El Tau tritura al gran favorito y se planta en la final de la Euroliga
El equipo vitoriano ha vencido en la Final a Cuatro al CSKA de Moscú, virtualmente invencible hasta ahora
Hasta tan lejos había llegado ya el Tau que hoy no se ha querido quedar a medio camino de la hazaña y de una tacada se ha plantado en el último partido de la Final a Cuatro, a 40 minutos de confirmarse como el mejor equipo del continente y aledaños, y de paso ha dejado en la cuneta al flamante anfitrión, el CSKA de Moscú, el trasatlántico más lujoso, casi insumergible, pero que hoy, sin jugar peor de lo habitual, se ha encontrado con un torrente de fe imparable. El domingo, la etapa reina ante el Maccabi de Jasiskevicius, que hoy ha derrotado al Panathinaikos por 91-82.
Tan sólo el FC Barcelona había vencido al equipo ruso en la Euroliga. 21 victorias, una derrota. 53 a 1 en toda la temporada. Hasta hoy. En su debú en la Final a Cuatro, el equipo de Dusko Ivanovic sólo ha tenido un par de momentos de desfallecimiento; fue entonces cuando el CSKA parecía que simplemente estaba descansando para dar el zarpazo definitivo en el último cuarto. Y lo cierto es que al comienzo de éste el equipo vitoriano sólo mantenía una exigua ventaja de un punto. Pero un parcial de 0-8, con dos triples de Prigioni y Calderón y una canasta de dos de Macijauskas, construyeron un muro de moral que el conjunto ruso ya no puedo superar.
Para el Tau el camino hasta Moscú no ha sido fácil, ni mucho menos, según informa Juanma Iturriaga, enviado especial de este diario a Moscú. Se enganchó a los mejores 16 en la última jornada de la primera fase, alcanzó los cuartos de final gracias al basket average y finalmente dio cumplida cuenta de la Benetton italiana por la vía rápida a pesar de contar con la desventaja de campo. Su rendimiento ha ido creciendo hasta el punto de presentarse en su primera Final a cuatro con una confianza indisimulada. Pero enfrente tenía a un equipo que hasta el momento se había paseado por la competición con una superioridad a veces insultante. Por si no fuera suficiente, jugaban en casa, cuestión nunca desdeñable, más si se tienen en cuenta los últimos antecedentes. Hace dos temporadas, el Barcelona alcanzó su sueño a favor de corriente en el Palau San Jordi, y en la última edición fue el Maccabi el que hizo valer esta ventaja para proclamarse campeón.
El partido comenzó con 20 minutos de retraso, y con un arranque brutal del Tau, que metió el miedo al público congregado en el Olympiysky Arena. Al fin y al cabo, cuando uno lo hace tan bien durante tanto tiempo pero lo puede perder todo en un segundo... Siete puntos de Arvidas Macijauskas colocaron a los vitorianos 5-10 en los tres primeros minutos. A los cinco, por mediación de Luis Scola, ya era 7-17. 12-23 en el minuto 9. Y a partir de ahí, el primer arreón del equipo ruso. De 17-25 se pasó a 28-27 en tres minutos con un huracán de John Robert. Hasta aquí hemos llegado, pudieron pensar algunos. Desde luego no el Tau.
Aguantó el chaparrón y se mantuvo una miguija por delante incluso sin ningún titular sobre la pista (Pablo Prigioni, Sergi Vidal, Roberto Gabini, Tiago Splitter y Andrew Betts). Para el descanso, el resultado era 40-47. Había pasado lo peor. En la segunda parte, el Tau salió de nuevo como una bala y puso 11 puntos de por medio. Eso hizo reaccionar de nuevo al CSKA, que apretando en defensa logró cambiar un 40-51 en un 59-60 al final del tercer cuarto.
El Tau perdió a Scola a los cuatro minutos de la reanudación. Para entonces ganaba de tres, 62-65, y ya nadie parecía capaz de meter una canasta. Mucho miedo o respeto ante la posibilidad de penetrar, intentos desde la línea de tres, y demasiada presión en las muñecas. Y en el último suspiro, triple de Macijauskas (64-73, a dos minutos) y tacatá. El Tau en la final.
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