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OUKA LEELE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El mundo de colores de Ouka Leele

El diseñador recuerda a la fallecida fotógrafa, a la que conoció en los setenta en el Rastro madrileño

La artista Ouka Leele, en un retrato en octubre de 2019.
La artista Ouka Leele, en un retrato en octubre de 2019.ULALALAU (LAURA AVINENT)

Conocí a Bárbara en aquellas mañanas del Rastro de finales de los setenta, donde nos reuníamos gente estrenando libertad, proyectos e ilusiones. Veníamos de muy diversas procedencias, pero nos reconocíamos con facilidad en aquellos tiempos prometedores. Era un mundo muy abierto y muy difícil a la vez, y los que nos pusimos a trabajar y a hacer cosas visibles y reales enseguida empezamos a atraernos. Nuestro campus, a falta de un buen centro cultural, eran las puertas de determinados bares, algunos muy populares y otros recónditos, donde se juntaba la gente que nos interesaba. Había un nivel muy brillante, corría la inteligencia, el talento y la ilusión a borbotones, y en medio de aquel mundo fue apareciendo el trabajo de los más constantes y sobre todo de los que tenían cosas que contar e intuían cómo hacerlo.

Nuestra generación fue muy transgresora y teníamos pocos soportes para comunicarnos, con lo cual tuvimos que empezar desde abajo, levantarlo todo y nos pusimos a ello. Bárbara apareció de repente, con sus ojos azules, con Ceesepe en un brazo y El Hortelano en el otro; muy cerca Alberto García-Alix y Montxo Algora. Estaba claro desde el comienzo que eran una isla especial en aquel gran archipiélago que fue la Movida. Sus trabajos empezaron a aparecer en tebeos autoeditados y en las mejores revistas underground del país; fue un ascenso inmediato, Bárbara brilló desde el comienzo. Eran imbatibles, juntos o por separado y ahí está su trabajo, que sigue mejorando con el paso del tiempo. Algunos se fueron sin recibir el reconocimiento, pero a Bárbara la hemos podido disfrutar, celebrar y ha sido valorada a través de los años como una gran artista. Ella gestó su trayectoria entre sus compañeros y recogió las enseñanzas, la nueva ola de la coloración fotográfica de los setenta y se convirtió en su alumna aventajada. El Nueva Lente, de Carlos Serrano G.A.H. y Pablo Pérez-Mínguez, las imágenes de Jorge Rueda y el Equipo Yeti fueron sus directas referencias. Con todo esto, ella elaboró su propio lenguaje y se consolidó como una gran voz de todo ese movimiento, un faro que seguirá dando luz mucho tiempo para orientar a navegantes valientes y soñadores como ella. Gracias Bárbara.

Óscar Mariné es diseñador


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