Pastora Vega: “Por primera vez estoy disfrutando de vivir soltera”
La actriz, de 65 años, vuelve al teatro con ‘Género de dudas’, una comedia sobre los secretos de pareja, y confiesa encontrarse en su mejor momento personal y profesional, pese a que haya pocos papeles para mujeres de su edad fuera del teatro.


Con ese nombre tan sonoro, esa voz tan cálida y ese rostro tan rotundo, Pastora Vega resulta una presencia inconfundible para quien la ha visto madurar en escena desde que debutara, jovencísima, en la tele de los primeros años ochenta del siglo pasado. Hoy, Vega: madura, cortés y elegante, recibe en el ambigú del teatro Infanta Isabel, en Madrid, donde, al día siguiente a la entrevista, estrena la obra Género de dudas, en la que interpreta a la esposa de toda la vida de un político, encarnado por Pablo Carbonell, en plena campaña electoral. Los secretos que salen a la luz durante la obra ponen patas arriba no solo a la pareja protagonista, sino las certezas del patio de butacas. No puede esperar para ver la reacción del público.
La entrevisté en 2006, hace casi 20 años, junto a otras actrices de su generación que atravesaban la supuesta travesía del desierto de los 40 años ¿Se acuerda?
Madre mía, claro que me acuerdo: 20 años que han pasado a una velocidad impresionante. Me creía yo muy mayor con 46 años y ahora tengo 65. Entonces, había sido madre con 41 años después de haberlo sido por primera vez con 26, aún no me había separado de Manu [Imanol Arias, del que se separó en 2009], y ya me quejaba de que empezaban a escasear los papeles. A veces me tengo que recordar la edad que tengo y todo lo que he vivido, lo que he amado, sufrido, para llegar aquí.
A los 41, entonces, se era una madre mayor. Ahora es la edad a la que muchas mujeres tienen su primer hijo. Eso también ha cambiado.
Es que estamos en otro planeta, en ese sentido. En la crianza, en cómo se cuida a una mujer embarazada, en todo. En general, ha cambiado todo para bien, porque también somos más longevos y podemos hacer más cosas más tarde. Todo se va reconfigurando.
Su exmarido, Imanol Arias, representa también estos días, junto a María Barranco, una comedia de pareja en Madrid. ¿Casualidad cósmica?
Ha sido muy curioso. María y yo tenemos la misma edad, y Pablo Carbonell, que hace de mi marido, y ella son íntimos amigos desde jovencitos. Algo tiene que significar todo esto. El ver, de pronto, que dos mujeres de más de 65 años, podamos contar historias de mujeres en primera persona me motiva y me esperanza mucho.
¿Qué le sugiere el que las historias de parejas maduras de hoy atraigan al público al teatro?
Es que yo creo que son temas que realmente nos importan y afectan. El qué significa la pareja como sistema. Porque resulta que, el hecho de que, hasta ahora, fuese vista como el único sistema para el bienestar de quienes la forman, como pasaporte a la felicidad o como camino a la estabilidad, se está viniendo abajo a pasos agigantados.
Usted, que ha tenido varias parejas largas, sabrá bien de lo que habla.
Yo he vivido siempre, o casi siempre, desde los 14 años, en pareja o con la ilusión de pareja. Con la idea del amor romántico siempre en mi vida, de una forma u otra. Por supuesto, no es igual un novio a los 14, que con 20, que con 25 o con 40. Pero, por primera vez en mi vida, estoy disfrutando de lo que es vivir soltera. Y lo que te puedo decir es lo mal que nos han contado lo que era esto.
¿Cómo nos lo han contado?
Como un infierno, porque una señora sola era siempre sospechosa. Si está sola, no tiene marido ni novio ni pareja es que algo malo tiene, se pensaba y hasta se decía a la cara. Y, en mi experiencia, es justo lo contrario. Cuando tú realmente estás bien, tranquila con tus amores, tus afectos, tu familia, tu trabajo, con las cosas que te gusta hacer y sin tener que depender de otra persona ni de cuidar ni de ver qué pasa con una relación estable de convivencia, estás feliz. No solo les pasa a mujeres de nuestras edades. También hay muchas de 30 o 40 años que se están dando cuenta de que es mejor estar sola y feliz con una misma, que mal acompañada.
Por otra parte, hay quien las denigra llamándolas “Charos” y reprochándoles un supuesto “egoísmo” por no tener hijos o pareja fija.
Afortunadamente, me rodeo de gente que no es así, pero lo veo en los medios. Y, sí, hay una amenaza tremenda de volver a situaciones de un machismo tremendo y de una desigualdad que me preocupa.
Usted tiene dos hijos varones. ¿Cómo lo ven ellos?
Son hombres jóvenes: uno ya casi cuarentón y el otro veinteañero, que saben que pertenecen a un género que se tiene que reconfigurar. Incluso hombres más próximos a mi edad también están dándose cuenta y revisando. Pero las tendencias reaccionarias del mundo, empezando por el señor Trump, que llama estúpida a una periodista por hacer su trabajo, son muy peligrosas y ganan terreno. Así que, por una parte, veo que las mujeres jóvenes disponen, en teoría, de más sororidad e igualdad que antes, pero, por otro, como estas tendencias se reafirmen, lo van a tener complicado, pobrecitas mías.
¿Cómo calificaría su estado de ánimo en este momento de su vida?
Agradecido. Estoy muy agradecida con la vida. Estoy disfrutando mucho de este momento, del hecho de que tengo una edad y soy muy consciente de ella, aunque me sienta como si tuviera 30 o 40 años, pero quiero disfrutar, porque el tiempo pasa como un tsunami y no quiero que me lleguen los 75 sin haber hecho cosas, porque no sabes lo que te puede pasar. Quiero disfrutar muchísimo de esta década y de mi trabajo, que me hace más feliz que nunca.
¿Cómo vive una veterana la víspera de un estreno?
Mañana, justo antes de empezar, me entrará una cosa muy mala, eso no cambia nunca. Pero, ¿sabes? Mi carrera ha sido paso a paso, pero, últimamente, he notado como una zancada. Nuestro oficio es lo más parecido a la vida, entonces, si has vivido intensamente, en todos los sentidos, aparte del oficio y de ensayar y ensayar, lo importante es tener teclas que tocar por dentro. Un actor, siempre que esté en buenas condiciones, es mejor cuando es más sabio y cuando más tiene que comunicar, con más matices y creatividad. Ahora, estoy como nunca en ese sentido.
¿Haber sufrido la ha hecho mejor actriz?
Pues sí. La vida no es como un grifo, que si le das a la derecha sale agua helada y si le das a la izquierda, hirviendo. Lo difícil es mantener el equilibrio. He sufrido pérdidas, como la de mi padre, pero lo que más me ha dolido han sido las decepciones con gente que creías que era de una manera, o que te querían, y, al final, te traicionan.
¿Se lleva peor el desamor con la edad?
Sí, porque, de jovencita, la gente entra y sale de tu vida de forma natural. Pero, a los 55, o 60, piensas que ya sabes lo que quieres y con quién lo quieres, y la otra persona que está contigo también. Entonces, cuando viene el desencanto es muy duro. Yo tengo una gran familia de sangre y una gran familia de amigos maravillosas. Pero, de mayor, cuando hay una pequeña sensación de traición, de perdida, se lleva fatal. Mucho peor que cuando eres joven. Pero, insisto, soy una afortunada. No ha habido nada realmente grave en mi vida. A otras personas, la vida las parte en dos. A mí, no.

¿Cuánto le cuesta mantener ese pelazo moreno libre de canas?
Pues mira, es un coñazo. Me cuesta estar cada 15 días en la peluquería haciéndome el cerco y la diadema. He estado fantaseando con dejarme el pelo blanco. Tengo amigas que han dicho: a tomar por saco con esa servidumbre, y están divinas, pero me cuesta. Ahora mismo es una decisión que, de momento, tengo aparcada.
¿Por qué nos plegamos a nuestras propias autoexigencias, aparte de a las de fuera?
Pues yo creo que es por la testosterona, por el sexo. Mira a Richard Gere, o a Antonio Banderas: a su edad siguen de atractivos galanes en su vida y en su trabajo. Nosotras, si tenemos parejas más jóvenes, se nos mira mal, hay comentarios, miraditas. Ahí hay un tema todavía y el trasfondo de todo eso es el sexo: nosotras tenemos que estar deseables, delgadas, depiladas, ceñidas, estiradas. Y ellos pueden estar calvos que ni te cuento, con unas barrigas que ni te cuento y no pasa nada.
¿Entonces, la solución es no hablar de ello?
No lo creo. Hay que hablar de todo para darnos cuenta de que es así, y luego hacer lo que nos dé la gana. Yo me arreglo para mí, para encontrarme a gusto en mi piel. A veces, me cambio tres veces de ropa para ir a la farmacia, pero porque quiero estar a gusto yo, no para gustar a los tíos. Ya está bien, ¿sabes? Si le gustas a un tío tiene que ser no solo por lo que se ve. Como nosotras, que no nos hace falta ver a un tío en calzoncillos para que nos guste. Ya está bien de desigualdad y machismo.
Imagino que ese aplomo la ayuda a en escena.
Mucho, muchísimo. Es que yo me tomo muchos cafés conmigo misma y me digo: ‘venga, tía, quítate ese miedo, el pensar que no eres suficiente o que esto te queda grande, o cualquier otro pensamiento que lo que hace es limitarte’. Esa voz que tenemos dentro que te machaca. Me niego. La mía la tengo aparcada y de vez en cuando le pego cuatro bocinazos porque, si no, no me puedo subir al escenario. Luego puedes gustar o no: como actriz, como mujer, como todo. En esta profesión dependes del gusto de la gente, pero si no te gustas tú, no le gustas a nadie.
LA PENÚLTIMA DE LA SAGA
Pastora Vega (Madrid, 65 años) quería salirse de la tracición de su familia de artistas (nieta del torero Gitanillo de Triana, bisnieta de la gran Pastora Imperio) y se licenció en Derecho, pero, al final, ganó la fuerza de la sangre, o del talante, y las tablas tiraron más de ella que las togas. Su debú en televisión, junto a Guillermo Summers en el mítico programa Y sin embargo, te quiero, enamoró a la cámara, la crítica y a los espectadores y ya no abandonaría el foco. Comunicadora y actriz, con intervenciones en cine, series de televisión y teatro, Vega se convirtió desde entonces, en presencia habitual de la vida social y cultural del país hasta hoy mismo. Jon y Daniel Arias Vega, los hijos que tuvo con su primer marido, Imanol Arias, siguen, desde la música y la interpretación, con la tradición familiar. A sus 65 años, dice que está como nunca.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma






























































