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Crónica:Fútbol | 32ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Dos equipos atormentados

Pandiani le da el empate al Espanyol ante un Atlético incapaz de aprovechar un gol de Gabi

El Espanyol y el Atlético cosecharon en Montjuïc el resultado que mejor dibuja la indefinición y la falta de personalidad de su juego. Su estampa les delata a las primeras de cambio. Actúan a beneficio de inventario. Una constelación de factores debe conjugarse para que les salga un partido medianamente aceptable. Evidentemente no fue el caso en Montjuïc. Quieren nadar y guardar la ropa. Arriesgan poco. Y actúan como si algo les atenazara y evitara que saquen lo mejor de sí mismos a algunos de los estupendos jugadores que poseen.

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Al final, después de un gol de Gabi que igualó Pandiani, se dan satisfechos con un empate que no les va bien, ni a unos para dar el último golpe de riñones que precisan para atrapar el concurso en la próxima Copa de la UEFA, ni a los otros para alejarse de una vez por todas del descenso.

El Atlético fue incapaz de aprovechar la ventaja que da adelantarse en el marcador frente a un rival atacado por los nervios. El Espanyol, incapaz de ganar un partido de un tiempo a esta parte, sumó su cuarto empate consecutivo. Juega trastornado de tan cerca que tiene el descenso y, al mismo tiempo, la final de la Copa.

Lotina intentó que su equipo actuara por las bandas, donde situó a Coro y Juanfran y se inventó un nuevo doble pivote, demarcación en la que, junto a Costa, situó a Zabaleta. El argentino, hasta ahora, venía actuando de todo menos del que es su verdadero puesto. Jugó bien pero se le notó el tiempo que hacía que no lo hacía en esa posición, especialmente cuando llegó a las posiciones de remate. Pepe Murcia prescindió de Petrov y remodeló la banda derecha con la inclusión de Molinero y Valera, lo cual implicó que Galletti pasara a jugar por la izquierda.

Los pases con tiralíneas de De la Peña y Costa sacaron a relucir la portentosa velocidad de Perea. El defensa colombiano echó el candado con una rapidez de zancada que deshabilitó la buena posición en que Luis García y el propio De la Peña estuvieron a punto a de recibir y encarar a Leo Franco. El Espanyol facilitó la tarea de Perea porque atacó a la pata coja, siempre por la derecha.

A los dos equipos les costó un mundo encender sus dispositivos atacantes. Costa y Luccin, con un mapa y una brújula de los movimientos ofensivos del equipo rival en sus mentes, pertrecharon los espacios por delante de sus centrales. El juego de entrelíneas resultó discontinuo y tibio. El guante que posee De la Peña en su bota derecha propició algún fogonazo, mayormente en los lanzamientos de las faltas desde la medular. Pero ni Luis García ni Torres recibieron un balón en condiciones. Los dos porteros gozaron de una primera parte comodísima. Sólo Zabaleta y Coro lanzaron flojos tiros entre los tres palos.

El Atlético aprovechó de maravilla los tres minutos en los que acorraló al Espanyol, en una fase de juego tan fugaz que se antoja que fue simplemente accidental. El caso es que Galletti intentó el remate desde la frontal, el balón salió escupido tras dar en un defensa y Gabi empalmó desde la frontal. El remate dio en la pierna de Lopo y el balón adquirió una trayectoria en parábola que dejó tieso a Gorka. Un instante después Galletti envió un lanzamiento de falta a la escuadra. Ni siquiera así se revitalizó el juego del Atlético. Le faltó frescura y descaro. Contuvo siempre un punto conservador, como si no acabara de creer realmente en sus posibilidades frente a un rival sobrado de nervios y errores. Se le ve a la legua al Espanyol el estado de nerviosismo que coarta su juego, ya de por sí premioso y falto de continuidad en la elaboración de las acciones ofensivas.

La falta de confianza del Atlético se puede presonalizar en la figura de su icono. Torres, desaparecido en la primera parte, se mostró tan espléndido en el desmarque como obtuso en el remate. Tres veces se repitió. Les cogía Torres la espalda a los defensas del Espanyol. Se quedaba en magnífica situación para el remate. Sus compañeros, Valera y Luccin esencialmente, le ponían el balón. Pero siempre falló.

Lotina decidió tirar por el camino del medio y acabó el último tramo de partido con un equipo de lo más ofensivo, con Tamudo, Pandiani, Luis García, Juanfran, De la Peña. El Atlético, en cambio, se replegó esperando la ocasión de que Torres culminara de una vez por todas alguna contra. Sucedió lo contrario. De la Peña trazó un pase en tiralíneas desde su propio terreno de juego. Tamudo controló en la punta izquierda del ataque y le dio una magnífica asistencia a Pandiani que sólo tuvo que poner la cabeza para establecer el empate.

El delantero serbio del Atlético de Madrid Kezman chuta el balón en presencia del defensa del Espanyol Alberto Lopo.
El delantero serbio del Atlético de Madrid Kezman chuta el balón en presencia del defensa del Espanyol Alberto Lopo.EFE

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