Bruce Springsteen: un disco de soul irrelevante donde posturea como un Joe Cocker acomodado
El músico, que venía del gran ‘Letter to You’, está demasiado preocupado por figurar en la lógica de la novedad y sobresalir como cantante en un registro que no es el suyo en ‘Only the Strong Survive’
Vivimos una época en la que antes de ayer ya es un concepto que queda demasiado lejos. Todo es inmediato y necesita consumirse sin posibilidad de reposo. Cada semana, cada día, vales lo que eres capaz de consumir. Y, si eres creador, tu valor se mide cada vez más por la novedad. Vales, como creador, lo nuevo que eres capaz de meter en la máquina del carbón. La cultura como mercancía de consumo rápido, de tiro corto, a la que le falta ambición transgresora, alternativa, independiente y de riesgo. Incluso le falta sello de autor ante la estandarización cultural y social.
Bruce Springsteen, el archiconocido músico estadounidense y una de las voces más respetadas del rock internacional, ha sido siempre uno de los grandes autores de la música popular. Ahora, con su nuevo disco, Only the Strong Survive (Sony), un álbum de versiones de soul de los años sesenta y setenta, ha perdido su papel de autoría en un trabajo para homenajear la música afroamericana que le cautivó desde adolescente, cuando era un chaval que respiraba a base de canciones las 24 horas del día. Como todo típico homenaje, Springsteen entrega Only the Strong Survive a las canciones de otros compositores, algo que no se veía desde aquel tributo a la obra folk de Pete Seeger en el disco We Shall Overcome: The Seeger Sessions (2006). Por tanto, este trabajo es una especie de anomalía en la carrera del autor de Born to Run.
La anomalía no debería ser un problema, pero en este caso lo es. El traje de aguerrido folk de We Shall Overcome: The Seeger Sessions encajaba mejor en el molde musical de Springsteen, que supo darle un aire distinto, a medio camino entre la reivindicación y la celebración, a un cancionero tradicional en la memoria estadounidense. Springsteen, elevado y gustándose hasta límites insospechados en el papel de la voz del ciudadano medio estadounidense, llevó ese folk de batalla y carretera a un territorio curioso y agradecido, donde empastaron muy bien él y una amplia e interesantísima banda formada para la ocasión. Hoy, el músico de Nueva Jersey busca el mismo horizonte con el soul, ese género de orgullo negro y pasiones desbordadas, pero se queda sin conseguirlo.
Como We Shall Overcome: The Seeger Sessions y en otras muchas ocasiones a lo largo de su vida, vuelve a prescindir de The E Street Band, su infatigable grupo de compañía y con el que siempre alcanzó las cotas más altas. Para este nuevo disco, se rodea de The E Street Horns y un reguero de coristas. Una decisión como otra cualquiera y, seguramente, acertada. Solo que hay un gran inconveniente: el resultado dice poco. Only the Strong Survive peca de plano.
Springsteen se ajusta tanto a la horma de las canciones que versiona que raya la intrascendencia. Le sucede algo parecido a lo que le pasó en Western Stars (2019), cuando el ejercicio de estilo entonces fue el country californiano. Ofrece una mirada demasiado tópica. Ya no es que se rasgase las vestiduras o prendiese algún jardín, que podía haberlo hecho, sino que tampoco le salió realmente bien moldear un sonido propio o, si le salió con esa música tan amada por él, era difícil maravillarse. Carecía de carácter excitante, lleno de señas de identidad propias, conjugando el legado tradicional con su vibrante experiencia personal. Western Stars era solo un buen intencionado disco de un country de escaparate, para todos los públicos, como esos conciertos que están pensados para satisfacer al cuñado y a la suegra que te acompañan a ver a Bruce por primera vez. Y, con todo, entonces, cuando lo que importaba era mostrarse como un amante de la América vaquera, compuso sus letras, se preocupó del envoltorio final y mostró cierto propósito reconocible en Western Stars. Ahora, con Only the Strong Survive, ni eso. Ni compone ni parece importarle el tufo de recopilatorio standard y galería comercial que desprende el álbum. Por tanto, ni es We Shall Overcome: The Seeger Sessions ni Western Stars. Es algo bastante menor, algo bastante irrelevante.
Preocupa que un artista de su calidad, su talento y su impacto haya caído una vez más en una cierta obsesión por ajustarse a las perversas lógicas de nuestros tiempos. Si, como se apuntaba al principio, el antes de ayer ya es un concepto que queda demasiado lejos, Springsteen es como si lo aceptase, incluso renunciase al ayer. Porque él tenía ayer: había sacado a finales de 2020 un disco como Letter to You junto a The E Street Band. Una obra con brío, pundonor y redención en el que él y su banda habían hallado un sonido renovado de rock de matriz clásica y sabor a garito de toda la vida, ese en el que las noches se sueñan épicas, aunque realmente duelan. Por la pandemia, Letter to You no se pudo defender en directo cuando se publicó y fue un fastidio. La pregunta, entonces y ahora, es: ¿y qué? Ese disco podía esperar hasta la gira que llega en 2023. Era un álbum que olía a última carta ganadora y que enlazaba con parte de un espíritu aún vivo de brindis por los viejos tiempos. De esta manera, articular una gira bajo el alma de esa carta y a todo lo que había sobrevivido era una opción que se antojaba magnífica. Pero no. A saber qué gira se viene ahora. Todo indica que, especialmente en Europa, volverá a ser otro acontecimiento social rodeado de farándula, sin vértigo.
Preocupa que, después de ese gran álbum que fue Letter to You, venga ahora con este otro, con Only the Strong Survive, producido por Ron Aniello. No parecía necesario y, sin embargo, para su creador lo es. Se sobreentiende que también para su discográfica. La necesidad de sacar este trabajo seguro que responderá a un interés personal y tampoco habría que darle más vueltas. Ok. Sin embargo, como interés personal —el único que debería importar a un artista— demuestra una preocupación desmedida por ofrecer material nuevo, aunque tenga poco que aportar. Muestra una preocupación por estar por estar, por figurar por figurar y por seguir alimentando un personaje público que no sabe frenar la proyección de una imagen que siempre busca agrandarse más y más. Y más todavía si atendemos a sus últimos movimientos: su libro y sus programas de radio con el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama. Hasta aquí sería la razón personal, aunque uno no puede dejar de recordar el día que Wikileaks difundió hace ya muchos años que Springsteen tenía un contrato con Sony absolutamente demencial de obligaciones discográficas hasta cerca de cumplir los 80 años y en el que su futuro no daba opción al abandono o el relax. Era como trabajar en la carbonería: echar carbón periódicamente para que la máquina capitalista, escenificada en el rock, no dejase de funcionar.
Con respecto al interior del disco, lo mejor de Only the Strong Survive es ese rescate que hace Springsteen de artistas desconocidos para el gran público a través de sus bellas canciones, además de acompañarse en dos composiciones del estupendo Sam Moore. Porque Springsteen, aparte de un gran músico, es un gran oyente. Artistas rescatados como Jerry Butler, Commodores, Four Tops, Walker Brothers, William Bell y Jimmy Ruffin. Precisamente, en la versión que hace de la gloriosa What Becomes of the Brokenhearted encontramos algunos de los males de este álbum: Springsteen intenta mimetizarse con la versión. No le queda una canción mala, no, pero tampoco nada reseñable. Es una especie de calco en el que lo que cambia es la voz aguda del afligido y extraordinario Ruffin por la de Springsteen, que termina por estar demasiado destacada para lucirse, algo impostada. Pasa en todo el disco. Es como si Springsteen estuviese postureando con el soul. No hay otra forma de oírlo a poco que uno se preocupe por escuchar las originales en las voces de todos esos artistas negros. Bruce está demasiado preocupado por sobresalir como cantante en otro registro al suyo.
Otro ejemplo definitivo es la última versión: Someday We’ll Be Together, conocida en la voz de Diana Ross. Springsteen le ha dado el mismo ambiente dulzón de Diana Ross and The Supremes, pero no es lo mismo. Ay, cómo va a serlo... Esa finura en el canto no se compra ni se imita. Se tiene y ya está. Lo peor no es que Bruce se mida con Diana Ross al intentar sonar como ella. No. Lo peor es que se mide consigo mismo. En el fabuloso álbum de descartes The Promise, perteneciente a las sesiones de grabación del Darkness on the Edge of Town, nos mostró una canción descartada con el mismo título que este tema de The Supremes. Es obvio por la letra de Bruce que había mucha inspiración en la composición de la banda femenina de la Motown. Allí, entonces, Springsteen, en vez de jugar a la copia de salón, se esforzó por ofrecer una visión personalísima de soul blanco atravesado de rock, una melancolía noir latiendo con corazón de orgullo herido. En fin, nada que ver con la versión de ahora. Ese modo de atacar la música, allá por 1977-78, incluso de atacarla para dejar volar sus homenajes a otros géneros, era muy distinto a hoy, a este facilón disco que ahora se publica. Porque Only the Strong Survive es el disco que haría un cantante de Nueva Jersey de batalla cuando ya ha quemado todos sus cartuchos. O, por verlo con más impacto mediático y fama asegurada, el otro nuevo disco que hubiera grabado el Joe Cocker acomodado de traje y corbata, con la importante salvedad de que a Cocker este género se le daba mucho mejor. Cualquiera de las dos opciones lleva a lo mismo: es un disco que se olvidará.
Vivimos una época extraña y antes de ayer ya es un concepto que queda demasiado lejos. Springsteen saca este nuevo disco como si fuera una de esas series de Netflix u otra plataforma de la que parece que todo el mundo habla en un puñado de días y a la semana ya está en el cajón del olvido, sin llegar ni al final de la primera temporada. Un consumo rápido y sin ningún propósito artístico reseñable. Y es una verdadera lástima porque el ayer de Springsteen con la E Street Band quemando su último cartucho siempre será más importante que la actual lógica de los tiempos. O porque el mejor recuerdo de rock and roll no debería ser jamás echado como un trozo más a la máquina del carbón.
Babelia
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