Rossi corre más que su moto
A pesar de que la Yamaha fue la más lenta de la parrilla, el italiano se impuso en Qatar por delante de Lorenzo y Dovizioso
Valentino Rossi no falla. No lo hizo en Qatar. En parte porque Casey Stoner se fue al suelo a las primeras de cambio (sexta vuelta), cuando circulaba en cabeza y acababa de firmar una vuelta rápida. Había dejado a sus perseguidores a casi tres segundos. Pero cometió un error, dijo adiós, y de este modo dejó la victoria en manos del italiano, que vuelta a vuelta, con más maña que fuerza, firmó su primera victoria del curso. En segundo lugar, un Jorge Lorenzo brillante e intrépido, que fue escalando posiciones después de una salida más que discreta (cruzó el quinto el primer giro) y muchos adelantamientos de vértigo a Hayden y a Dovizioso.
Stoner se las prometía muy felices. Ya se veía batiendo récords. En los últimos tres años siempre fue él quien se subió a lo alto del podio en Qatar, en la carrera inaugural de la temporada. Y de haberlo hecho ayer se hubiera situado a la altura de los más grandes; de Giacomo Agostini, de Barry Sheene, y, lo más importante, también de Rossi, su rival a batir, pues se considera tan bueno como él. El australiano había volado durante todo el fin de semana en Losail. Siempre lo ha hecho y nadie se lo discute. Pero en carrera uno no sólo debe ir rápido.
Que se lo digan a Rossi. Su moto no era, ni de lejos, la más rápida anoche. Pero él lideraba la prueba, sin demasiados problemas, a pesar de que las Honda de Dovizioso y Pedrosa, las más rápidas, circulaban a 320km/h. Su Yamaha fue la más lenta de toda la parrilla. ¿Y qué? "En la recta perdía mucho tiempo con respecto a la Honda y a la Yamaha", reconocería al bajarse de su M1.
Rossi firmó una salida excelente, como también lo hizo Pedrosa, que arrancó desde la tercera línea y en un abrir y cerrar de ojos se situó en cabeza, aunque no por mucho tiempo. Su moto sí era rápida, pero tenía otros problemas. El catalán sorprendió a propios y extraños en las primeras vueltas, en las que rodó con el grupo de delante. Pero terminó sufriendo los problemas por los que lleva quejándose toda la pretemporada. Su Honda es muy inestable, se mueve muchísimo y parece incontrolable en las rectas. ¿El problema? Su equipo no ha conseguido aún acoplar la moto a las nuevas suspensiones Öhlins -el año pasado llevaba Showa- y pese a haber logrado la máquina más veloz de la parrilla, estos problemas la hacen ingobernable. No le ocurre lo mismo a su compañero de equipo, Andrea Dovizioso-que sobrepasó por velocidad a Nicky Hayden a escasos metros de la meta y terminó tercero-, porque éste hizo el cambio de las suspensiones a mitad del curso pasado. De modo que Pedrosa fue perdiendo posiciones y terminó séptimo.
Y mientras él iba retrocediendo, Jorge Lorenzo iba escalando posiciones. A falta de 16 vueltas el mallorquín superaba a su colega de Castellar del Vallés y se situaba en cuarta posición. Hayden, segundo, y Dovizioso, tercero, parecían estar demasiado lejos. Y eran más rápidos. ¿Y qué? Lorenzo fue aproximándose, curva a curva, pues adora apurar en las frenadas. Hasta que tuvo a tiro a su primera víctima. A dos vueltas del final, batió a Hayden. Lo hizo en una curva rapidísima, a derechas, y por el interior, echando mano de los frenos más tarde que el estadounidense. Y alguien pensó que se conformaría con subir al podio, con ser tercero. Pero a este chico no le va el conformismo. Y como confía en su pilotaje cada vez más, eso dice, volvió a arriesgarse. Y aunque Dovizioso era mucho más veloz y le ganaba distancia en las rectas, Lorenzo recortaba con cada frenada. Hasta que repitió la misma jugada que le había hecho a Hayden. Era la última vuelta. Aún quedaban muchos metros. Y aguantar a ese caballo desbocado en que se ha convertido la nueva Honda no es fácil. Pero nadie dijo que los triunfos fueran fáciles. Lorenzo cerró todos los espacios posibles. E impidió al italiano recuperar su posición.
Moto2, primer experimento
En su palmarés no figuraba ni una sola victoria. Ni un podio. Y aunque se le reconoce como una de las promesas del motociclismo japonés, su fulgurante irrupción no estaba prevista. De ahí su sorpresa y la del resto de espectadores que asistieron al inicio del Mundial en Qatar. Shoya Tomizawa, de 19 años, se convirtió en el primer ganador de la categoría, Moto2. Una clase en la que todos compiten con idénticos motores Honda; todos llevan la misma gasolina, las ayudas electrónicas se han reducido, y la capacidad de los equipos para manipular las máquinas es limitadísima. Son pues los pilotos quienes deben marcar la diferencia. Pero ayer los favoritos se presentaron a la cita a medias, a una categoría a medio cocinar, con unas motos aún por evolucionar.
De los que acabaron, dos nombres propios: Toni Elías y Alex Debón. El primero, porque se mantuvo la mitad de la prueba en cabeza a pesar de correr con el maléolo recién operado, hasta que su cuerpo y su moto dijeron basta. Terminó cuarto. "Es mucho más de lo que esperábamos", declaró. "He pasado momentos duros este fin de semana. No me veía ni con el coraje de coger puntos".
La otra proeza fue la de Debón, que estuvo a punto de quedarse sin equipo. Es un veterano (34 años) de la categoría de plata. Pero no se rinde. Ayer, tampoco. Fue segundo.
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