El ‘afeitado’ de los toros, la pandemia silenciosa que envenena la fiesta

La manipulación fraudulenta de las astas sigue siendo delito, pero ya no se persigue

Toro lidiado en la plaza de Linares en la temporada de 2020.

¿Se lidian toros afeitados en la tauromaquia del siglo XXI? ¿Es verdad, como argumentaba hace unos meses la Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros de España (ANPTE), que el fraude en los toros se ha generalizado hasta extremos lamentables ante la pasividad de la administración, los taurinos y la afición?

Hace tiempo que no se habla de pitones analizados, propuestas de sanción, inhabilitación, recursos…

¿No se afeita o es que el asunto ha dejado de interesar? Se afeita mucho, claro que sí, pero no importa, está claro, ni al público pasajero, ni a la minoritar...

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¿Se lidian toros afeitados en la tauromaquia del siglo XXI? ¿Es verdad, como argumentaba hace unos meses la Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros de España (ANPTE), que el fraude en los toros se ha generalizado hasta extremos lamentables ante la pasividad de la administración, los taurinos y la afición?

Hace tiempo que no se habla de pitones analizados, propuestas de sanción, inhabilitación, recursos…

¿No se afeita o es que el asunto ha dejado de interesar? Se afeita mucho, claro que sí, pero no importa, está claro, ni al público pasajero, ni a la minoritaria afición, cansada de pedir integridad.

Hablar hoy sobre la manipulación de las astas puede parecer, incluso, una frivolidad; pero no lo es, nunca lo ha sido. De hecho, la integridad del toro es un elemento capital para que el encuentro con el toreo sea considerado una gesta heroica.

Esa fue la preocupación fundamental del senador socialista Juan Antonio Arévalo, que impulsó la elaboración de un libro blanco sobre la situación de la fiesta en la década de los 80, que fue el precedente de la Ley de Potestades Administrativas en materia de Espectáculos Taurinos de abril de 1991.

“El ‘afeitado’ destruye la fiereza de los animales y desluce gravemente la fiesta taurina” (Joaquín Vidal)

El 10 de diciembre de 1983, Joaquín Vidal firmaba en este periódico un artículo titulado El ‘afeitado’, un traumatismo cruel, del que se pueden destacar algunas perlas que no han perdido actualidad alguna.

“La costumbre de afeitar los toros”, escribía Vidal, “destruye la fiereza de los animales y desluce gravemente la fiesta taurina”.

“Los aficionados sospechan que gran parte de las reses saltan a la arena afeitadas, mediante un proceso fraudulento, cruel y burdo que no solo mutila sus defensas naturales, sino que lo derrumba psicológicamente, hasta anular la fiereza natural que es característica del toro de lidia”, añadía.

En opinión del recordado crítico, “cuando se suelta al toro, ya es otro animal. Carece de tacto, se resiste a cornear con unos muñones que le arden, pierde el apetito, no duerme. La herida se le infecta y entra en estado febril. Pero, principalmente, sufre un derrumbamiento psicológico. Sabe que ha perdido el símbolo de su poderío. Cuando salga de la oscuridad del toril y aparezca en la arena, será un animal enfermo y derrotado”.

“Los estamentos taurinos profesionales”, continuaba, “reaccionan violentamente cuando la cuestión del ‘afeitado’ entra a debate: “¡Se afeita mucho menos de lo que dicen!”, suelen protestar. Pero ellos saben y la afición da por seguro que se afeita más de lo que se multa”.

“Normalmente, los ganaderos son contrarios a que les despunten las reses, y algunos, de una integridad irreprochable, antes las mandarían al matadero que tolerar el fraude. Pero ninguno se atreve a denunciarlo, quizá porque temen represalias. Ni siquiera la propia Unión de Criadores de Toros de Lidia ha sancionado disciplinariamente a los agremiados infractores”, concluía Joaquín Vidal.

Toro lidiado el pasado 20 de agosto en la Feria de Almería.Carlos Crivell

La hemeroteca de este periódico es testigo de la importancia que la sociedad española concedía a este asunto en las décadas de los años 80 y 90. Bajo la responsabilidad de Joaquín, las páginas taurinas de EL PAÍS contaron cómo el fraude afectaba a todo el sector, figuras del toreo y ganaderos de postín incluidos, y la irregular diligencia de la administración pública en la persecución del delito.

He aquí algunos enlaces de las noticias que en aquellos años vieron la luz sobre el problema de la manipulación de las astas.

-23 de junio de 1983.

Miura y Manuel Chopera, entre los sancionados o multados por el ‘afeitado’ de toros.

-23 de febrero de 1984.

40 ganaderías implicadas en el fraude del ‘afeitado’ en 1983.

-11 de noviembre de 1984.

Miura y otros 30 ganaderos, propuestos para sanción por afeitar toros durante la temporada 1984.

-20 de febrero de 1984.

Esplá reconoce haber toreado toros ‘afeitados’.

-20 de enero de 1986.

Toros ‘afeitados’ en las ferias más importantes de 1985.

-27 de julio de 1988.

Victorino Martín y Pablo Romero, propuestos para sanción por ‘afeitado’.

-29 de septiembre de 1988.

La ganadería Pablo Romero, multada por ‘afeitado’.

-28 de diciembre de 1988.

12 ganaderos propuestos para sanción por toros que se lidiaron ‘afeitados’ en Sevilla durante 1988.

-12 de diciembre de 1991.

Más de 25 ganaderías lidiaron toros ‘afeitados’ en la temporada de 1991

Las astas de 60 reses han dado positivo en los análisis de la Escuela Nacional de Sanidad.

-20 de enero de 1992.

Se afeita más que nunca, según el conde de la Corte.

-29 de mayo de 1993.

Fernando Cuadri: “El ganadero que no acepte el ‘afeitado’ tiene difícil vender sus toros”.

-18 de noviembre de 1993.

Corcuera afirma que el ‘afeitado’ ha sido un escándalo esta temporada.

-20 de febrero de 1994

Victorino Martín niega que afeite toros.

-7 de abril de 1995.

Inhabilitan por un mes a las ganaderías de Torrestrella y Gabriel Rojas.

-10 de abril de 1995.

La inhabilitación de Torrestrella entra hoy en vigor.

Dos miembros de la policía autónoma andaluza se trasladaron ayer a la ganadería de Torrestrella para entregar a su propietario, Álvaro Domecq, la notificación de la Junta de Andalucía por la que se le inhabilita durante 30 días para lidiar en la comunidad.

Existe la sospecha de que hoy no se lidia un solo toro con las defensas intactas

-18 de julio de 1995.

Espartaco, multado por el ‘afeitado’ de un toro de su ganadería.

-7 de diciembre de 1995.

Victorino Martín y otros ocho ganaderos han sido expedientados por ‘afeitado’.

-20 de enero de 1996.

El ganadero Gabriel Rojas, inhabilitado, seis meses y multado con nueve millones de pesetas por ‘afeitado’.

Es la sanción más alta impuesta por fraude en las reses de lidia.

-18 de agosto de 1996.

El apoderado de Cristina Sánchez acusado en Francia de exigir el ‘afeitado’ de los toros.

-25 de noviembre de 1996.

Toros de 30 ganaderías dan ‘afeitado’ en los análisis.

Los veterinarios del laboratorio del centro policial de Canillas (Madrid), encargados de los análisis de astas, han dictaminado como ‘afeitados’ 47 toros lidiados esta temporada, de los 69 que en total han examinado. Las reses pertenecen a 30 ganaderías, casi todas comerciales, por lo que la inmensa mayoría de los toreros que las mataron son figuras.

-1 de junio de 1999.

La Comunidad de Madrid investiga 20 casos de ‘afeitado’ de toros.

-17 de diciembre de 1999.

Interior confirma el ‘afeitado’ de un toro lidiado en Logroño por José Tomás.

Conclusión: afeitar, lo que se dice cortar los pitones de los toros para aminorar el riesgo, se ha afeitado toda la vida. Recuérdese el escándalo que provocó Antonio Bienvenida en 1952 cuando se atrevió a denunciar el fraude. Pero, pasada la tempestad, volvió la manipulación y aquí permanece.

Hace años que el afeitado está cubierto por un manto de silencio, lo que no significa que esté erradicado. La impresión es que se manipula más que nunca, pero el fraude se ha normalizado. Sigue siendo un delito, pero no se persigue. Los taurinos han conseguido que exista la fundada sospecha de que en el siglo XXI no se lidia un solo toro con los pitones íntegros. No será toda la verdad, pero es la impresión reinante.

Es cierto, no obstante, que esta práctica se ha convertido en una pandemia silenciosa que envenena la fiesta.

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