Un investigador denuncia el encalado de un hito megalítico de 5.000 años de antigüedad en un campo gaditano
La Junta de Andalucía abre una investigación para intentar dar con el autor del blanqueado y confirma que se trata de un monumento protegido
Al investigador Agustín García Lázaro le gusta perderse por los caminos y senderos de Cádiz, más si es haciendo de cicerone a amigos y familiares a los que enseña joyas patrimoniales escondidas en recónditos parajes rurales. En esas estaba el jueves pasado con su hija, cuando se encontró un menhir de unos 5.000 años de antigüedad perfectamente pintado de fulgurante blanco. Ubicado en una encrucijada de caminos a las afueras de Arcos de la Frontera, el hito megalítico de La Lancha ha pasado de lucir el tono de la piedra arenisca original, marcada con cazoletas de origen natural y huellas de abrasiones semicirculares, a aparecer blanqueado al completo por sus cuatro caras. Desde la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía confirman a este diario que se trata de un “monumento protegido”, aunque todavía no lo tienen catalogado en su inventario y por eso desconocían la ubicación exacta de la pieza y su estado actual, pero aseguran que se ha abierto una investigación para intentar dar con el autor del atentado.
“Es tremendo, una falta de respeto al patrimonio, una pasada”, acierta a valorar García Lázaro, aún impactado por el hallazgo. El investigador publicó el daño el pasado domingo en sus redes sociales y en su blog Entornoajerez —en el que documenta elementos patrimoniales y paisajes de las zonas rurales de la provincia— y desde entonces no le ha dejado de dar vueltas a los motivos que han podido llevar al pintor a encalar la piedra. “Está al inicio de un camino y al pie de la carretera. La persona lo ha hecho para orientarse en la noche, quizás”, apunta el experto. El menhir de La Lancha se encuentra al lado de un campo de cereal, justo en la entrada hacia una finca privada —el cortijo del Convento, aunque no está claro si está en suelo público o privado—, en la carretera 6105, que conecta Arcos con Villamartín, una vía apenas transitada por personas con propiedades en la zona.
García Lázaro sospecha que el daño fue perpetrado con cal y no con pintura plástica, lo que podría facilitar la recuperación del estado original. También que el autor, probablemente, no era consciente del atentado que estaba cometiendo: “No tiene cartelería interpretativa. Probablemente ha sido un lugareño que no sabía lo que es. Lo que pegaba es que hubiese habido un cartel explicativo”. El investigador desconoce cuándo pintaron el hito, ya que él no lo visitaba desde antes de la pandemia, momento en el que hizo fotografías de su estado anterior. Sin embargo, después de publicar su denuncia en redes, un usuario le respondió con fotografías en las que también reseñaba el antes y después del encalado, fechadas el pasado 31 de julio.
Aunque el autor del atentado puede que desconociese el daño que estaba haciendo, el menhir de La Lancha no es del todo desconocido. El artículo Hitos visibles del megalitismo gaditano, recogido en el libro Cuaternario y arqueología (2010), ya lo define como una de las piezas “que mejor ejemplifican la tradicional definición” de este tipo de piezas hincadas verticalmente de forma artificial. El de Arcos mide 1,77 metros y, cuando se estudió, aún conservaba rastros de cazoletas de origen natural y huellas de abrasión en su cara este en sentido semicircular “produciendo una imagen esteliforme de carácter antropomorfo”. La pieza está colocada sobre un túmulo de 1,80 metros, “cuya excavación sería del mayor interés”.
Una de las dudas a despejar en La Lancha es su antigüedad concreta. “Los estudios no la han concretado, pero su antigüedad puede ser superior a los cuatro o cinco milenios”, apunta García Lázaro, en referencia al fenómeno del megalitismo, que abarca en la zona Mediterránea y Atlántica desde finales del Neolítico hasta la Edad del Bronce. Con todo, el estudio —realizado, entre otros arqueólogos, por el director del Museo de Villamartín y gran experto del patrimonio existente en la zona, José Gutiérrez— sí fija su carácter prehistórico, basado en “textos antiguos que certifican su posición enhiesta a lo largo de los siglos”. Una de esas referencias habla de él en el siglo XV como un “pilón” clave para el establecimiento de lindes en una zona que estuvo enredada durante 270 años en el pleito judicial más largo de España, a cuentas del reparto de tierras entre Sevilla y Villamartín.
El monumento de La Lancha se encuentra ubicado en un paraje, el de los Llanos de Villamartín, en el que hay documentados más hitos megalíticos de la Prehistoria reciente. “Es una zona donde también hay documentado un manantial salino, que está antropizada desde los primeros días”, explica García Lázaro. De hecho, en las inmediaciones destacan el dolmen de Las Rosas y el de Alberite, un importante conjunto de 6.000 años en forma de galería con 23 metros de longitud y planta trapezoidal. En este caso, este monumento sí está interpretado, excavado e incluso protegido con una cubierta, aunque García Lázaro lamenta que se encuentre “en estado de semiabandono”.
El conjunto de Alberite está recogido en el catálogo Megalitismo andaluz de la Guía Digital del Patrimonio de Andalucía, algo que no ocurre con el menhir de La Lancha. La Delegación Provincial de Cultura asegura que ha tenido constancia del daño realizado a este hito después de ser contactada por EL PAÍS. “No había llegado denuncia previa, se comenzará una actuación de oficio para investigar lo ocurrido y tomar las medidas oportunas en este caso”, han apuntado las mismas fuentes autonómicas. Precisamente, la Administración andaluza está inmersa en la elaboración de un inventario de estos hitos en la provincia.
Sin embargo, la Delegación Provincial de Cultura reconoce que, tras cotejarlo, el menhir de La Lancha no estaba en el primer listado inicial que manejaban. “No había conocimiento de este, pero si es un menhir tiene una protección”, han explicado desde la institución, determinados a realizar una investigación que podría acabar en posibles sanciones al autor del blanqueado —si es que se da con él—, además de la previsible documentación del bien y de sus propietarios —si es que no es público, al estar al pie de un camino—. Al investigador García Lázaro, de entrada, ya le vale el interés demostrado por la Administración, tras su amargo hallazgo de hace unos días: “Por lo menos servirá de algo. Algo estamos haciendo por esa pobre piedra, aunque ya puestos, pidamos que también se señalice”.
Babelia
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