alegra tener un tocayo en la selección”. Ese vacile sobre las jugarretas al novato, con Soldado y Cazorla escoltándole ante la prensa con cara de sorpresa, es más natural en él que esa sensación de chico travieso que parece contenerse ante la presencia de futbolistas que tienen en su palmarés la Copa del Mundo.
Su descaro forma parte de su yo futbolístico y ha sido decisivo para que Vicente del Bosque haya decidido convocarle. Tiene la osadía natural que concede el talento. No teme, aunque ayer se cobijaba en Javi Martínez, Mata, Llorente y Thiago durante el entrenamiento. En los rondos se le vio suelto y se atrevió con un sombrero a Cazorla. Cuando llegó la hora de rematar centros desde la banda, asumió sin rechistar que los dos primeros no fueran para él, sino para Thiago, que era su pareja. Eso sí, el primer balón raso lo enchufó con el interior.
“La posibilidad de hacer doblete con la Eurocopa y los Juegos Olímpicos está ahí. Siempre que el míster quiera contar conmigo hay esa posibilidad. No hay ningún problema en jugar las dos competiciones. Los jugadores lo que queremos es competir por los títulos”, responde Muniain con tranquilidad, conocedor de que esa posibilidad es real y del desgaste físico que conllevaría.
Al cuerpo técnico de la selección le encandila la valentía de Muniain para jugar la pelota y pelear por ella. “No se esconde nunca y mete la pierna sin miedo cuando hay que meterla”, le elogian. Hay una estampa habitual de Munian, cuando disputa una pelota a la carrera con los contrarios, que describe su carácter. Bajito como es, cuando cuerpea en velocidad, estira el cuello, cierra los puños y saca el pecho para interponerse en el cruce de defensores que, generalmente, le sacan un par de cabezas. De muchas de esas batallas sale vencedor por peleón. “Cada uno tiene sus formas de protegerse y disputar el balón. La verdad es que lo hago insconcientemente”, reconoce con media sonrisa.
Me gusta mucho tener movilidad. Por las bandas o por el centro Muniain
Su presencia en esta convocatoria también tiene que ver con otro recurso que a Del Bosque le gusta tener preparado: el juego ofensivo por los costados, que también cubre Navas. Sin embargo, Muniain tiene mucha querencia por jugar por dentro e incluso por bajar a recibir balones en el centro del campo. Cuando la selección sub 21 se ha encontrado con rivales que dificultan la circulación, acude en ayuda de los mediocentros para ofrecerles una salida. “Me gusta mucho tener movilidad. Últimamente, estoy jugando en la banda izquierda en el Athletic, pero eso no me priva en determinados momentos de meterme al centro para recibir balones”, reconoce.
En lo que va de temporada, sus últimas relaciones con el gol también describen ese temperamento de pelotero al que le va el todo o nada. Se ha destapado como un futbolista de eliminatorias, como si todavía jugara esos partidos al rey de la pista tan característicos de las barriadas de las periferias. En la Copa le hizo un gol al Mallorca y otro al Mirandés. En la Liga Europa fue el verdugo del Lokomotiv de Moscú: marcó en la ida y logró el gol que posibilitó la remontada al inaugurar el marcador. En este tipo de partidos tiene tics que le emparentan con el olfato ratonil que tenía Dani. De hecho, sobre ese nuevo azul celeste que lucirá hoy España se plasmará con su nombre el dorsal número 7, el que lucía el habilidoso extremo rojiblanco de los años setenta.
Munian podría medirse con Amorebieta, su compañero del Athletic, que eligió jugar con Venezuela. Se cruzaron en la zona mixta y este le saludó con una tímida colleja: “Ya he hablado con él y me ha dicho que cree que podrá jugar. Tenía el tobillo inflamado, pero el que pega es él”.
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