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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Arquitectura y croquetas en Basilea

El pabellón Basilea, proyectado por el estudio mallorquín Isla en la localidad suiza, gana el primer concurso de la Semana de la Arquitectura de esa ciudad con un edificio sencillo, funcional y reciclable levantado con materiales 100% reciclados

Vista general del Pabellón Basilea proyectado por Isla en el barrio de Dreispitz.
Vista general del Pabellón Basilea proyectado por Isla en el barrio de Dreispitz.LUIS DIAZ DIAZ
Anatxu Zabalbeascoa

La arquitectura circular tiene poco que ver con los círculos que el clasicismo asocia a la forma perfecta y bastante en común con las croquetas. El arquitecto Juan Palencia ―que ganó con Marta Colón de Carvajal el concurso para construir el Basel Pavillon a partir de un catálogo de elementos reciclados― lo resume así: “Esto es como abrir la nevera y hacer la cena con lo que tienes”. Palencia y Colón de Carvajal forman el estudio Isla ―muy destacado en la realización de viviendas unifamiliares― que, durante años, trabajó en la ciudad suiza y hoy lo hace desde Palma de Mallorca. Y acaban de inaugurar en Dreispitz, un barrio periférico de Basilea, un proyecto sobre las antiguas vías del tren que hoy están en desuso.

La Loggia Baseliana ideada por el estudio Isla está formada por seis módulos cubiertos y abiertos a las vistas de las antiguas vías, construidos con diversos elementos rescatados del derribo de otros edificios. El sistema es a la vez ordenado ―construido a partir de la repetición de elementos― y variado ―por los cambios materiales―. La cubierta, de chapa metálica, concentra la expresión del inmueble en una serie de agujeros troquelados que permiten el paso de la luz natural, singularizan el pabellón y a la vez responden a la necesidad de limitar el uso de materiales que requerían las bases del concurso.

El resultado es un pasaje urbano, una tribuna de 50 metros que mira a un barrio en transformación donde ya se construyó el archivo de Herzog y de Meuron. Lo formal y lo informal, lo temporal y lo permanente, el reciclaje y el espectáculo de la transformación se dan cita en este enclave que puede visitarse, y utilizarse, hasta el próximo mes de octubre.

El pabellón de Isla está levantado al 100% con materiales reciclados.
El pabellón de Isla está levantado al 100% con materiales reciclados.LUIS DIAZ DIAZ

Al concurso, convocado para trabajar a partir de un catálogo de materiales reciclados provenientes del desmantelamiento de muebles y edificios, se presentaron 183 estudios internacionales. Isla quedó finalista junto a otros 14 propuestas ―de Buenos Aires, Sao Paulo, Londres, Rotterdam o de la propia Basilea― que con frecuencia trabajaban más la forma, y la idea de la temporalidad, que el uso del pabellón y su relación con lugar. Esa es, justamente, la fortaleza del inmueble de Isla: parece pertenecer al barrio, sirve de grada, de umbráculo y de protección para la lluvia. Permanecerá abierto y accesible durante seis meses. Luego se reciclará por partes.

Ha sido esa modularidad, su adaptación a la curva de la estación, y la imaginación -para hacer convivir patas de mesa metálicas con vigas de madera provenientes del derrumbe de edificios, lo que ha convertido el proyecto en el favorito de un jurado en el que figuraban los españoles Chus Martínez, comisaria del Institute Art Gender Nature, en la Universidad de artes aplicadas Northwest Switzerland y la arquitecta Marina Otero del Het Nieuwe Instituut de Rotterdam y jefa del departamento de Diseño social en la Design Academy de Eindhoven.

Detalle de las patas metálicas de mesa recicladas para construir un frente y un banco en el pabellón.
Detalle de las patas metálicas de mesa recicladas para construir un frente y un banco en el pabellón.LUIS DIAZ DIAZ

Martínez destacó que la propuesta era la única de los 14 finalistas que utilizaba las vías de tren en desuso en lugar de ignorarlas. “Eso fomenta que los ciudadanos no vean el lugar como hostil, sino como un espacio reinventado con otra opción cívica para descansar, contemplar o refugiarse”. Otero defendió la versatilidad del proyecto -que puede ampliarse o encogerse y reutilizarse por partes-. Y la imaginación a la hora de reciclar materiales.

Entre los finalistas, también figuraba el estudio barcelonés MAIO. Los arquitectos de Isla, por su parte, hablan de un elemento que sigue a la vez el curso del Rin, en su margen izquierda, y observa la transformación de la ciudad. Utilizable durante los meses primaverales y estivales, el pabellón logra, efectivamente, hablar de alternativas mientras se pone al servicio de los ciudadanos.

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