La mayor librería de Gaza renace de los escombros
Tras la destrucción de los 100.000 volúmenes de su establecimiento en un bombardeo israelí en mayo, el librero Mansur se dispone a reabrir este otoño en un nuevo local gracias a una colecta internacional
Más de 3.000 viviendas declaradas inhabitables. Unos 50 colegios y seis hospitales dañados por las bombas. Y, por primera vez en las cuatro guerras sufridas en Gaza desde 2008, tres librerías arrasadas. Israel redujo a escombros en mayo el local con 100.000 volúmenes que Samir Mansur había convertido en los últimos 20 años en la mayor y más prestigiosa librería de la Franja palestina. Otros dos establecimientos especializados en textos universitarios quedaron también total o parcialmente destruidos en los ataques. Gracias a una colecta de microfinanciación popular internacional y a las donaciones de ejemplares ofrecidos desde el extranjero, el librero y editor se dispone reabrir este otoño en un nuevo espacio en la capital del enclave costero.
“Cuando se reconstruya el edificio Kahil, en el centro de la ciudad, que fue bombardeado en la madrugada del 18 de mayo, nuestro proyecto es crear allí un centro cultural con las obras donadas”, explica Mansur, de 54 años, en el despacho situado en el altillo que corona su otra librería, situada junto a las facultades de la Universidad Islámica. “Nací entre libros y mi padre me enseñó el oficio al pie de los estantes desde los 14 años”, detalla mientras su hijo mayor, Mohamed, ofrece café y zumo de naranja al periodista extranjero, “y ahora tengo junto a mí una nueva generación de la familia para seguir adelante”. Alumnos universitarios, escolares de primaria, intelectuales y autores, estudiantes de idiomas, para todos su gran librería era lugar de cita obligado, sin parangón en todo el territorio, antes de ser devastada.
Encabezada por los abogados defensores de los derechos humanos Clive Stafford Smith y Mahvish Rukhsana, que han defendido a detenidos en Guantánamo, la colecta para la reconstrucción ha alcanzado ya los 240.000 dólares (unos 200.000 euros) y está a punto de conseguir el objetivo fijado para cubrir la campaña de mecenazgo popular. Miles de obras han sido ofrecidas también por editoriales y particulares para reponer su fondo editorial, aunque Mansur reconoce que va a ser difícil que lleguen hasta su nuevo local desde el puerto israelí de Ashdod. “El Ejército controla todo lo que entra en Gaza”, previene.
Mansur recibía las últimas novedades editoriales publicadas en El Cairo, Amán o Beirut, y contaba con la mejor oferta de literatura y ensayo en inglés de la franja mediterránea. “Teníamos muchas obras infantiles, religiosas, de enseñanza de idiomas...”, rememora con nostalgiadel desaparecido establecimiento del centro de la ciudad, punto de reunión de autores e intelectuales y que para muchos lectores de Gaza era una vía de escape cultural frente al bloqueo impuesto por Israel al enclave palestino desde hace 15 años. Hacinados en apenas 365 kilómetros cuadrados, los dos millones de habitantes de la Franja padecen una de las más altas densidades de población del mundo.
“No entiendo por qué nos atacaron. No somos un objetivo militar, ni estamos afilados a ninguna organización política”, se interroga Mansur cuatro meses después del bombardeo. El Ejército israelí aseguró entonces que el edificio de la librería había sido utilizado por milicianos de Hamás para fabricar armas y que la organización islamista ocultaba sus actividades en inmuebles civiles, pero el librero replica que solo había oficinas de centros educativos privados.
Mansur editaba una media de un centenar de obras de autores locales al año, siempre en tiradas limitadas de entre 500 y 1.000 ejemplares. También ha publicado traducciones al árabe de clásicos como Los miserables, de Victor Hugo, o Crimen y castigo, de Fiódor Dostoyevski. Pero su trabajo editorial ha cesado desde la escalada bélica de mayo, que se cobró más de 250 muertes, entre ellas 66 niños, en Gaza en unas 600 oleadas de bombardeos israelíes, y otras 13 vidas en Israel a causa de los disparos de más de 4.000 cohetes por las milicias islamistas desde el enclave.
Otras dos librerías, entre un total de una docena de establecimientos relevantes, quedaron también destruidas o gravemente dañadas en la cuarta guerra de Gaza, en un revés cultural sin precedentes para el maltrecho territorio palestino. Shaban Eslim, de 34 años, conserva como un tesoro el Corán impreso con elegante caligrafía que rescató de entre los escombros de la librería Irqa (Leer, en árabe), ubicada cerca de los campus universitarios. Acaba de alquilar un local colindante con el que arrasaron las bombas en mayo para intentar reanudar la actividad en octubre, coincidiendo con el inicio del curso en las facultades. “Los militares israelíes solo nos dieron tiempo para evacuar la librería. No pudimos salvar ninguna obra”, puntualiza Eslim, quien asegura haber perdido más de 70.000 dólares por la destrucción de los ejemplares de su establecimiento.
Aunque también intentó organizar una recolección popular de fondos en el exterior, este librero lamenta que las autoridades de Hamás, el movimiento islamista que gobierna de facto en la Franja desde 2007, le hayan impedido proseguir con la campaña de microfinanciación. “Prefiero no comentar este asunto”, zanja cuando se le pide que detalle lo ocurrido. “Tampoco he recibido ayudas públicas para reconstruir mi negocio”, apostilla. “Me pregunto si hay algún interés oficial por los libros en Gaza”.
El ataque a la librería de Mansur y a otras de la Franja representa un golpe demoledor para la difusión del conocimiento del que el territorio palestino tardará en recuperarse. Gracias a la labor editorial de algunos libreros, los autores gazatíes pudieron romper su forzado aislamiento y hacer llegar a Egipto soportes informáticos con la composición de las obras para que fueran impresos en el país vecino antes de ser distribuidos en el mundo árabe. Muchos de estos textos retornaban también finalmente a la Franja en forma de libros, sorteando las barreras del bloqueo.
La campaña de colecta internacional pretende rebasar el listón de los 250.000 dólares fijado para reflotar la librería Mansur de entre los cascotes de la última guerra. “Somos víctimas de una agresión a la cultura; daños colaterales de un conflicto en el que no participamos directamente. Está claro que Israel cometió con nosotros un grave error”, concluye el veterano librero y editor. Ahora sueña con organizar la ceremonia de inauguración de su nuevo local con decenas de miles de volúmenes, previsiblemente en noviembre. Espera poder invitar a ella a todos los artífices de la operación de mecenazgo internacional y a los autores del enclave cuyas obras ha publicado en las dos últimas décadas. “Nuestra librería sobrevivió a dos Intifadas y a tres guerras, pero no ha podido resistir las bombas del cuarto conflicto”, lamenta Mansur, “pero los libros siguen siendo mi vida, mis hijos espirituales”.
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