‘Del cielo al infierno’: Spike Lee vuelve a Nueva York y a Kurosawa
Denzel Washington protagoniza en Apple TV+ este policíaco, ‘remake’ del clásico japonés, alrededor de los dilemas morales y vitales de un pope de la industria musical

En El infierno del odio (1963), Akira Kurosawa expuso brillantemente su idea de la dualidad: en los espacios, en los personajes, en los espejos, en la sociedad japonesa. Todo en aquel impresionante clásico sobre un empresario envuelto en un enredo policiaco cuando secuestran a su hijo, responde a un continuo desdoblamiento, una realidad hecha de capas, que, de forma literal, van aflorando en un camino del cielo al infierno en el que sobran los prejuicios. De la lujosa casa del empresario del calzado que interpreta Toshiro Mifune a los bajos fondos de Tokio, de todo había dos en El infierno del odio: dos espacios, dos niños, dos familias, dos parejas de policías o dos maletines con el dinero del rescate. Basada en El secuestro del rey, novela de Ed McBain, el mar de fondo que escondía la película se movía entre una serie de dilemas morales, de cuestiones puestas sobre la mesa en una frondosa escala de grises.
Spike Lee es un gran conocedor de Kurosawa que debutó hace casi medio siglo con Nora Darling (She’s Gotta Have It), película hecha con cuatro duros y un poderoso referente: Rashomon, la obra más influyente del japonés, su oda al punto de vista y la memoria subjetiva. En Del cielo al infierno, Lee lleva a su terreno (es decir, Nueva York) un policiaco que no va solo de resolver un crimen y que ya desde su título en inglés, Highest 2 Lowest, propone su guiño a la duplicidad del clásico.

Nueva York es tan central como el personaje principal, el magnate de la música David King. El hombre “con el mejor oído” de la industria se acerca al ocaso de su reinado desde una torre de espejos en Brooklyn, desde donde quiere creer que es posible volver a empezar. Su riqueza poco tiene que ver con el lujo invisible del clásico japonés: estamos en una casa de aire domótico, ostentosa sin complejos, forrada de obras de arte, de Basquiat a Kehinde Wiley. Desde allí, la panorámica de la ciudad es reluciente, con ese brillo digital que filtra la realidad en estos tiempos. Como tantas veces, Nueva York se erige en tótem a través de su vista aérea, que en el arranque de la película exhibe todo su poderío al ritmo de la canción Oh, What a Beautiful Mornin’, del musical Oklahoma! Es la cara de la moneda y del propio King.

Denzel Washington, un histrión desatado, demuestra su don también dual: puede inspirar seguridad y ternura y a la vez lo contrario, violencia e intimidación, por ejemplo. Para lograrlo, le basta sonreír. En su quinta colaboración con el actor, Lee pone la película al servicio del personaje, de sus dilemas y claroscuros, obstáculos morales y vitales que la película irá desgranando con irregular éxito. El chófer que interpreta Jeffrey Wright tendrá un papel fundamental en la trama. Wright está a la altura de la estrella, pero el guion no saca mucho partido de los personajes secundarios y, como el resto del coro, se resiente.
En los infiernos de Manhattan
Frente al cielo de la ciudad y su reino de brillo y oro, la bajada a los infiernos de Manhattan se sirve de la imagen con más grano y de la fotogénica ratonera del metro, en la que Denzel Washington vuelve a ponerse el traje de acción. Una serie de fogonazos analógicos añaden vida a la postal. Es de lo más logrado en su mezcla de tonos, llenos de guiños cómicos, deportivos y musicales. Por momentos, es insoportable el uso machacón de una banda sonora melosa que chirría y que solo remonta a base de canciones como Ain’t No Stoppin’ Us Now, de McFadden & Whitehead; eso, y un número del recientemente fallecido Eddie Palmieri y su banda con Rosie Pérez de invitada o algún destello del rapero A$AP Rocky. Pese a los buenos golpes entre líneas, la película pierde esencia hasta desangrarse.

Con todo, se agradece que Spike Lee sea fiel a una idea fundamental que recorre la película original: la defensa del trabajo bien hecho frente a las leyes del mercado y el negocio, del dinero por el dinero.
En la película de Kurosawa hay una secuencia en la que Gondo se sienta en el suelo de su salón con su vieja caja de herramientas, demostrando hasta dónde conoce el oficio de zapatero, mientras el resto de los personajes en escena se ponen de pie en señal de respeto: el empresario no es solo un rico arrogante, nos dice con su sofisticada mirada Kurosawa. En un mundo como el actual, Spike Lee evoca con emoción ese mismo valor, el del oído fino en una industria musical gobernada por la cultura de la fama: el de la integridad, el conocimiento y el placer al servicio del trabajo bien hecho.
Del cielo al infierno
Dirección: Spike Lee.
Intérpretes: Denzel Washington, Jeffrey Wright, Ilfenesh Hadera, A$AP Rocky.
Género: thriller. EE UU, 2025.
Plataforma: Apple TV+.
Duración: 133 minutos.
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