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Entrevista:

"La música electrónica es demasiado moderna para Madrid"

Nadie diría que el músico electrónico Big Toxic es madrileño. Por su nombre, podría ser de Londres o de Boston; por su aspecto, de Amsterdam, y por su acento, de París. Big Toxic, en los papeles oficiales José Tomás Martínez (París, 1965), llegó a vivir a Boadilla del Monte con 13 años y, tras estudiar algo de piano, le cautivó la música electrónica en 1981, cuando escuchó al grupo Depeche Mode en la sala de conciertos madrileña Rock Ola. A partir de ese día dejó sus clases en el instituto y se encerró a componer música electrónica. Diez años después, cuando trabajaba de taxista, se subieron al taxi dos músicos de Alaska, oyeron en el interior del coche una maqueta que llevaba puesta en el casete y 15 días más tarde estaba grabando con ellos. Después de trabajar seis años con Alaska, entró en el grupo de teatro catalán La Fura dels Baus, a los que ha hecho la creación musical de las obras MTM, Manes y Fausto, versión 3.0. Por si fuera poco, cuenta en su haber con más de sesenta remezclas de discos, entre las que se encuentran las de Enrique Bunbury, Sexy Sadie, Carlos Berlanga y Esclarecidos. Pregunta. ¿A qué viene el nombre de Big Toxic?

Respuesta. Viene de la época del instituto. Todos mis amigos tenían un seudónimo con el que hacíamos pintadas por Boadilla y yo elegí el de Big Toxic. Luego, cuando comencé a grabar con Alaska, decidí firmar así porque creo que mi verdadero nombre suena más a torero que a músico.

P. ¿Cómo define la música electrónica?

R. Es la música de este fin de siglo. Es una evolución del rock al pop y se basa en la música experimental, que nació a primeros de los años ochenta. Este tipo de música, con ayuda de los ordenadores, te permite mezclar y hacer una especie de collage con todos los sonidos existentes.

P. ¿Cómo está la música electrónica en España?

R. Como todo en España: regular tirando a mal.

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P. ¿Hay algún músico electrónico español que le interese?

R. En España, al contrario que en Europa, apenas hay músicos de este tipo. De todas formas, aquí están Resonic, Froggmen o HD Substance.

P. O sea, vamos retrasados.

R. Sí. Es desesperanzador. Parece que a los jóvenes de aquí les hayan dado un tranquilizante: no piden nada nuevo, no se rebelan ante nada...

P. ¿Parece enfadado?

R. No, estoy simplemente deprimido. No pretendo que la música electrónica sea mayoritaria en España, pero creo que hay un límite entre vender un millón de copias de un disco de música aflamencada y vender 2.000 copias de uno de música electrónica.

P. ¿Qué música pondría al Madrid actual?

R. Con tanto agujero, pondría música electrónica. Pero, lamentablemente, la música electrónica es demasiado moderna para lo que es Madrid. Esta ciudad no avanza.

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