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Hannah Gadsby, la monologuista que rompió los moldes del género: “No hay una forma correcta de hacer comedia”

La cómica australiana publica ‘Los diez pasos hacia Nanette’, un libro en el que repasa su vida y cómo llegó a escribir uno de los monólogos más influyentes de los últimos años

Hannah Gadsby, en una actuación en Nueva York, en mayo de 2022.Foto: BRYAN BREDDER (GETTY IMAGES FROM BAM) | Vídeo: NETFLIX
Jaime Rubio Hancock

Hannah Gadsby lleva cerca de 15 años haciendo monólogos, pero fue en 2018 cuando se convirtió en una celebridad mundial al estrenar en Netflix un especial titulado Nanette. El espectáculo había ganado en 2017 el premio a mejor espectáculo de comedia de los Premios de la Comedia de Edimburgo, uno de los galardones más importantes del mundo del humor. En muy poco tiempo, Nanette se convirtió en uno de los monólogos cómicos más elogiados y también de los que más debates han provocado al romper y darle la vuelta a las convenciones del género.

Cinco años después de aquel momento cumbre, Gadsby publica ahora su autobiografía, Los diez pasos hacia Nanette (Reservoir Books), en la que cuenta todo lo que le llevó a escribir este espectáculo, en el que anunciaba algo que nunca fue cierto, pero que tenía un poso de verdad: que dejaba la comedia. En una entrevista por videoconferencia con EL PAÍS, Gadsby explica que comenzó a idear el libro años antes de que existiera la idea del monólogo y que firmó el contrato para escribirlo en 2012, aunque por entonces era un proyecto diferente: un conjunto de anécdotas simpáticas sobre su propensión a sufrir accidentes, caídas y fracturas. Cuando empezó a trabajar en ello, se dio cuenta de que las piezas no encajaban: “No podía darle sentido a mi vida”.

Gadsby no podía ni quería seguir ignorando los eventos traumáticos que había vivido, como su salida del armario en un entorno hostil, una paliza en la adolescencia o los abusos y violaciones que sufrió. “Todo eso me hizo dejar aquel primer texto de lado y no cumplir con ninguna fecha de entrega, para pasar a preguntarme por mi neurobiología y pensar en mi trauma”, relata. El primer proceso acabó con un diagnóstico de autismo y el segundo con la escritura de Nanette.

Retrato familiar

Tal y como explica en su libro y en el monólogo, cuando le contó a su madre que era lesbiana, su respuesta fue: “¿Por qué me cuentas una cosa tan horrible? Vamos a ver, ¿y si yo te dijera… que soy una asesina?”. Gadsby nació en 1978 en Tasmania, una isla al sur de Australia. Tasmania es, escribe, “un lugar precioso”. Pero también fue un lugar difícil para una adolescente lesbiana: la homosexualidad fue delito en esta región hasta 1997.

La cómica explica en esta conversación que su libro también es “un retrato familiar”, aunque sea un retrato lleno de contradicciones, matices y momentos difíciles. Especialmente, uno de su madre, a la que califica de “persona increíble”. Y agrega: “Quería mostrar la presión de la comunidad. A menudo es fácil culpar a los padres por lo que hacen, pero en realidad son parte de la sociedad. Y es difícil criar hijos cuando los cambios generacionales son cada vez más rápidos y complejos. Mi madre no entendía el mundo en el que crecí, que estaba en proceso de cambio. Y esa es una situación difícil para criar a una hija”.

En su libro, recuerda no solo el papel de pioneros de los derechos LGBT en Australia, sino lo tóxicos que fueron los debates sobre la abolición de esas leyes. El tono de esos debates públicos no ha cambiado y a menudo se usa el mismo lenguaje y casi las mismas frases en las discusiones sobre género e identidad: “Simplemente, se refieren a una víctima diferente”.

Dejar la comedia

Gadsby asegura que la comedia le salvó la vida. “Desde el primer momento era sorprendentemente buena en el escenario. Me sentía incómoda en todos los demás aspectos de mi vida, pero tenía confianza cuando actuaba y eso se transmitió a los demás aspectos de mi vida”. A pesar de que muchas cosas aparentemente sencillas le costaban, “nunca fue un problema hablar a cientos de personas a la vez”.

Pero en Nanette hay un momento en que amenaza con dejar la comedia. Tanto en el monólogo como en el libro desarrolla esta idea: durante años, el humor y, sobre todo, los chistes en los que se ridiculizaba a sí misma no le permitieron contar bien su historia. Por ejemplo, la paliza que recibió de adolescente en una parada de autobús. Si la hubiese explicado tal y como sucedió, ya no habría sido “graciosa”, al no poder proporcionar al público el alivio del humor después de haber creado toda esa tensión.

En Nanette y en el libro vuelve sobre este asunto y menciona los abusos y violaciones que sufrió, sin buscar la salida del humor: “No quiero uniros con risa ni ira. Solo necesitaba que se oyera mi historia, que fuera sentida y comprendida”. Esto descolocó a muchos espectadores, pues la recta final del monólogo no era graciosa. En parte, lo admite: “No es técnicamente comedia”, escribe en el libro: “Cogí todo lo que sabía sobre la comedia, lo despiecé y creé un monstruo a partir de ese cadáver”.

Sin embargo, también es comedia, asegura en la entrevista: “Creo que la comedia puede ser muchas cosas diferentes. Y no creo que haya una forma correcta de hacerla”. Para Gadsby, la comedia “es una plataforma de expresión, en la que la forma final dependerá de lo que quieras que sienta tu público y cómo quieras que lo experimente. Puedes hacer reír a la gente de muchísimas maneras y hay muchas maneras diferentes de reír”.

Es más, la comedia tiene que ser graciosa, pero no tiene por qué quedar todo supeditado a la carcajada. Gadbsy compara la situación del humor en la actualidad con la de la pintura a principios del siglo XX, cuando la fotografía hizo que los artistas se replantearan el realismo. “Con las redes sociales te puedes reír cuando quieras. Es un reto porque está empujando a los cómicos a ir más allá de la risa, que es uno de los resultados posibles”.

Volver a la comedia

Gadsby nunca ha dejado la comedia. En 2019 estrenó Douglas, donde hablaba de su autismo, un tema que había dejado fuera de Nanette para evitar que los prejuicios contaminaran lo que quería explicar. En su opinión, los especiales de las plataformas están cambiando la forma en que la gente consume comedias, que ahora se ven mucho en pantallas. La misma Douglas se estrenó en Netflix un año más tarde. “Estaba intentando crear algo que pudiera aguantar varios visionados”, explica, “con chistes que se pillaran o que mejoraran al ver de nuevo el especial”. Lo hace con lo que llama callforward: al principio de Douglas dice todo lo que va a contar y cómo va a reaccionar el público. Lo llama así en contraposición a los callbacks, que ocurren cuando un cómico menciona algo que ha dicho antes y con eso ya provoca la carcajada.

Lo nuevo ahora es Body of Work, un monólogo que es su versión de una comedia romántica en la que después de haberse casado se centra en hablar sobre la comunicación. “Se parece más a lo que hacía antes de Nanette y eso significa que cuento historias. Y también hay más chistes”.

Gadsby explica que el éxito de Nanette le ha dado “el derecho y la confianza para experimentar, además de un público que lo espera”. Lo que más le gusta y lo que se toma más en serio son sus actuaciones en salas y teatros: “No me preocupa Netflix. Netflix solo es dinero. Pero sí me interesa la gente que viene a verme. Cuando era veinteañera, yo no me habría podido permitir una entrada para mis espectáculos. Por eso, cuando escribo y actúo, pienso en esta persona imaginaria que no siempre puede ver lo que quiere cuando quiere”.

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Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Editor de boletines de EL PAÍS y columnista en Anatomía de Twitter. Antes pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor, entre otros temas. Es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', además de la novela 'El informe Penkse', premio La Llama de narrativa de humor.

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