‘Robot Dreams’, de Pablo Berger, lleva la animación española a Cannes
El cineasta adapta la novela gráfica de la estadounidense Sara Varon, una historia de amistad entre un perro y un robot en el Nueva York de los años ochenta, y fiel al tebeo lo hace sin diálogos, como su ‘Blancanieves’
A Pablo Berger (Bilbao, 60 años) le gusta complicarse la vida. Y su cuarta película es la confirmación tanto de ese amor por el riesgo artístico como de su calma, necesaria para encarar un proyecto de la envergadura del que presenta este sábado en Cannes en una Sesión Especial: Robot Dreams, su adaptación de la novela gráfica de Sara Varon, la historia de amistad entre un perro antropomorfo y un robot que compra para que le haga compañía en un Nueva York de los años ochenta.
A pocas horas de su alfombra roja y de su estreno, Berger bromea con la posibilidad de cruzarse con un actor danés que hizo un papel secundario en su debut en 2003 en el largo: Torremolinos 73. Aquel intérprete, Mads Mikkelsen, estrella mundial hoy, encarna al villano de Indiana Jones y el dial del destino, también en Cannes. “Va a ser complicado que nos crucemos”, sonríe. Y empieza a ahondar en por qué encaró Robot Dreams. “Leí la novela gráfica de Varon [publicada en 2007] en 2010, y me fascinó. Hasta que llegué al final, que me hizo sentir algo más: me conmovió. Seguí mi camino, hice Blancanieves y Abracadabra, y ahí, en 2017, mis productores me preguntaron cuál era la siguiente. Dudé y recordé lo poderosa que era la historia de Robot Dreams”.
El filme transcurre en Nueva York en los años ochenta —una ciudad que Berger conoce perfectamente porque vivió allí 10 años durante esa época, junto a su esposa, Yuko Harami— y la protagonizan Perro (en ese mundo no hay humanos, sino animales antropomorfos) y Robot, adquirido por el primero para solucionar su soledad vital. “Siempre pensé que fuera animación. Nunca pensé en trabajar en este género, pero no podía traicionar el cómic”, explica el cineasta. “Yo llegué al cine desde el cómic. Los devoraba. Incluso, mi primer corto, Mama, estaba basado en una historieta de Philippe Vuillemin. Obviamente, me gusta el cine de animación de Miyazaki, I Lost My Body es una de mis películas favoritas, disfruto con La vida de Calabacín. Sin embargo, el motor fue que me crucé con ese libro”.
Entre bromas y veras, Berger cuenta que fue más complicado el viaje de ocho años hasta el estreno de Blancanieves —un filme mudo, con intertítulos y banda sonora, que trasladaba el cuento a la España taurina— que este de cinco años. “Por el apoyo de mis productores, Arcadia Motion Pictures. Nunca les digo qué me planteo hasta que tengo algo avanzado. Aquí yo les pasé el cómic y el guion ya completo, que para mí es el mapa del tesoro. Y se pusieron con la financiación”.
A Berger le importaba mucho trasladar al cine la ambivalencia de la novela gráfica de Varon. ¿Es una historia de amistad o de amor? ¿Es para niños o para adultos? “Es que no hay que ser excluyentes, entender que todas las lecturas son correctas. El cine es como una lasaña, las capas las acabará completando el espectador”. Puede recordar en estas distintas visiones y en lo de filme silente a Blancanieves. “Sí, aunque ahora quería hablar sobre la fragilidad de las relaciones humanas. Como soy un tipo optimista, siempre creo que alguien como Perro encontrará a alguien en su vida”. Robot Dreams se estrenará en España a finales de este año.
El Nueva York de los años ochenta ha tomado más protagonismo en la versión fílmica de Robot Dreams. En el cómic los fondos no son tan precisos. Berger y sus dos manos derechas —su esposa, Yuko Harami, y José Luis Ágreda como director de arte— han construido minuciosamente este tercer protagonista. “Me preocupaba muchísimo ser fiel, no cometer ningún error ni anacronismo. Esa decisión de privilegiar la ciudad me dio el impulso definitivo y así Yuko y yo hemos hecho nuestra carta de amor a aquella ciudad”. Cuando volvió, sus amigos de Bilbao como Álex de la Iglesia le cuestionaron su retorno. “Yo quería hacer mi trilogía ibérica. Y acerté. Ahora, al igual que ha pasado con Bilbao, aquel Nueva York no se parece en nada al actual”. El mimo es marca de la casa. “Por eso hago pocas películas, porque creo en cuidar cada filme, y tengo mucha paciencia”.
Robot Dreams tiene coproducción francesa, lo que le ha abierto el camino en ese país, y esta semana ha sido adquirida por Neon para su distribución estadounidense. “Es increíble, porque son quienes llevaron Parásitos o El triángulo de la tristeza. Nunca lo hice por eso, aunque es cierto que no tener diálogos sirve como gancho comercial”. Y en este proceso, ¿no ha echado de menos a los actores? “Bueno, ahora he trabajado con los animadores. Hacer animación es como crear una película de imagen real a cámara lenta. Te permite tomar las decisiones con más reflexión”. De todo el proceso fílmico, a Berger el que menos le atrae es el rodaje “porque aleja de los objetivos”. Y confiesa: “Es la vez que una película ha madurado a mi ritmo, y, por tanto, la más cercana a la que soñé al inicio del viaje”.
Babelia
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