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‘Immortals Fenyx Rising’, una agradable sorpresa envuelta en mitología griega

Ubisoft se aleja de sus propias reglas y abre una nueva vertiente a la hora de diseñar sus mundos abiertos. Una suma de factores donde todo funciona como la seda

Llegó sin hacer ruido y se ha convertido en uno de los videojuegos más recomendables, ingeniosos y placenteros de 2020. Sin pretensiones, sin querer engañar a nadie con su propuesta y dejando la innovación a un lado sin perder esencia por el camino, Immortals Fenyx Rising es el resultado de combinar The Legend of Zelda: Breath of the Wild junto a Assassin’s Creed Odyssey. Y no pasa nada, porque todo lo que plantea lo ejecuta como debe; porque construye un universo de mundo abierto finito, alcanzable, con verticalidad, acción, puzles y sentido del humor. La nueva propuesta de Ubisoft es color entre tanto claroscuro, es luz entre tanta solemnidad. El último miembro del tridente compuesto por Watch Dogs Legion y Assassin’s Creed Valhalla se ha ganado la recomendación absoluta para cualquier amante del medio.

A veces solo hace falta dejarse llevar

No hace falta revolucionar nada para ser efectivo, pero sí hace falta talento para encajar todas las piezas de un rompecabezas y que el resultado sea igual de disfrutable tanto para aquellos que se inician ahora en este bello ocio como para los que lleven décadas entre el mando y la pantalla. Funciona.

Esta odisea mitológica de Ubisoft nos lleva a un entorno conocido, la época griega que hemos leído en libros de texto y hemos visto en películas u otras manifestaciones culturales en decenas de ocasiones, con la salvedad de que aquí se despoja de toda la seriedad que en ocasiones se infunde. Se rompen mitos, nunca mejor dicho, y se trata todo con la mayor naturalidad posible. Este planteamiento tan joven, imaginativo y preciosista no hace sino remozar el conjunto, y eso personalmente me ha permitido sumergirme en su propuesta jugable con una facilidad total. Su capacidad para hacerte conectar con su mensaje y lo bien que traza cada nuevo objetivo es, de largo, mejor que en muchas otras producciones millonarias, incluidas las de años anteriores de la editora francesa.

Entre tanto golpe, salto y vuelo encontramos un enorme mundo abierto donde la exploración es norma y donde planear forma parte del desplazamiento. Ese risco que se ve a lo lejos es escalable, mientras que ese monstruo con rostro enfadado está dispuesto a salir por los aires ante uno de nuestros envites. Nada de sangre, nada de realismo literal. No lo quiere. Su simplificado sistema de combate es uno de los mayores puntos de mejora; aunque la cámara funciona a las mil maravillas y se posiciona como debe ante movimientos o situaciones donde el frenetismo de la acción alcanza velocidades endiabladas. Por suerte, no se pierde, no deja el mapa repleto de puntos en forma de misiones. Es reducido e intencionalmente directo, sin pérdida más allá del olfato exploratorio de cada jugador.

Cuando te paras a estudiar Immortals Fenyx Rising te das cuenta de que estas virtudes no son casualidad; hablamos de los responsables de Assassin’s Creed Odyssey (2018), una de las iteraciones más celebradas por crítica y público, además de una de las más exitosas de la serie contemporánea. Su diseño del entorno, la recreación de la época griega y la verticalidad de sus escenarios quedan aquí igualmente dibujados, pero hay una diferencia fundamental: la escala. Immortals es más reducido, pero no por ello se siente más vacío; de hecho, rebosa vitalidad y no adolece falta de contenido. En ese sentido, su mundo está más vivo que el de Genshin Impact (2020), la gran producción free-to-play de la desarrolladora china MiHoYo, que también bebe de la estructura de la obra maestra de Nintendo. Este título lo supera en prácticamente todo. Porque Immortals se vuelca con los puzles, con los santuarios basados en rompecabezas tridimensionales donde hacemos uso de todo tipo de herramientas. Interactúas con tu alrededor. Estás ahí y logra que nuestro papel tenga sentido en ese mundo ficticio proyectado.

Una comedia que toma muy en serio la jugabilidad

Su premisa argumental no es nada del otro mundo, pero tampoco lo pretende. Veremos en más de una ocasión cómo el juego derriba la cuarta pared y se sabe consciente de su condición de videojuego. Tifón, un temible titán, ha logrado escapar de la prisión donde estaba encadenado y ha arrasado con la Tierra hasta dejarlo todo desolado. Tanto es así que muchos dioses han perdido su poder y la humanidad ha quedado petrificada. Es ahí donde entra en juego el papel de nuestro héroe o heroína, Fenyx, que como humano vulnerable e inexperto se ve en la condición de gran elegido. Al no convertirse en piedra llega a la isla Áurea convertido en héroe, aunque no lo sepa, dado que es más una responsabilidad que un saber aprendido. A partir de ahí, una historia muy bien contada que te esboza desde el inicio cuatro grandes objetivos a completar. La pericia, una conversación donde Prometeo y Zeus actúan como narradores omniscientes, no abandona su esquema ya visto en obras de la serie de los asesinos: llegar a lo alto de un lugar, otear la zona para avistar misiones, desafíos y secretos, y dirigirnos al lugar principal para librar batallas al tiempo que completamos puzles, cada cuál más complejo sin llegar a niveles frustrantes para nadie. El objetivo es hacerte disfrutar mientras piensas, bien sea solo o acompañado, no adornarlo todo de una severidad que no le pega.

Immortals Fenyx Rising es una comedia griega, no una tragedia; es una odisea animada con una gracia y una personalidad que no está destacando a nivel mediático lo que debería. Quizá porque ha salido en un momento del año donde no tiene tanto espacio para destacar, pero que a buen seguro el boca a boca lo situará donde merece con el paso del tiempo. Además, Ubisoft ha brindado al juego de comodidades. Para esta crítica hemos podido jugar en Xbox Series X, donde deslumbra en lo estético, se desprende de tiempos de carga y ofrece un despliegue artístico de esos que ganan cuanto más grande sea la pantalla; pero también hemos jugado en Nintendo Switch, cuya naturaleza híbrida da la respuesta única de poderse jugar en modo portátil. Sacrificios técnicos mediante, no tuvimos que empezar de cero. La infraestructura de Ubisoft Connect es una solución gratuita con la que salvar nuestros progresos en la nube. Así, estemos donde estemos tendremos la opción del juego cruzado (cross-play). Cosas que antes parecían del futuro y que ahora forman parte del presente. Comodidades, facilidades que debemos manifestar para que no se vayan y dejen de hacernos sentir en las nubes. Es real y es un gusto.

No solo eso ha propiciado que hayamos saboreado Immortals Fenyx Rising con tanto gusto como un relato juvenil basado en la mitología griega. Hemos viajado a un entorno agradable, una desconexión colorida de la que solo esperamos que haya más iteraciones en el futuro. Poco más de veinte horas para la historia principal (aunque le hemos dedicado cerca de cuarenta) han bastado para que esta carta de presentación sea una especie de prólogo para algo grande, una obra de la que deseamos que en un futuro sea una saga. No hacía falta revolucionar la rueda para hacerlo prácticamente todo bien. No obstante, sirva este primer videojuego de Fenyx para tomar nota de aspectos mejorables, como la profundidad de sus combates, los valores de producción de sus secuencias y el sistema de progresión del personaje, desaprovechado en su búsqueda por no ser demasiado complejo. Notable en su equilibrio, comedido en su escala, virtuoso en su resultado, Immortals Fenyx Rising es una de las sorpresas más agradables del sector del videojuego en 2020. Ojalá sea solo el inicio de un bonito romance.

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