‘Minari’: Hollywood habla en coreano
El drama de Lee Isaac Chung, basado en su infancia de inmigrante, es una de las apuestas para los Oscar, tras ganar el Globo de Oro, y confirma la creciente atención de la industria a la minoría asiática
En febrero de 2018, Lee Isaac Chung (Denver, Estados Unidos, 42 años) se encontró ante una encrucijada vital: su carrera cinematográfica estaba atascada, tras un estupendo inicio con Munyurangabo (2007), rodada en Ruanda, estrenada en Cannes y con críticas muy positivas. Pero ni Lucky Life (2010) ni Abigail Harm (2012) habían tenido mucha repercusión. Quería que su hija, apenas una niña, pasara algo de tiempo en Corea del Sur, país de origen de su familia, y recibió una oferta para enseñar en una universidad en Incheon. “Era hora de que asumiera más responsabilidad como padre”, recuerda en una entrevista a través de la plataforma de comunicación Zoom. “Pero sentí que me quedaba una historia por contar en el cine”. Y esa era la de su infancia en Arkansas, Estado donde su padre intentó prosperar comprando una granja en la que empezó a cultivar verduras. Chung escribió el guion, se lo dio a su agente y voló a Corea.
Hoy, Minari —gracias a que Plan B, la productora de Brad Pitt, se embarcó en el proyecto a inicios de 2019— es una de las grandes apuestas en la carrera a los Oscar. Es probable que obtenga varias nominaciones, tras lograr seis candidaturas a los Bafta, otras seis a los premios del cine independiente y ganar un extraño Globo de Oro a la mejor película de habla extranjera a pesar de ser 100% estadounidense y de desarrollarse íntegramente en Arkansas. “Ellos solo valoran el idioma. Son sus reglas, poco puedo decir a favor o en contra”, confiesa. “Y no quiero pensar en los Oscar”, que anuncian sus nominaciones el próximo lunes. “Aunque tras el éxito el año pasado de Parásitos, podríamos inaugurar una nueva categoría para mejor película coreana del año”, bromea. En Sundance 2020 ganó el premio del público y el gran premio del jurado en la sección de drama, pero el año de la pandemia obligó a un paréntesis en el lanzamiento de Minari, que se estrena en España este viernes.
A Chung le gusta repetir que Estados Unidos es un país nacido de la inmigración. “A muchos de mis compatriotas se les olvida, que casi todos procedemos de esa inmigración, excepto los nativos y los afroamericanos, traídos como esclavos de forma obligada. Nuestra identidad estadounidense está siempre en constante evolución por la llegada de inmigrantes, aun en pleno siglo XXI. Para mí, esas nuevas culturas suman, aportan riqueza”. ¿El sueño americano no traslada en realidad el ansia por prosperar de los inmigrantes? “En cierta manera, sí. Pero no todos los inmigrantes llegan por las mismas razones: hay refugiados que están en EE UU de forma temporal. En el corazón de este país está la filosofía de alcanzar el éxito, en cierta manera de conquistar tierras, y eso lo lleva en su interior Jacob [el padre de su filme]. Tampoco puedo olvidar que, como ha demostrado esta pandemia, hay grandes bolsas de población a las que automáticamente se margina, como los inmigrantes. O a los que no se reconoce su labor, y el ejemplo son las mujeres”.
Sin racismo
Minari no es una película sobre el racismo: en pantalla los caucásicos casi parecen extranjeros alrededor de la familia coreana, y los protagonistas no sufren exclusión. “Porque mi infancia fue feliz. En algún momento no me gustó ser coreano, pero sin muchas razones, no porque nadie me dijera nada. Aprendimos aquellos años que en realidad, como seres humanos, todos los vecinos teníamos mucho en común”. Pero sí sintió racismo: “En algún momento, desde luego. A la comunidad asiáticoestadounidense nos han hecho sentir siempre más extranjeros de lo que en realidad sentimos en nuestro interior. Y se veía en el poco reflejo que había de nuestra cultura en el cine”.
Pero en el rodaje se coló una gorra, la roja que usa Jacob, y que devino en un curioso mensaje: solo en montaje, Chung y Steven Yeung descubrieron que era muy similar a la que habitualmente lleva Donald Trump con el lema Make America Great Again. “Ya, muchos hablan de que si yo quería desposeer a esa gorra de los valores conservadores... Fue más sencillo: Steven [el actor que encarna al padre, que trabajó en Burning y Okja, con carrera en EE UU gracias a The Walking Dead, y al que el realizador en principio no quiso contratar para no tener jaleos familiares, ya que es el marido de su prima] miró entre lo que puso a su disposición el departamento de vestuario. Y esa le quedaba bien. Una gorra roja es sencillamente una gorra roja, como un ser humano es un ser humano”.
El cineasta escribió el guion en tres meses —“probablemente porque lo albergaba en mi interior”, afirma—, el rodaje fue aún más rápido: en 25 días del verano de 2019. “Crecí en esa Arkansas rural, donde nadie se planteaba hacer películas. Por eso, empecé Medicina, y en cuarto curso pasé a Cine. Pero era demasiado tarde para cambiar la carrera y me gradué en Biología... aunque ya estaba obsesionado con dirigir películas”.
Su esposa viajó como voluntaria con una ONG a Ruanda y él buscó qué hacer allí: dio clases de cine a adolescentes y dirigió su primera película. “Quiero volver. Me gustó la sensación de ser un extraño, de contar historias con perspectiva. Y por eso me costó escribir Minari. Solo lo hice cuando estuve entre la espada y la pared”. Cuando Plan B dio luz verde, Chung volvió de Corea: “Era mi oportunidad, mi película. En Minari hay dos perspectivas, la del padre y la del hijo, y en ambas estoy yo, porque ahora soy padre, hablo como ese progenitor, y el niño es el reflejo de mi infancia. Minari reflexiona sobre qué significa amar a alguien, convertirse en hombre, padre, marido, afrontar responsabilidades... Todo nace de mí”. Obviamente, este éxito ha revitalizado la carrera de Chung, que ahora lidera la adaptación con actores de carne y hueso del anime Your Name (2016), de Makoto Shinkai: todo un reto, porque el original logró un éxito de crítica y rompió récords de taquilla. “Por favor, poco a poco”, ríe. “Que todavía hago la colada familiar. Todo es raro y más en tiempos de coronavirus. En esta temporada de premios, solo puedo decir que siento una inmensa gratitud”.
El pistoletazo de salida de 'Crazy Rich Asians'
Durante décadas, el público afroamericano ha asistido a películas creadas para él, desde el género blaxplotation hasta sagas como La barbería. Pero la comunidad asiática en EE UU no tenía el mismo eco. Es cierto que ya había estrellas de origen asiático que habían logrado que Hollywood no repitiera errores como Mickey Rooney encarnando al señor Yunioshi en Desayuno con diamantes. Sin embargo, no hubo filmes de éxito con reparto asiáticoestadounidense -con excepciones como Wayne Wang y su El club de la buena estrella hasta el estreno de Crazy Rich Asians (2018), una comedia germinal que ha catapultado además las carreras de sus actores. Por ejemplo, la de la cómica Awkwafina (la más famosa del elenco), que volvió a repetir jugada en The Farewell. O Constance Wu, que pasó a Estafadoras de Wall Street. O Henry Golding, que después enamoró a Emilia Clarke en Last Christmas.
En Netflix corrieron y pusieron a otra actriz chinoestadounidense, Leah Lewis, en Conquista a medias, otra comedia romántica: hoy los actores de origen asiático ya no solo aparecen en filmes de acción, como sucedía con Bruce Lee o Jackie Chan. Por su parte, Marvel estrenará el 9 de julio Shang-Yi y la leyenda de los 10 anillos, su primera película con superhéroe asiático (también ahí estará Awkwafina, militante y portavoz en pos del reconocimiento de su minoría), y en Disney ya llevan dos intentos: Mulan y Raya y el último dragón, escrita por Adele Lim (guionista de Crazy Rich Asians), y voces de dos actrices de aquella película: Gemma Chan y... Awkwafina.
A Raya le pone voz Kelly Marie Tran, protagonista involuntaria del último desprecio de Hollywood a la comunidad asiática: encarnó a Rose Tico, personaje que prometía mucho en Los últimos jedi, antes de ser ninguneada, casi borrada, de la trama de El ascenso de Skywalker.
Babelia
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