‘Macarena’: la accidentada vida del himno planetario no tiene fin
Treinta años después sigue apareciendo gente que reclama su trocito de gloria (y dinero) de la canción de Los del Río que entonó y bailó el mundo entero
Antonio Romero está debajo de un limonero en Dos Hermanas, el municipio sevillano donde vive. “Y encima hace un día precioso”, exclama, y se carcajea. Para componer Macarena, de los 37 minutos de entrevista con EL PAÍS, a Antonio le hubiesen sobrado 30. “La hice de un chispazo, en unos minutos. Posiblemente, de las casi 300 canciones que he escrito, es la que más rápido me ha salido”. Antonio Romero (Alcalá de Guadaíra, 75 años) forma parte del dúo Los del Río junto a Rafael Ruiz (Dos Hermanas, 76 años). Es tarea complicada encontrar algún lugar en el mundo donde no se haya cantado y bailado Macarena. Tampoco existe una canción de éxito en español de vida tan accidentada como la composición del dúo sevillano. Macarena es la historia de las mil atribuciones, porque los fracasos nadie los defiende, pero a los éxitos les salen multitud de dueños. Treinta años después de su explosión sigue saliendo gente que pide un trocito del pastel. El documental Macarena (dirigido por Alejandro Marzoa; Movistar Plus+, desde el 18 de marzo) demuestra que no todo está contado sobre este himno planetario; al revés, cuanto más se escarba, más sorpresas se encuentran.
El relato de Macarena muestra muchas aristas, pero la esencia de todo se encuentra en esta anécdota que cuenta Antonio a este periódico: “Eran finales de los sesenta y nos contrataban para amenizar las fiestas de la alta sociedad. Entrábamos en esas casas tan lujosas y empezaban a pasar bandejas con caviar, salmón y otras delicias, inalcanzables para nuestra economía. Yo le decía a Rafael: ‘Vamos a contar hasta 50 antes de meter la mano en la bandeja, Rafael’. Y se nos iban los ojos detrás de las bandejas, porque a lo mejor habíamos comido en todo el día un bocadillo de calamares. Pero esa es la educación que nos han transmitido nuestras madres”. Esta humildad, básica para gestionar sin perder la cabeza un éxito tan monumental como Macarena, todavía la conserva hoy el dúo, a pesar de que desde 1993 su situación financiera mejoró radicalmente con el éxito de la canción.
La centella de Macarena prendió en Caracas, en una de esas opulentas reuniones de sociedad amenizadas con las rumbas y el desparpajo de Los del Río, en casa del empresario venezolano Gustavo Cisneros. Una fiesta en 1992 donde también estaba el presidente del país latinoamericano en ese momento, Carlos Andrés Pérez. “Salió una bailarina y yo empecé a cantar: ‘Dale a tu cuerpo alegría Magdalena, que tu cuerpo es para darle alegría y cosa buena’. Como un piropo, ¿sabes?”. Más tarde, cambió el nombre femenino por dos motivos, señala Antonio: “Mi hija se llama Macarena, así que me parecía un bonito homenaje. Luego también había por esa época una canción de Emmanuel, un cantante mexicano, que se llamaba Magdalena, así que mejor Macarena”.
La historia no ha hecho más que empezar y aquí ya aparecen dos personas que reclaman su pedazo de gloria, remunerado con dinero. Por un lado, la bailarina que inspiró ese “piropo”, Diana Patricia Cubillán, que en el documental exhorta: “Esos dos señores han ganado 60 millones de euros y no me han dado nada”. Responde a este periódico el compositor, Antonio Romero: “No, no. Eso es una exageración de dinero. Afortunadamente no nos podemos quejar. Pero en mi reparto fui muy generoso: el 50% para la editorial de la discográfica, que me apretó en la negociación, ya sabes; el 25% para mí y el otro 25% para mi compañero Rafael. Se habla de las cantidades con mucha ligereza. Pero sí, ese dinerito nos sacó del agobio que tenemos los artistas, con etapas en las que no trabajamos. Nosotros siempre hemos sido autónomos. Hemos ido por libre, buscándonos la vida, en la feria de Sevilla y en otras ciudades, sin dejar de trabajar”.
Otro que alza la mano. El músico Seju Monzón, que afirma en el documental: “En Macarena hay un plagio bastante claro”. Se refiere a una canción de su grupo de los años setenta, Desmadre 75, Tengo una pena, la cara b del sencillo más famoso de esta banda, Saca el güisky cheli. ¿El problema? La canción está firmada por Alberto Cepeda Vicente (dicho sea de paso, tío del músico salido de OT Cepeda) y nunca quiso litigar (Alberto Cepeda falleció en 2007). Sobre este asunto tiene algo que decir Fernando Barrera (40 años), musicólogo y profesor en la Universidad de Cádiz, que ha estudiado siete años (nada menos) los entresijos de Macarena. “Cuando digo que he estado ese tiempo analizando la canción la gente se sonríe. Bueno, lo entiendo”, afirma por teléfono Barrera. “Hemos hecho un rastreo de composiciones que tengan una melodía similar a Macarena y son muchas. Porque estamos hablando de una canción muy sencilla, de apenas una nota. Si tuviera 500 notas las probabilidades serían más pequeñas”, cuenta Barrera, y entra en detalles comparándola con Tengo una pena, de Desmadre 75. “Tiene un fragmento literal, el que dice ‘Micaela, Micaela, Micaela’, que Los Del Río sustituyen por ‘Macarena, Macarena, Macarena’. Pero es que a su vez, Desmadre 75 coge de otras canciones más antiguas, como la pieza infantil Tres sardinas y un gato. Al ser una música tan sencilla, irremediablemente coincide con otras músicas. ¿De quién es realmente Macarena? No se sabe. Pero no importa tanto quién haya hecho la composición, sino quién la ha grabado y quién le ha dado su toque personal. Y esos son Los del Río. Ellos tienen los derechos y ellos se llevan el dinero”.
Cuidado aquí: la Macarena original de Los del Río, de 1993, no fue la que convirtió la pieza en un éxito global. Y esta circunstancia sí acabó en demanda. Macarena fue la canción del verano en España en 1993. Y ya. Para darle un último aliento, la discográfica encargó una remezcla para las discotecas a Big Toxic, colaborador de Fangoria (dúo formado por Alaska y Nacho Canut). Así nació a finales de 1993 la maquinera Macarena (River Re-Mix 103 BPM). Existe otro giro de guion: esta de Big Toxic tampoco fue la que desató la locura internacional. Sí fue en la que se basó el grupo de Miami Bayside Boys para grabar la suya. El que tuvo la idea fue un miembro de ese grupo, Carlos de Yarza (54 años), cubano que a los nueve años llegó con su familia a Miami. Nos responde por teléfono desde Miami, desde donde trabaja en la St. Thomas University: “Yo me entero de la canción porque salgo por la noche con mis amigos a clubes de Miami y ponían mucho Macarena, tanto la original de Los del Río como la remezcla de Big Toxic. Y la gente siempre bailaba. No era un gran éxito, pero gustaba mucho el baile”. Yarza trabajaba en ese momento para una emisora de radio de Miami, Power 96, que le requería remezclas. Así que cogió la versión de Macarena de Big Toxic (no la original de Los del Río) e hizo la suya, Macarena (Bayside Boys Remix), añadiendo una voz femenina cantando en inglés. “En aquella época [1995] las estaciones de radio estadounidenses no solían pinchar música en español. Creo que parte del éxito de mi versión fue lo que añadí en inglés”, asegura Yarza.
La empezaron a poner en la emisora y explotó en todo Estados Unidos. ¿El problema? Que Yarza no había pedido permiso a la discográfica española de Los del Río. “Un día recibo una llamada con una voz poco amigable que lo único que me dice es: ‘¿Quién es tu abogado?”, relata Yarza. La primera intención de la discográfica fue enviar un requerimiento a las emisoras para que dejaran de poner la versión de Yarza. Alguien de la discográfica lo evitó: era un megaéxito, sería un drama frenarlo. La compañía de Los del Río reculó y llegó un acuerdo con Yarza. “Cedí los derechos de mi versión a cambio de un pequeño porcentaje. ¿Cuánto? Bueno, te puedo decir que me paga unas vacaciones anuales. Las próximas serán a Galicia y País Vasco”, informa Yarza. A partir de 1995, Macarena vuela sin límite: número uno en 1996 durante 14 semanas en Estados Unidos; presencia del dúo en la Super Bowl; el equipo de gimnasia de EE UU ganando el oro en Atlanta 96 y bailando Macarena; congresistas bailándola en la convención del Partido Demócrata, donde Bill Clinton fue elegido candidato a presidente... Los analistas apuntan que Macarena fue utilizada políticamente para captar el voto latino.
La canción se convierte en un arma poderosa que trasciende lo musical. Big Toxic, que cobró 100.000 pesetas en 1993 por su remezcla, acudió a la justicia para reclamar derechos de autor. Perdió el juicio. “En la vida hay gente pa tó. Me parece bien escuchar a la gente. Y el que tenga razón, pues dársela, y el que no, pues a la cola, porque no veas la de gente que hay en la cola”, cuenta con humor hoy Antonio, el autor de la canción, sobre las continuas reclamaciones. Se calcula que se han realizado unas 5.000 versiones diferentes. “Yo sigo actualizando datos y siempre hay algo nuevo: sale en otra banda sonora, hacen una nueva versión, Karol G la canta en el festival Coachella... La información es inabarcable”, apunta Barrera.
Pero... un momento, falta hablar del baile. El musicólogo Fernando Barrera considera que resultó crucial para el éxito. “La coreografía tuvo mucho que ver con el triunfo de la canción. Una profesora de la Universidad de Los Ángeles, Melinda Rusell, analizó exhaustivamente el baile y sacó unas conclusiones que yo suscribo: es tan sencillo que resulta superinclusivo; cualquier persona, incluso si está sentada, puede bailarlo; si te pierdes puedes reengancharte y aunque seas ciego también lo puedes hacer”. Si es tan importante el baile conviene buscar a la persona que se lo inventó y felicitarla. Tampoco está clara la autoría. La teoría más aceptada es que se creó de forma espontánea, probablemente gracias a un intuitivo animador de algún hotel del Caribe. Obviamente, no falta gente que se atribuye la gestación del baile, como el director de la discográfica, o varios coreógrafos. “El baile lo hizo dios”, zanjan Los del Río.
Quizá no haya que recurrir a la intermediación divina para buscar respuestas, porque como demuestra el relato de los protagonistas, Macarena finalmente es un triunfo popular, de la gente, que en su afán por pasar un buen rato y por divertirse fue realizando pequeñas aportaciones hasta configurar un himno planetario.
Babelia
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