El cine enseña al mundo desde Venecia el drama de los bebés robados durante el franquismo
‘Sobre todo de noche’, primer largo de Víctor Iriarte, convence a la crítica con el valiente relato de dos mujeres y un niño sin pasado. El corto ‘Aitana’, una versión restaurada de ‘La caza’ de Saura y un documental sobre el ‘Guernica’ completan la presencia de películas españolas en el festival
A los números, muchas veces, los llaman fríos. Sin embargo, también saben transmitir emociones. Y sacudir, de paso, algo tan cálido como corazones y conciencias. Unos 300.000 fueron los niños robados en España entre 1940 y 1990, según calculan las principales asociaciones de afectadas. Y como destaca, en su arranque, la película Sobre todo de noche, de Víctor Iriarte. A partir de ahí, el filme se dedica a narrar una de aquellas historias, la de Egoz y sus dos madres. Dramática e injusta, como todas. Ficticia, pero pudo ser real. Para asombro del amplio público global que debe de desconocer tamaña catástrofe. Y que, ahora, puede descubrirla en el festival de cine de Venecia, donde se proyecta el largo en el apartado Giornate degli autori.
“Es un capítulo negro de nuestra historia reciente. Y una asignatura pendiente de nuestra memoria. Pero no está en la agenda. Queríamos darle voz, también a través de una respuesta creativa”, subraya el cineasta, que se estrena en el largo a sus 47 años. Aunque en el séptimo arte, en realidad, lleva media vida: programador de Tabakalera, en San Sebastián; trabajador del festival de la misma ciudad y de la escuela de cine Elías Querejeta; ayudante de dirección; e interlocutor en charlas con otros muchos creadores que ha conocido de cerca. Hasta que, de tanto hablar, empezó a preguntarse: “¿Y cómo lo haría yo?”.
Lo ha hecho, pues, a través de la mirada de dos mujeres y un sello muy personal. Vera (Lola Dueñas) busca respuestas, pero siempre la dejan sola con sus preguntas. Ella sabe que no pudo hacerse cargo de su bebé cuando nació. Pero también es consciente de que dio a luz, cómo no. Entonces, ¿dónde está ahora el niño? ¿Qué diablos es eso de que “no consta”? A Cora (Ana Torrent), en cambio, le dijeron que no podía tener hijos. Así que le entregaron un lactante, junto con una mentira: ya no tenía madre, había muerto en el parto. A Egoz, directamente, lo dejaron sin pasado. Y con lo que Iriarte define como “soledad cósmica”.
Así sucedió, en España, hace no muchas décadas, miles de veces. Y así se lo relataron al director madres e hijos que lo sufrieron en su propia piel. “Fue una investigación más emocional que periodística. La sensación más compartida por ellas era de impotencia y abandono por parte de quien debería protegerlas en un estado democrático”, afirma Iriarte. En el filme Vera lo define como “estar en dos lugares a la vez, sin poder descansar”.
La propia película procura moverse entre varios sitios. Cuatro capítulos, distintos géneros, del noir al melodrama, y la búsqueda de la solución visual mejor para cada momento. Con ideas y valor. Sin miedo de arriesgar, probar, sorprender. Incluso, si acaso, fallar. Y con el apoyo, en la producción y durante el proceso, de dos pesos pesados del cine español como Isaki Lacuesta e Isa Campo. “Ya no puedo ser una joven promesa, no quiero demostrar nada. No se trataba de ‘a ver cómo contamos esto de manera rara’. Me resultó natural. Me tomo hacer cine como la libertad de experimentar, no tanto en abstracto, sino con los elementos de la historia. No pongo por delate el tema: el relato es importante, y la forma también”, reflexiona Iriarte. Las actuaciones, la banda sonora, la dirección y la estética: Sobre todo de noche mezcla de forma estupenda sus cartas para incomodar, o conmover. Solo peca, en algún momento, de subrayar demasiado su inteligencia, o su indignación.
De nuevo, en todo caso, el cine español acude a denunciar en Venecia las mayores sombras del país. Hace dos años, Madres paralelas, de Pedro Almodóvar, inauguró el certamen y le enseñó las heridas que aún sangran por las fosas comunes y los muertos sin nombre. En 2022, Juan Diego Botto puso el foco En los márgenes, y los desahucios que ahí suceden cada día. Y, ahora, los bebés robados de Sobre todo de noche. “Es un tema que está metido debajo de la alfombra. Aparece cada cuatro o cinco meses un caso en la prensa, como historia aislada, y siempre triste, de un trauma y una mujer que se da de frente con el sistema. Pero no se afronta como un asunto general relacionado con la economía, la ideología…”, critica Iriarte. Y enumera los problemas: proyectos de ley que no cuajan, lamentos que se quedan aislados, la petición de un Banco Nacional de ADN. Los papeles que piden las víctimas nunca aparecen.
Tal vez el grito del filme se oiga en Venecia. Y, a partir de ahí, en otras partes. Porque el cine español casi nunca accede a la sección oficial, salvo Almodóvar. O J. A. Bayona, que cerrará la Mostra de este año con La sociedad de la nieve, reconstrucción fílmica del accidente aéreo en los Andes en 1972. Pero prácticamente cada año los filmes nacionales ocupan los apartados paralelos del certamen. Rodrigo Sorogoyen, Oskar Alegría, Raúl Arévalo, Juanjo Giménez, el citado Botto… y, este año, otros tres proyectos. Y, en conjunto, una auténtica tesis sobre la memoria: la que está perdiendo Aitana, hija de María Teresa Leon y Rafael Alberti, y que filma su hija Marina Alberti, en el corto homónimo; la de Carlos Saura, homenajeado a través de una versión restaurada de La caza; y la que acompaña el documental Frente a Guernica, encargado por el Museo Reina Sofía a Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi, y que muestra su metraje completo tras pasar ya por la pinacoteca.
“Es muy naif pensar que las películas son solo de los directores. Hoy existen mucho antes de ser terminadas, cuentan con agentes de ventas que tienen varias reuniones para promoverla. Y, en este sentido, un festival como este supone un gran escaparate”, reflexiona Iriarte. Cuando Sobre todo de noche se estrene, el cineasta cree que la etiqueta de “película española que estuvo en Venecia” puede ayudarla. Al salir de la sala, sin embargo, el público tendrá otro recuerdo. El de una vida robada. Una de 300.000.
Babelia
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