El Madrid vence la maldición y gana ante el Feyenoord por 3-1
El conjunto español ha conseguido el único trofeo que no tenía en sus vitrinas
El brasileño Roberto Carlos se cargó de un plumazo, en tan solo seis minutos, el maleficio que perseguía en Montecarlo al Real Madrid, que con su victoria sobre el Feyenoord (3-1) logró la primera Supercopa de Europa de su historia.
El lateral zurdo madridista, elegido la víspera mejor defensa de la pasada Liga de Campeones, está en un año dulce, uno de los más importantes de su carrera deportiva, tras ganar varios trofeos particulares, el máximo torneo continental y el Mundial.
Y, con una carambola (Paauwe introdujo el balón en su portería tras un centro-chut suyo) y un bello derechazo cruzado tras la acción más brillante de la contienda (incluyó un taconazo de Guti), entregó en bandeja de plata la Supercopa a su equipo y a su palmarés particular.
Tan solo habían transcurrido 21 minutos y el Real Madrid había agarrado el trofeo casi por los dos asas, porque aunque el Feyenoord forzó la máquina era mucha distancia.
La magia de los madridistas
El conjunto de Vicente del Bosque, quien no contó con Fernando Morientes ni para el banquillo después de estar en el centro de la noticia con su presunta salida del club, puso tierra y calidad de por medio ante un enemigo que naufragó en la medular ante la magia de los madridistas.
Al Real Madrid, no obstante, se le notó que aún es muy pronto para que su fútbol tenga continuidad y bajó el diapasón claramente con el 2-0 en el electrónico del coqueto Luis II, pero también entregó el balón, lo que permitió a los holandeses acercarse e inquietar a Iker Casillas por medio de Lurling y Bosvelt.
El Feyenoord se volcó en la presión tras el descanso ante la parsimonia de los madridistas, que se complicaron la vida más de lo que hubieran debido.
El Feyenoord soñó con la remontada, pero tan solo durante cuatro minutos, los que necesitó Figo para hacerse con un balón claro en su banda y enviar a un solitario Guti, quien aprovechó la oportunidad de ser el delantero titular entre tanto comentario sobre Morientes y Ronaldo.
El Real Madrid había devuelto las aguas al cauce de la placidez relativa, porque Iker Casillas vio peligrar la integridad de su meta en varias ocasiones, pero la verdad es que daba la impresión de que, con Zidane suficiente en todas sus acciones, el trofeo viajaría a la capital de España de no mediar un milagro.
Y así fue, porque el Feyenoord casi bajó los brazos al ritmo de toque que impuso Zidane y el Real Madrid, después de perder ante el Chelsea (1998) y el Galatasaray (2000) por fin se adjudicó el trofeo continental que le quedaba (la Recopa ya no se juega). La maldición acabó con dos aproximaciones de Roberto Carlos y la puntilla de Guti.
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