Poca competencia y mucho talento

Dar el salto de Europa a la NBA no es sencillo. Y casi todo depende del equipo en que se recala. En el caso de Ricky Rubio, escogido en quinto lugar en el draft de 2008, su destino serán los Timberwolves de Minnesota. Una franquicia a priori favorable para sus intereses al no tener una estrella en su puesto -lo que podría darle minutos-, con un amplio margen de mejora y jóvenes talentos. Además, cuenta de antemano con las buenas palabras que el entrenador, Kurt Rambis, ha tenido siempre hacia él. La exigencia deportiva, sin embargo, es mínima.

Tras haber acabado la pasada temporada con el peor balance de la Liga (17 victorias y 65 derrotas), el objetivo de los Timberwolves es reconstruir el equipo a largo plazo, sin las urgencias por conseguir resultados inmediatos. Para empezar dicha tarea cuentan también este verano con la segunda elección en el draft, que según varias quinielas será Derrick Williams, un alero que tampoco le restaría minutos a Rubio (aunque si el teórico número uno, el base Kyrie Irving, cayera al segundo puesto, el catalán sí vería mermadas sus opciones en Minnesota). Y como pilares del equipo también están los sólidos y jóvenes pilares de 22 años: el alero Michael Beasley -19,2 tantos por encuentro- y el ala-pívot Kevin Love -20,2 puntos y máximo reboteador del año con 15,2 de promedio.

"Ricky tendría que crecer, pero creo que está preparado para jugar en la NBA", aseguró Love el pasado mes de abril. El beneplácito del jugador franquicia de los Timberwolves no es el único apoyo de peso con el que cuenta la llegada de Rubio, ya que el técnico del equipo ha declarado varias veces su gusto por el catalán. "Realmente tiene gran visión del campo, capacidad para el pase y lectura del bloqueo y continuación. Este tipo de bases que primero piensan en pasar son valiosos en el sistema que me gustaría implantar", dijo Rambis, de quien se especula si continuará o no en el club desde hace unos días.

Su principal rival para desempeñar esta función será Luke Ridnour, que ha promediado 11,8 puntos y 5,4 asistencias como base titular durante la recién terminada campaña. Consolidado como un jugador correcto en su octavo año en la liga, Ridnour, sin embargo, está lejos de la élite de los directores de juego. Al igual que su suplente, Jonny Flynn, que se ha quedado en unos discretos 5,3 puntos y 3,4 asistencias en 18,5 minutos por choque.

Pese a que Rubio ha logrado evitar la sombra de alguna superestrella en su puesto, el reto que encara es grande, ya que abandona la ACB como suplente de Víctor Sada, tras un año decepcionante. A partir de hoy, Minnesota puede ser un buen lugar para que el canterano del Joventut se reencuentre con su mejor juego.