Los buenos socios (I)
La alta armonía entre los diferentes actores de una organización, como en una orquesta filarmónica, es clave en el éxito de sus objetivos

Un afable amigo me invitó un día a su oficina y le pregunté por una maqueta de avioneta que tenía sobre el escritorio. Me dijo que se la habían entregado al comprar esa aeronave. Le propuse sin pensarlo mucho que me vendiera el 3%, que serían 10 días de viaje al año visitando la Amazonía y la Orinoquía. Me contestó tajantemente: “Se los regalo con tal de no tener socios”.
La alta armonía entre los diferentes actores de una organización, como en una orquesta filarmónica, es clave en el éxito de sus objetivos. No es una meta fácil de lograr, pues requiere, primero, una gran alienación en el propósito entre los socios y luego con la administración, hasta el total de los colaboradores. En esta tarea prima la cultura de la sociedad que envuelve comportamientos guiados a objetivos, pero dentro de formas, reitero, armoniosas de comportarse. Ese es el verdadero animus societatis milenario del Derecho romano referente a la disposición de varias personas de asociarse y colaborar con la misma voluntad para beneficio mutuo.
Durante muchos años de no tener socios, Alquería se unió con Danone en una compañía nueva para producir y distribuir yogures por toda Colombia. Iniciamos con un 51-49%, pues ellos tenían por regla tener mayoría en sus negocios. Pero ayayay, ¡le empezó a entrar agua al barco apenas escogieron el primer gerente! Aterrado por no tener las competencias soft para el cargo y por perder el puesto si fallaba, se lo llevó su propia auto profecía en año y medio haciéndose odiar por todo el mundo y poniendo casi en peligro la relación y el proyecto.
Los socios muy grandes, sabemos todos, pueden ser como dormir con un oso pardo en la cama; simplemente se comportan naturalmente y pueden dar un zarpazo dormidos y dejarnos con una gran herida. Danone, una compañía de 23.000 millones de dólares en ese entonces, estaba aliándose con una colombiana 230 veces más grande. Como me lo dijo el coordinador general de operaciones, nosotros en Colombia éramos mucho más que ellos, pues poníamos la piel con la reputación, la compra de leche, la distribución y el renombre ante los clientes y la sociedad.
En otro caso nos hicimos socios en Alquería con la IFC, la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial con quien tuvimos una extraordinaria relación hasta el día que terminamos el contrato. Dicen que los esposos se conocen en los divorcios, y ¡cataplum!, al cierre de la relación en 2019 quisieron tomar, por pura codicia, más del 50% de los ingresos aportados en capitalización por el Fondo de Maestros de Ontario, Canadá, (OTPP) destinados a bajar nuestra deuda; nunca pensamos que una institución de desarrollo podría comportarse así. Hoy en día seguimos buscando proyectos con ellos y con el Banco Mundial para proseguir nuestras causas en el campo colombiano y tratar también de reparar el daño causado.
Mesoamerica, el socio de OTPP, ha escrito en Alquería siete años de una excelente historia de sociedad aportando ideas permanentes e iniciativas únicas de organización, y sobre todo de tecnología. En momentos de cierta complejidad han tenido que ser punzantes para bien de la compañía, pero el foco ha sido mantener el sistema social, que es el objetivo de Alquería que nos ha permitido ser la compañía B más grande de Colombia: siempre con foco permanente en la creación de valor a largo plazo con resultados cumplibles que nos permitan seguir creciendo. Lo más crítico ha sido sacarnos de la autocracia de la familia y aportar una visión de futuro realista y realizable.
El buen socio de verdad está absolutamente alineado con los intereses sociales y financieros de los otros socios, logrando converger en la mayoría de los puntos o dejando en ocasiones el “laissez passer” para que esto suceda. Pronto una segunda entrega, ¡el tema da para un decálogo!
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Más información

¿Precios o Productividad? El absurdo dilema del campesinado colombiano
