Una comedia satírica sobre los Borbones agita la temporada del Centro Dramático Nacional
La compañía Club Caníbal recrea en ‘Alfonso el Africano’ cómo el abuelo de Juan Carlos I se convirtió en el primer productor de cine pornográfico en España hace un siglo, con referencias a la monarquía actual
El maestro de ceremonias da la bienvenida al público con una canción picante. Va vestido con un traje de pantalón corto y calcetines con ligueros a la vista. Terminada su coplilla, el presentador da paso al primer número del espectáculo: el ventrílocuo Gerardo aparece con una muñeca de pelo rubio angelical que resulta ser una princesa deslenguada —al estilo de los personajes de José Luis Moreno o Mari Carmen— que habla de su “abuela Sofía” y de los chistes verdes que le contaba su abuelo después de sus discursos de Navidad, antes de que este tuviera que abdicar y marcharse de España, lo que le trae a la memoria a otro antepasado que también tuvo que renunciar al trono y exiliarse, su tatarabuelo Alfonso XIII, que además tuvo la particularidad de ser el primer productor de cine porno del país. En ese momento, el show da un salto atrás en el tiempo para repasar las singulares aventuras sicalípticas del tatarabuelo.
Así de irreverente comienza la obra teatral Alfonso el Africano, una creación colectiva de la compañía Club Caníbal dirigida por Chiqui Carabante, que se estrena este miércoles, 17 de noviembre, en la Sala de la Princesa del teatro María Guerrero de Madrid, sede del Centro Dramático Nacional (CDN). La obra continúa en el mismo tono hasta el final, pues aunque el grueso de la trama se centra en la historia de Alfonso XIII, que pasó a la historia como Alfonso el Africano por su destacado papel en la guerra del Rif, el espectáculo traza un claro paralelismo entre aquel monarca y su nieto Juan Carlos I, subrayando rasgos de la personalidad del abuelo que resuenan en su sucesor: su renuncia al trono en 1931 por la proclamación de la Segunda República y su posterior salida del país para vivir un exilio dorado en hoteles de lujo gracias al dinero que había acumulado en bancos extranjeros. Su afición por la caza. Sus amantes.
Aún más: que la historia se proyecte hacia el futuro con la aparición del ventrílocuo y su muñeca, que sin duda remite a la princesa Leonor, aunque no se pronuncie su nombre, añade irreverencia a la obra. A lo que hay que sumar que el montaje haya sido producido por el CDN, la mayor institución de artes escénicas financiada por el Estado español. ¿No temen que se desate la polémica? “Nuestra intención no es, en absoluto, provocar. Esto es una comedia política satírica, en la tradición de compañías como Els Joglars o de aquel humor que hacían revistas como La Codorniz o Pim Pam Pum. De hecho, las escenas de la obra están planteadas casi como viñetas”, explicaba el domingo Carabante después de un ensayo, destacando además que el CDN les ha concedido plena libertad creativa, sin ningún tipo de censura pese a la temática: “Los únicos límites nos los hemos puesto nosotros. Vigilando para no ofender a nadie, pero también para no coartarnos por miedo o autocensura”.
“Es un gusto contar con esta compañía, que hace crítica social, humor e interpretaciones al extremo”, ha dicho este lunes el director del CDN, Alfredo Sanzol, en la rueda de prensa de presentación del espectáculo. “Si tienen que detener a alguien, que nos detengan a nosotros”, añade entre risas Vito Sanz, otro miembro de Club Caníbal. A esta compañía, formada por Chiqui Carabante, Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa, se han unido en esta ocasión el actor Juanfra Juárez y el músico Pablo Peña. En los últimos años, el colectivo ha alcanzado renombre en la escena nacional con su descacharrante trilogía Crónicas ibéricas, que se define como “una crítica descarnada de la idiosincrasia española” y que se representó íntegra el pasado octubre en el teatro Español de Madrid. La primera, Desde aquí veo sucia la plaza (2015), se centra en los festejos populares en los que se sacrifican animales. La segunda, Herederos del ocaso (2016), recrea el fraude que cometió la selección española de baloncesto paralímpico en los Juegos de Sidney de 2000, donde consiguió una medalla de oro con un equipo en el que solo había dos paralímpicos de verdad. Y la última, Algún día todo esto será tuyo (2017), disecciona los últimos días del presidente de El Corte Inglés.
En Alfonso el Africano, el grupo parte del gusto por las películas eróticas de Alfonso XIII para “retratar la indolencia de una clase poderosa, ocupada en la consumación de sus caprichos más que en la situación del Estado”, según el texto de presentación de la compañía. “Mientras Alfonso compartía sus producciones pornográficas con sus compinches de correrías, en España se iba gestando un malestar social que finalmente conduciría a la proclamación de la Segunda República y a la marcha forzada del país del Africano. Esta pequeña anécdota concentra buena parte de los elementos que han marcado la historia moderna de España”.
La función, que adopta la estructura de los espectáculos de variedades y para la que el colectivo ha transformado la Sala de la Princesa del María Guerrero en una especie de cabaré con las paredes forradas de cortinas de tiras doradas, tapices, moquetas y mobiliario de época, mezcla anécdotas verdaderas (deformadas por el humor, eso sí) con otras inventadas, pero lo que sí fue real es que Alfonso XIII produjo en los años veinte del siglo pasado varias películas pornográficas para exhibirlas en pases privados en el palacio, de las que se conservan tres en la Filmoteca de Valencia: El confesor, Consultorio de señoras y El ministro. Los argumentos los proporcionó el propio monarca: un cura que mantiene relaciones sexuales con feligresas, un doctor que hace lo mismo con las pacientes y una mujer que visita a un ministro para mediar por su marido y aquel le solicita sexo a cambio del favor. “Curiosamente, todas están basadas en relaciones de poder del hombre sobre la mujer”, subraya Carabante.
Entre medias desfilan otros personajes históricos, como el dictador Miguel Primo de Rivera, la reina regente María Cristina de Habsburgo, la reina consorte Victoria Eugenia de Battenberg y el conde de Romanones. Un retrato de la España de hace un siglo que se presenta como espejo de la España de hoy.
Babelia
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